Oliver;
Sólo oscuridad, eso es todo lo que veía, los sonidos que llegaban a mí eran tan vagos que apenas distinguía una palabra de otra. Sentía una pesadez en el cuerpo y una opresión en el pecho. Fui abriendo los ojos de a poco y todo fue borroso durante un instante, luego pude percibir la penumbra de la habitación, rota por la luz tenue que entra por una de las ventanas. Mi mente se encuentra hecha un torbellino de fragmentos de sueños oscuros, recuerdos confusos y el dolor por la enfermedad que me dejó en cama.
Deben haber pasado días.
Me incorporé lentamente en la cama y pude distinguir una mujer de cabellos oscuros sentada a mi lado observándome con dulzura y preocupación.
—Hola príncipe durmiente —Marie. Su suave voz demostraba cariño y ternura. Siguió hablando pero mi mente iba despacio, apenas captaba todas sus palabras —… Has dormido mucho, la fiebre no te dejaba recuperarte bien, he estado aquí casi todos los días, tus hermanos también, todo ha sido un caos estos días y tu padre también enfermó…
Ella siguió hablándome pero algunas ideas y recuerdos llegaban de golpe; la práctica con Jacob, Sapphire y el Rey hablando. Sapphire, Sapphire.
—¿Dónde está Phire? —Mi garganta dolía y estaba seca, me dolió y costó tragar.
Era curioso que no estuviera conmigo ahora.
—Tu hermana también está en cama hace dos días— me respondió. Y antes que pudiera preguntar si ella también enfermó, continuó su palabrerío. —Alguien la atacó en los pasillos del castillo y le ocasionó un golpe en la cabeza que la llevó a la cama.
Me alerté, alguien golpeó a mí hermana.
Alguien golpeó a mí hermana.
—¿Cómo está ella ahora? Debo ir a verla —Me levanté de golpe de la cama y sentí que el suelo se movió a mí alrededor. Marie se paró a lado y me sostuvo, me obligó a sentarme una vez más en la cama sin quitarme la mano del hombro.
—Ella estará bien— Sus ojos buscaban calmarme—, las curadoras y doctores dijeron que estaría bien, ahora solo balbucea algunas palabras extrañas.
—¿Quién la golpeó?
Si alguien pudo entrar al castillo y golpear a mí hermanita significa un gran golpe para la corona. Otra vez.
—No lo sabemos, los guardias no encontraron nada más que un broche tirado a unos metros de tu hermana. Tu padre y yo nos asustamos muchísimo —Suspiró y volvió a tomar aire para decir—, pero ahora todos están bien, cuando se hayan recuperado correctamente reorganizaré el baile de su cumpleaños.
Seguí mirando la habitación y encontré a dos guardias en la puerta. Fruncí el seño al verlos, ¿Por qué están…?
—Su padre ha determinado a la guardia real que los protejan más que bien ahora, o les cortaría él mismo la cabeza.
Ah.
Quiero ver a Sapphire, quiero verla.
—Quiero ver a Phire —Miré a mamá un instante de forma casi suplicante, sus ojos me miraron tan fríamente como la respuesta que me dio
—No Oliver, tu hermana no se encuentra en disposición de ver a nadie y tu tampoco, descansarás y guardarás reposo hasta que sea el baile —Su voz fue imponente y después se calmó y me dio un beso en la frente, cómo cuando era niño. —Deben recuperarse. Además las palabras de tu hermana podrían ser aún más extrañas para tu mente ahora.
Se levantó y ambos guardias salieron tras ella. Tiene razón, debería descansar un poco.
Pasaron unas horas y la tarde llegó. Aún siento el cuerpo pesado y extraño, como si no fuera mío. Salí de la habitación dando pasos cortos e inseguros como los de un niño aprendiendo a caminar. Mis pies me llevaron hasta los aposentos de Phire, dos cuerpos musculosos y de hierro estaban al lado de la puerta con espadas en mano, iguales a los que venían detrás de mi.
Abrí la puerta con cautela mientras el eco de mis pasos resonaban en la silenciosa habitación, la penumbra apenas dejaba filtrar la luz de algunas velas que proyectaban sombras temblorosas en las paredes de piedra. Allí en la cama se encontraba Sapphire. Su figura inmóvil yacía envuelta en sábanas, con una venda que cruzaba su frente y parecía terminar en la nuca, resaltando la palidez de su rostro.
Verla así me hizo sentir un nudo en el pecho en conjunto a una mezcla de inquietud y vulnerabilidad, no haberla visto durante años y al momento en que llega enfermamos, nos atacan… extraño todo esto. A su lado una curadora trabajaba en silencio, ajustando hierbas y ungüentos en un pequeño cuenco mientras movía los labios pronunciando algunas palabras.
—¿Mi hermana ha mejorado en algo? —La curadora levantó la vista, pero antes de que pudiera decir algo, otra voz se adelantó desde el rincón de la habitación.
—La princesa sólo ha dormido desde entonces, mi príncipe — giré la cabeza hacia él, sorprendido por la presencia de Alexander que estaba de pie junto a la ventana, con los brazos cruzados y una expresión inescrutable —. Se recuperará, con tiempo y con cuidado.
Su tono era respetuoso, pero había una firmeza en él, como si quisiera asegurarse de que no hubiera más preguntas.
—¿Qué ocurrió exactamente? —insistí. La curadora evitó mi mirada, enfocándose en el cuenco frente a ella. Fue Alexánder quien habló de nuevo.
—Lo importante es que está viva. A veces, eso es todo lo que importa.
Entrecierro los ojos ante la ambigüedad de esa respuesta, aunque dejé pasar el comentario. Mi atención volvió a Sapphire, quien movió ligeramente la mano bajo las sábanas. Era un gesto apenas perceptible, pero suficiente para que me se inclinara hacia ella. Sin pensarlo, tomé su mano. Estaba fría al tacto, frágil, como si la fuerza que recordaba en mi hermana estuviera suspendida en ese momento. Se quedó así unos segundos, un silencio pesado envolviéndolos a todos.
—Siempre te levantas, ¿no? —murmuré casi para mí mismo, con una mezcla de reproche y ternura.
Sobre la mesa junto a la cama, algo captó mi atención: un pañuelo oscuro que envolvía lo que parecía ser una daga. La hoja estaba manchada con un líquido que reflejaba la tenue luz de la lámpara. Fruncí el ceño, pero Alexánder rápidamente dio un paso hacia la mesa, cubriendo el objeto con una capa sin decir una palabra.
Editado: 09.12.2024