Entre hojas secas y copos de nieve

10: un puente y una bruja

―Ven, te mostrare un lugar.

Nos adentramos entre los árboles por un caminillo empedrado muy estrecho. Seguimos por el unos cuantos minutos hasta que las ramas encima de nuestras cabezas desaparecieron, dejándole lugar al cielo estrellado y su luna resplandeciente.

Y la vista de las montañas, que se mostraban más imponentes que nunca como gigantes que dormían por el arrullo de las lechuzas y los grillos.

―Sentemos allí.―señalo un puente de madera situado sobre un riachuelo.

Caminamos encima de este y ella se sentó justo a la orilla, sacando sus piernas por las barandas. Me hizo una seña para que la acompañara.

Me senté a su lado con las piernas balanceándose fuera del puente.

El murmullo del agua al correr era relajante.

―Mira al frente, ¿No es bonito?

Alce mi rostro, el riachuelo se extendía hasta la cima, en dirección a los enormes cerros de tierra. En sus aguas calmadas se reflejaba la inmensidad del cielo y cada lucecita cercana de algún árbol, que eran como luciérnagas acuáticas. Cientos de hojas flotaban sobre este, como pequeños barcos sin rumbo. Mire justo bajo nuestro, las farolas sobre el puente permitían la claridad suficiente para que nos reflejáramos en el.

Éramos dos pequeñas calaveritas que movían sus piernas de lado a lado.

―Vaya...claro que es bonito.

―La última vez que vine aquí tenía trece años, creo que ahora es mucho más bonito.

―Si lo es.

― ¿Con quién venias antes, pecosin?

Tarde unos segundos en responder, una avalancha de momentos abarroto mi mente. Pegue mí frente a una de las barandas de madera y suspire, mirando las hojas que se deslizaban con la corriente.

― Con mi hermano mayor.

Silencio. Atosigante. Incomodo.

― Ah...sobre eso, yo estuve preguntando un poco sobre el sheriff y me entere sobre eso, perdón si parezco entrometida pero no se mucho sobre ti.

―No hay problema, ¿Qué te contaron sobre mi hermano?― pregunte, interesado sobre si alguien del pueblo lo había visto o supiera algo sobre su paradero.

―No mucho, que se fue hace nueve años a Brillton a estudiar en la academia de policías y que ahora es un agente especial de la FPEB, que está muy ocupado para venir a visitarlos... ah y que tu padre está muy orgulloso de hijo mayor.

La llamita de la rabia creció en mi pecho, una rabia que desde niño escondía y que podría crear un enorme incendio. Sentí como mi estómago se revolvió de repulsión ante aquellas palabras.

―Todo eso es mentira. Mi hermano no se fue a estudiar a ninguna academia de policías y no es ningún agente especial, Cesar huyo de casa cuando cumplió los dieciocho años y no sabemos nada sobre él desde entonces―hable con amargura, sonando más hosco de lo que hubiera querido y haciendo que ella se removiera inquieta en su lugar. Luego de unos segundos me ataco un poco de culpa, Boo no merecía pagar por las mentiras de mi padre―. Perdón, no quiere sonar grosero.

―Jodida mierda, me encanta que seas rudo, anda, maltrátame. Que eso me prende.

― ¡¿Porque eres así?!

Me cubrí la cara con mis manos, queriéndome lanzar del puente por la vergüenza. Ella rio, tan escandalosa como siempre, y de alguna manera rompió con la tensión que se había creado en el ambiente.

―Anda pero sígueme contando, ¿Por qué Huyo? Pero... ¿Porque?...que idiota, no quiero molestarte de nuevo...

―No, no me molesta contarte... ―dije con prisa, y tome un largo respiro para continuar―: no tengo recuerdos sobre mi madre, en mi niñez solo está mi hermano Cesar porque ella murió cuando yo era muy pequeño, sufría de diabetes y luego de tenerme su enfermedad empeoro. Mi padre trabajaba día y noche, y mi hermano con solo doce años se hizo a cargo de mí. Yo era muy pequeño para entender el gran peso que él tenía sobre sus hombros y más cuando nuestro padre cambio, dejo de ser ese padre y esposo amoroso para ser un ogro, un monstruo. Cesar soportaba todo, los gritos, los regaños, los golpes...aguataba todo y hacía todo lo posible para que yo no sufriera presenciando todo.

Mi hermano, la única persona que tenía en el mundo y que en verdad me amaba se había esforzado tantísimo para que tuviera una infancia feliz mientras el pasaba su adolescencia encerrado en una casa, privado de hacer las cosas que deseaba. Muchas veces lo escuchaba llorando a media madrugada y veía como escondía la cabeza bajo la almohada para que no fueran audibles sus sollozos, aun así, presenciaba los espasmos que sacudían su cuerpo por el llanto. Pasaba así horas, hasta que el sueño lo vencía. Cuando veía que ya no se movía era que podía quedarme dormido.

Por más que él quisiera protegerme de la oscuridad de nuestro hogar muchas veces no lo logro, incontables veces presencie las discusiones y las golpizas que le daba mi padre cuando hacía algo que no le gustaba, me gritaba que me fuera a mi habitación, pero yo me quedaba paralizado de terror.

Desde entonces le temí a mi padre.

― ¿Aguanto seis años todo eso?

―Sí, y todo para protegerme...―suspire, mirando nuestras piernas balancearse―.Yo era muy chico para entenderlo, no comprendía el porqué de las discusiones y los golpes que le daba mi padre, hasta que...bueno, vi a Cesar besar un chico.

― ¿Besar un chico?

Asentí.

―Mi hermano es gay y mi padre un gran homofóbico. El chico que siempre nos acompañaba a la arbolada o a comer helados era el novio de mi hermano, cuando ambos me lo contaron pues yo era muy niño, y él siempre me decía que amor era amor, y solo importaba que fuera puro y sano para que fuera valido, para mí su amor era puro y sano así que los acepte, ya no tenía un hermano mayor, tenía dos.

Hugo, ese era el nombre del chico rubio que estaba perdidamente enamorado de mi hermano. Ese que entraba por nuestra ventana a media noche y nos contaba historias de terror, y al que mi hermano le daba pequeñas serenatas con nuestra guitarra. Que iba a creer yo que aquello que hacían esos dos, que ese amor tan puro y sano al que me había acostumbrado a ver, no sería normal ni aceptado por gran parte del pueblo. Todo era prohibido para ellos, hasta la más pequeña mirada tierna y el más mínimo roce era castigado como un enorme delito.




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