Entre Humanos

Fue México

Ciudad de México 2001

Todo parecía seguir con normalidad, las escuelas seguían sus habituales horarios y clases, las empresas contaminaban el ambiente como diariamente, el cielo con su habitual neblina de contaminantes flotaba sobre las cabezas de sus habitantes.

Pero esa normalidad no albergaba, en una pequeña habitación de la colonia Gustavo A. Madero, en un edificio que parecía que el tiempo lo había olvidado, en el apartamento 95 unos golpes fuertes molestaban a los vecinos de al lado y abajo.

Los gritos se hacían escuchar a casi tres calles, pero como es común en esta ciudad nadie tocaba a la puerta para saber que pasaba, María una joven embarazada de unos 20 años de edad yacía en el suelo de su baño aun lado del inodoro, las contracciones se habían hecho cada vez más fuertes , como patadas a las costillas, al hígado, a los pulmones, sin poder ponerse de pie, pujaba don tanta ansiedad que ni si quiera el jugador de fútbol americano más fuerte habría podio lograr.

Cien toros pasaban sobre ella y en un silencioso espacio pudo ver la cabeza de su pequeño salir de su vagina, se recostó lo más que pudo y continuo pujando y gritando, se sostuvo del inodoro tan fuerte que parecía romperse cada vez que lo apretaba.

En su cabeza solo ella podría decirse palabras de ánimo y con su voz quebrada seguir gritando.

Vamos Mary! ¡Vamos!... -decía entre lágrimas y casi sin voz, cerró los ojos y en un momento sintió salir como un tapón aquella criatura, rápido, lo tomo en sus brazos y lo recostó en su pecho, cansada como si hubiese corrido un maratón o terminado una de las peleas de box más reñidas sonrió al sentir la respiración de su pequeño.

Héctor... Siempre estaré contigo - le dijo al pequeño mientras lloraba y respiraba, podía sentir si respiración como la de un caballo y su corazón como la de un martillo. 

Apenas y había notado que el pequeño también lloraba en sus brazos hasta que volvió en sí, se levantó apoyándose del inodoro, frente a ella había una toalla color azul colgada de un brazo metálico, tirando de ella comenzó a limpiar lentamente la cabeza del pequeño que sostenía en sus brazos, paso lentamente la tela por las pequeñas piernas del niño, suavemente subió a sus brazos y cuello, al comenzar a bajar por su vientre notó que no había retirado correctamente el cordón que aún la unía de su pequeño hijo, lentamente salió del baño, sostenida de la puerta, despacio buscó en un cajón cerca del televisor que estaba frente a la ventana, unas tijeras que le ayudaron a terminar el trabajo, puso al bebé sobre el sofá y ella se sentó a un lado.

Toc, toc, toc - sonaba con fuerza la madera de la puerta de bienvenida.

Una voz suave pero fuerte sonó - ¿Mary? ¿Estás ahí? - se hizo un silencio y luego continuó -  Me han dicho que se escucharon gritos... Y... Solo quería saber que estabas bien...

Teresa, la anciana que vivía dos pisos abajo, siempre había sido muy amable con Mary, a decir verdad a ella no le caía demasiado bien, pero no se podía negar a la ayuda ahora.

Hola Tere... Amm... - aún sonaba como si hubiese llegado de una gran maratón - Est... Estoy bien... Puedes  pasar - dijo al fin - está abierto.

No creerás lo que... - Teresa guardó silencio al escuchar llorar al pequeño Héctor que estaba aún recostado en el sofá.

¡Niña! ¡Por dios! - gritó con un tono de horror y claramente se había puesto pálida, Teresa era piel morena  pero no lo suficientemente, Mary diría que tal vez color "canela", pero esta vez Teresa estaba blanca como si hubiese visto a un fantasma.

Hola Tere - Mary sonrió con un rostro cansado y con un aspecto como si hubiese salido de un sepulcro - ¡lo hice! - dijo esta vez casi susurrando.

Teresa se acercó un poco más a obsérvala y con un gesto de desagrado y aún pálida...

¡No puedo creer que hayas parido tu sola, niña!... llamaré a emergencias - tomó el teléfono - buenas tardes señorita, tengo una jovencita que acaba de dar a luz, necesito un ambulancia urgente - su voz se quebraba un poco mientras hablaba, se podía notar también cierto tono de miedo y preocupación - no sé... - prosiguió - parece que está bien y sano - con una mirada Mary comprendió que hablaba de Hector - no, no, ella también parece estar bien, sí, 20 años - le lanzó una pequeña sonrisa a Mary que ella respondió - sí claro, es la colonia Gustavo A. Madero...

Mientras Teresa daba la dirección del minúsculo departamento en el cual el pequeño Hector había nacido, Mary con un sentimiento de seguridad comenzó a dormitar un poco, sentía como los pies comenzaban a flotar aunque ella seguía sentada en el sofá, podía sentir que su corazón volvía lentamente a sus golpeteos habituales y su respiración se regulaba lentamente, aunque el dolor seguía aún en el vientre.

Comenzó a sentirse con un poco de más suerte al escuchar a Teresa colgar y acercarse para admirar al pequeño Hector, la escuchaba hablar con él cada vez más lejos, el cansancio que sentía era algo que jamás había experimentado, un par de minutos después despertó acostada en una cama con sabanas tan blancas como la nieve y sobre un colchón tan cómodo que sintió que estaba sobre una nube.

Un hombre de bata estaba sentado tomando notas frente a ella, la miro y le dio una amplia sonrisa.

Bastante valiente, eres una jovencita bastante valiente - mientras hablaba se puso de pie - un parto exitoso sin ayuda de nadie es una hazaña de la cual debes sentirte muy orgullosa - seguía hablando con esa sonrisa con la que había comenzado a hablar.

-Y...

- ¿El pequeño? - se adelantó - él está bastante bien, está sano y fuerte, no parece haber ningún tipo de daño colateral... sin embargo... - el hombre pensó un momento - bueno... en realidad no es nada de qué preocuparse, una enfermera vendrá a revisarte y si todo está bien te podrás ir a casa con el pequeño...

- ¡Héctor! - respondió Mary como si no le agradara demasiado la sonrisa de aquel sujeto.



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En el texto hay: union, aventura, honor

Editado: 21.12.2020

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