Entre las Sombras

Capítulo 1

La policía rodeaba aquel hospital, el cual fue lugar de una masacre nocturna. Cuando llegaron y comenzaron a revisar las habitaciones se encontraron con algo horroroso.

En la habitación que funcionaba como oficina se encontraban dos personas que por sus uniformes se asumió que eran un doctor y una enfermera, los cuales estaban nadando en un charco de sangre.

En la siguiente habitación encontraron a cinco enfermeras colgadas desde el ventilador del techo y con el cuello cortado. Era una escena fatal, no habían visto masacre parecida desde hace veinte años, cuando una mafia desconocida arrasó con toda vida en un pueblo a las afueras de la ciudad.

Siguieron buscando más víctimas en las habitaciones y no encontraron nada, hasta que abrieron la última habitación en la cual se percataron que a lado de la cama había una cuna y la cama principal estaba desecha. Llegaron a la conclusión que alguien había pasado la noche en el lugar, y se dirigieron a la sala de niños y observaron un cunero con las sábanas revueltas.

Una mujer había dado a luz en el lugar, pero dónde estaban.

Eran los culpables o las víctimas.

-Capitán, ya hicieron el levantamiento de los cadáveres e identificamos la identidad de uno de ellos. Es el único hombre del lugar, el Médico Jorge Jara, conocido por llevar el control de salud de. – El policía fue interrumpido.

-De los Slovocia. – Terminó de decir aquel Capitán de la policía. - Jaime ponte en contacto con la agente London, le haremos una visita a Alfonso Castro. – Dijo observando una identificación en el suelo de la habitación.

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Los jóvenes corrían por los túneles que se encontraban debajo del hospital, aquella joven no paraba de llorar y era jalada por el joven desesperado. Llegaron hacia una puerta y al salir se encontraron con Luna y Lucas.

Luna jalo a Isabella y la metió en el carro, mientras que Luca y Antonio ingresaban a otro carro. No les importó que los transeúntes observaran gran caravana de carros por la mitad de la ciudad en plena mañana. Se dirigían hacía la casa del joven Sánchez, cuando fueron abordados por otros carros blindados.

Se preparaban para disparar, pero el ataque nunca llegó. Solo los pararon por unos minutos y luego siguieron la contraria.

Isabella no paraba de llorar y en su desespero de regresar al hospital quiso abrir la puerta del auto, cuando otro carro pasó por su lado mandandola de nuevo a su asiento. Luna no sabía que decir en esta situación, cuando la llamaron pensaba que era una broma. Pero cuando Lucas le dijo que era verdad solo pensaba en una sola persona.

No sabía cómo calmar a Isabella, la intentaba sostener, pero ella se soltaba, hasta que bajó el vidrio que separaba al chofer con ellas y le pidió que estaciones a un lado de la vereda.

Cuando pararon agarró a Isabella de los hombros y le obligó a que se detenga.

-Por favor cálmate, te estás haciendo daño. – Le dijo sabiendo que calmarse no era una opción.

-Quieres que me calme, cuando mi bebé fue robado de mi lado. – Le contesto Isabella soltándose. – Quieres que me calme cuando arrasaron con el hospital llevándose a mi bebé de un par de horas nacido. – Volvió a repetir llorando desconsoladamente.

-Sé que no te puedes calmar, pero necesito que te tranquilices un momento y pensar por dónde empezar a buscar. – Le dijo Luna.

-Quiero ir a la mansión. – Respondió Isabella. – La única persona que me puede decir quien se llevó a mi bebé está en esa casa. – Término.

-Te matará, debe haber otra opción. – Le dijo Luna sabiendo que no hay otra opción.

-La puerta está abierta, no quiero tener en la conciencia más muertos. – Hablaba Isabella bajando el vidrio y dándole la dirección al chofer.

-Disculpe señorita, pero no estoy autorizado para llevarla a esa dirección. – Contestó el guardaespaldas.

-Ahora estás autorizado, o quieres firmar la puta autorización con tu sangre. – Le respondió Isabella jalandolo de su traje. – Me llevas a ese lugar o de aquí no sales.

-Sabe que vamos a morir, ¿Verdad? – Le preguntó el hombre sacándose el audífono y tirándolo a la calle.

-Yo ya morí. – Respondió Isabella.

-Moriremos todos. – Le dijo Luna. – Te ayudare, aunque eso me cueste la vida. – Terminó de decir.

-No tienes que hacerlo. – Le dijo Isabella.

-Lo tengo que hacer, yo la presenté a él, y me siento responsable por lo sucedido. – Le dijo y nadie contestó.

Pasaron aproximadamente dos horas desde que el auto que llevaba a las jóvenes de desligo de la caravana, y el teléfono de los presentes no dejaba de sonar. Una hora más y llegaron a un portón negro en medio de la nada.

Habían llegado a la mansión Slovocia, el dulce hogar de Isabella.

La joven se bajó del auto y se dirigió hacia el intercomunicador, y al instante se abrieron las puertas de la mansión, cuando regresó a ver y sus acompañantes estaban siendo apuntados por la seguridad de su padre.

-Sueltalos. – Habló una voz muy conocida para la joven.

Isabella se regresó a ver y su padre se estaba acercando con una sonrisa en su rostro. Sintió una presencia a su lado y vio a Luna jalando al hombre con ella.

-La hija pródiga regresa a su nido, más bien, La hija pródiga regresa a morir. – Dijo su padre sacando una pistola y apuntándole. – Últimas palabras antes de morir. – Le dijo.

-Mataron y secuestraron a mis hijos. – Le dijo mirándolo fijamente y la sonrisa de su padre se borró rápidamente, así como se escucharon chirridos de unos autos cerca.

Maldita Sea.

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-Conéctame con Escolta 5. – Antonio le pedía a su guardaespaldas.

-Enseguida señor. – Respondió.

-Espero la llamada. – Volvió a decir sin obtener respuesta.

-No hay contacto señor. – Dijo el hombre sacándose el auricular.

-Como que no hay contacto. – Grito Antonio.

-Los perdimos. – Terminó el hombre tirando su auricular al asiento de copiloto y activando el GPS de auto. – Están saliendo de la ciudad. – Dijo señalando en el mapa. – Tenemos menos de diez segundos hasta. – No termino de hablar porque Antonio lo interrumpió.




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