Entre las sombras del amanecer

Capítulo 6: El templo de la selva

Alejandra y Samuel viajaron durante días, cruzando montañas y valles, hasta llegar a la densa selva de Yucatán. La humedad y el calor eran sofocantes, pero su determinación no flaqueaba. Sabían que la primera de las Llaves de la Eternidad estaba oculta en las antiguas ruinas de un templo maya, un lugar lleno de misterios y peligros.

Al llegar a la entrada del templo, se encontraron con una estructura imponente, cubierta de enredaderas y musgo. Las inscripciones en las paredes contaban historias de antiguos dioses y sacrificios, y una sensación de antigüedad y poder impregnaba el aire. Alejandra miró a Samuel, ambos sabiendo que estaban a punto de enfrentarse a algo extraordinario.

—Aquí es donde comienza nuestra verdadera prueba —dijo Alejandra, ajustando su mochila y encendiendo su linterna.

Entraron al templo con cautela, sus pasos resonando en el silencio. El interior estaba oscuro y fresco, un contraste bienvenido con el calor exterior. Las paredes estaban decoradas con intrincados grabados y pinturas, mostrando escenas de rituales y ceremonias antiguas.

—Debemos encontrar la cámara central, donde se guarda la primera llave —dijo Samuel, consultando un viejo mapa que había conseguido en el pueblo más cercano.

Avanzaron por los pasillos laberínticos, enfrentándose a trampas ocultas y enigmas que ponían a prueba su ingenio y valentía. En un momento, se encontraron en una sala llena de estatuas de piedra, cada una con una expresión diferente de miedo, ira y tristeza.

—Este lugar es increíble —murmuró Alejandra, observando las estatuas—. Pero también da miedo. Parece que estas estatuas están... vivas.

Samuel asintió, pero antes de que pudiera responder, una de las estatuas se movió. Sus ojos brillaron con una luz espectral, y una voz profunda resonó en la sala.

—Solo aquellos que demuestren su valía pueden avanzar. Resuelvan el acertijo o quédense atrapados para siempre.

Alejandra y Samuel se miraron con determinación. Sabían que no podían fallar. La voz continuó, planteándoles un complejo acertijo basado en las inscripciones en las paredes.

Después de lo que pareció una eternidad, finalmente resolvieron el enigma, y la puerta de la cámara central se abrió con un crujido ominoso. Entraron, encontrándose con un gran altar en el centro de la sala. Sobre el altar, un cofre dorado descansaba, irradiando una luz suave.

—La primera llave —susurró Alejandra, acercándose al cofre.

Lo abrió con cuidado, revelando una pequeña llave dorada con intrincados grabados y una gema azul incrustada en el mango. Al tocarla, Alejandra sintió una oleada de energía recorrer su cuerpo, como si la llave estuviera viva.

—Lo logramos, Samuel. Ahora tenemos la primera de las tres llaves —dijo, guardando la llave en su mochila.

Pero justo cuando se disponían a salir, un temblor sacudió el templo. Las paredes comenzaron a crujir y fragmentos de piedra cayeron del techo.

—¡Tenemos que salir de aquí! —gritó Samuel, tomando la mano de Alejandra y corriendo hacia la salida.

Corrieron a través de los pasillos mientras el templo se derrumbaba a su alrededor. Llegaron a la entrada justo a tiempo, saltando fuera del templo mientras la estructura colapsaba tras ellos. Exhaustos pero aliviados, se levantaron y se miraron, sabiendo que habían superado su primera gran prueba.

—Esto fue solo el comienzo —dijo Alejandra, respirando profundamente—. Pero lo logramos. Tenemos la primera llave.

Samuel asintió, sonriendo.

—Y estamos más cerca de derrotar las sombras para siempre.

Con la primera llave en su poder, Alejandra y Samuel se prepararon para su próximo destino: una isla olvidada en el Pacífico. Sabían que cada prueba sería más difícil que la anterior, pero también sabían que juntos, podían superar cualquier obstáculo.

Mientras se alejaban de las ruinas del templo, la selva a su alrededor parecía más luminosa, como si celebrara su victoria. Con renovada esperanza y determinación, Alejandra y Samuel continuaron su viaje, listos para enfrentar el próximo desafío en su búsqueda de las Llaves de la Eternidad.




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