“Algún día nos libraremos del monstruo”
Allison Garnet
05 de enero de 2011
“—Cariño, algún día seremos tan libres, que te aburrirás de tu vieja madre, ese día seremos tan felices que no recordarás estos días, estoy segura”
Esas fueron las palabras de Melina Garnet, mi madre, un día antes de que cometiera uno de los más escandalosos asesinatos de Londres.
Llevábamos tanto tiempo encerradas en esa casa, Jake nos tenía en total cautiverio, su idea de “protección” nos hacía más daño que cualquier otra cosa del mundo; lo que pasó después trato de eliminarlo de mi mente desde que salí de ahí y no es difícil de adivinar, mi “padre” abusó de mí, todas las veces que quiso, nos amordazó, amenazó, encadenó y golpeó hasta perder la conciencia.
Mi madre fue la más afectada en todo esto, puesto que perdió la sensibilidad de uno de los dedos de su pie y varias veces se quebró las muñecas para evitar que el monstruo abusara de mí.
Al notar esto, cada vez que iba a hacerlo se aseguraba de golpear a mi madre hasta dejarla inconsciente.
“—Algún día nos libraremos del monstruo”
Al final, fue ella quien nos llevó a la libertad privándose de la suya, por años tuve que ver como mi madre se desvanecía de una manera lenta, sofocante y desgarradora y aunque fue condenada a tres años de prisión psiquiátrica, ahí encerrada, con medicamento, en un cuartito pequeño solo con una cama minúscula, ella fue feliz, al fin le fue devuelta la libertad que Jake nos arrebató a ella no le importaba pagar con su vida, el precio de nuestra libertad.
Esa fatídica noche más de cincuenta y dos puñaladas impactaron el cuerpo de la bestia; Cincuenta y tantas puñaladas y una mujer sonriente al lado de toda la sangre y un cuerpo casi irreconocible.
Trato de alejar los pensamientos de mi cabeza y dejo de mirar por la ventana la nublada tarde de Londres, ajusto mi gabardina y sonrío nostálgica cuando escucho pasos acercándose, por qué sé que nos espera un largo y agotador día.
Giro, para mirar al hombre que me vio renacer con lo poco que tenía, la persona que ha vuelto mi mundo caótico de una buena manera y que me supo esperar en el momento más difícil.
—Mi vida, dime por favor que ya estás lista – él sonríe en complicidad y puedo ver en su mirada que de verdad le preocupa.
Le sonrío a la persona que no me juzgó ni un solo segundo y me hace la mujer más feliz del mundo, en definitiva, el hombre de mi vida.