Entre Mí Camino

Capítulo.

(5)

Taylor:

—¡Amigo, ¿Y esa sonrisa?! —Farrell, entra cómo perro por su casa—. No me digas que te la…

—No —Lo corto antes de que lo fuera a decir—.

—Ay gracias a Dios, porque ya te iba a decir tus cuántas cosas —Respira mejor sentándose frente a mí—.

—Pero eso no quiere decir que un futuro pase.

—Estúpido —Murmura haciendo que lo vea burlón—. ¿Entonces que hiciste para que andes cómo un osito cariñosito?.

—Nada, ¿Acaso no puedo andar de buenas? —Pregunto con fastidio—.

—Tienes razón, pero es que no es muy común en tí —Se encoge de hombros—. ¿Y, no me vas a decir?.

—Pasé el día de ayer con ella.

—¡Sabía que tenía que ver con ella! —Exclama—.

—¿Me vas a dejar que te cuente o no? —Se calla dándome a entender que prosiga—. Le dije que me acompañara al almuerzo que tenía con los representantes de Puma, luego la acompañé a su universidad, problemas surgieron allí y luego la llevé al mirador, por último la llevé a su casa.

Termino, el me vé sin creerse nada de lo que dije.

—La llevaste al mirador —Balbucea—. A nadie llevas ahí, es tú lugar de relajación.

—Eso mismo necesitaba ella, por eso la llevé ahí, total, siempre hay una primera vez —Abro la laptop—.

—Yo lo digo así ya que es tú lugar secreto —Sigue—.

—Ni tan secreto es porque lo sabes tú.

Me vé mal.

—Claro, soy tú mejor amigo el que amas con todo tú corazón, tengo el derecho a saberlo —Niego, este hombre y sus cosas—. Pero un avance para tí.

Dejo de teclear en mí laptop para verlo con atención.

—¿A qué te refieres con un avance?.

—¿En cuántos momentos de tú vida sales con una mujer sin que tengas nada o a lo último del día te acuestes con ella?.

—En ningún momento —Me pongo a pensar—.

—Es la primera —Confirma—. Vaya, sorprendente.

Hasta mí eso me sorprende, tiene razón, me cae mal que la tenga, pero sí.

—Puedes creer que le hice la broma de la leche —Me río de solo pensarlo—. Fueras visto sus mejillas.

—¿Es en serio, Taylor?, algún comentario así tenías que decir.

—Claro, te recuerdo que soy Taylor Nobéli. Me mintió diciendo que tenía las mejillas así por fiebre.

—Creo que no te mintió —Habla—. Por eso no la ves por aquí, está tumbada en su cama con fiebre, me informó a las siete de la mañana.

No creo que sea tan mierda cómo para fingir una fiebre haciendo ver qué lo que me dijo ayer era verdad. Veo mí reloj, las una de la tarde.

Tomo mí teléfono saliendo de mí oficina escucho cómo Farrell me sigue.

—¿A dónde vas?.

—A verla, quédate a cargo mientras tanto —Le ordeno y asiente sin más—.

Su apartamento no es que quede tan retirado de la empresa, por eso llego rápido, bajo de mí McLaren llegando a la recepción encontrándome con el viejo que me recibió una vez.

—Bienvenido, señor. ¿Qué se le ofrece, viene a visitar a la señorita De Mayo? —Asiento—.

—Sí, ¿Se encuentra?.

—Es correcto, adelante ya sabe la dirección.

Me da el pase, me introduzco al ascensor llegando al piso cinco, en dónde se encuentra, salgo del ascensor pasando por un pasillo pero en eso choco con alguien.

Es ella, queda diminuta a mí lado ya que ninguna de nuestras estaturas nos favorecen. La tomo revisándole la temperatura, <<Parece un volcán>>, está muy caliente, veo sus ojos esmeraldas quiénes se encuentran rojos e hinchados, capaz se la pasó llorando toda la noche.

Ella me vé extrañada, al ver que estoy aquí y por cómo la tomé así sin más.

—¿A dónde vas?.

—A trabajar —Su voz suena rara capaz porque tiene la nariz tapada y la garganta seca—. ¿Y usted qué hace aquí?.

—A ver sí lo de estar enferma era mentira, no vas a ningún lado, no quiero trabajar doble atendiendo a un enfermo —La tomo de la mano llevándomela de nuevo a su departamento—.

Me pasa la llave, abro la puerta ambos adentrándonos al lugar.

—¿Se le olvidó algo, señorita? —Veo a todos lados, hasta me doy cuenta que es su asistente—.

—No, gracias, Vicky.

—Ok, tienes a un asistente, así que me puedo ir de una buena vez —Suelto su mano—. Te espero en la empresa cuándo te sientas mejor.

—Es mejor que tenga a una persona de carne y hueso a su lado, señor Nobéli —La veo, muere de vergüenza al escuchar a la tal Vicky—.

—¿Le has hablado de mí?.

—Ella me informó que me rastreaste, así que no te quejes —¡Ja!, me acuerdo—. Y no le hagas caso, te puedes retirar.

—No es por hacerte caso, pero de igual forma me iba a ir —Rueda sus ojos—. Nos vemos.

—Ajá.

Me responde cortante, la dejo para irme otra vez a la empresa.

Y el día lunes se basa en reuniones con los equipos sobre el negocio que se está llevando a cabo, dolores de cabeza pensando en la mujer que está enferma tumbada en su cama, Farrell por un lado, Denzel por el otro.

No he descansado nada, quisiera tomar las maletas e irme por unos cuántos días dejando el trabajo, apenas he probado bocados de comida.

—¿Me estás escuchando, Taylor? —Veo a Denzel—. ¿En qué tanto piensas?.

—No es de tú incumbencia, lo que sí quisiera saber es cuándo me dejarás solo en la oficina, al igual que tú, Farrell —Los veo a ambos—.

—Señor, Denzel. Sería bueno que le diera un descanso a su hijo.

—¿Y tú desde cuándo me das consejos de lo que debería hacer y no hacer, Lennox? —Le pregunta a la defensiva—.

Este hombre se transforma aún más cuándo le tocan el tema de yo descansar. Me toco el puente de mí nariz estresado.

—¿Tú no deberías de estar en Venezuela con Alexander? —Le pregunto en un tono nada bonito—.

—No, de eso te estaba hablando. Mañana por la tarde tienes que viajar junto con Flor hacia Venezuela —Me levanto de mí sitio—.

—¿Qué?, no, además ella se encuentra enferma para andar viajando.

—No me interesa, soy el mayor jefe aquí, estamos en pleno negocio para andar guardando reposo por un simple resfriado, anda a dormir un poco, mañana tienen que partir —Se larga de mí oficina—.




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