El chico que no sabía quedarse quieto

Al día siguiente, Sonic llegó antes de que la campana sonara. No porque fuera responsable… sino porque quería probar algo nuevo en cada club.

—Cinco clubes, cero pereza —murmuró mientras se estiraba en el patio—. ¿Quién dijo que los demonios dormimos?

🏀 Entrenamiento de baloncesto: jugadas, risas… y miradas

El gimnasio ya estaba en movimiento. El capitán del equipo masculino silbó al verlo entrar.

—¿Tú eres el nuevo? El del salto loco de ayer.

—El mismo. ¿Listos para que les enseñe algo de estilo?

Todos se rieron, pero en la cancha, Sonic no decepcionó.
Botó, fintó, voló… y anotó de espaldas sin mirar.

—¿Qué demonios fue eso? —preguntó uno, sorprendido.

—No lo sé, bro, me salió sin pensar —dijo Sonic con una risa.
Desde la grada, Emely observaba sin que la vieran.
No sonreía, pero tampoco podía dejar de mirar.

⚽ Fútbol: el chico de los mil toques

Después del básquet, corrió al campo de fútbol.
—¡Huchija, vas de delantero! —gritó el entrenador.

Sonic se lanzó a jugar como si fuera su última oportunidad de vivir.
Hizo túneles, rabonas, se burló del arquero con un giro y… ¡gol con la cabeza!

Todos quedaron en silencio… hasta que alguien aplaudió.
Era Ryo, su hermanito adoptivo, que recién había llegado a la escuela.

—¡Eso va a estar épico o muy mal, no hay punto medio! —gritó, riéndose.

—¡¿Qué haces aquí, bicho?! —Sonic se lanzó sobre él como si fuera un gato loco.

—¡Vine a inscribirme en gimnasia! Y en teatro, porque Emely me obligó…

—¿QUÉ? —Sonic palideció.

—Shh... dijo que si no me metía, te iba a besar en frente de todos.
Y tú sabes que tú... bueno… tú.

Sonic tragó saliva.
—Voy a odiarla y quererla al mismo tiempo, ¿verdad?

—Oh sí —respondió Ryo, sacando su minicámara—. ¡Y todo esto queda grabado!

🎭 Teatro: el infierno sobre el escenario

El salón de teatro olía a polvo y papel viejo.
Emely estaba sentada con las piernas cruzadas y mirada de "no me hables".

—Llegaste tarde, inútil —le dijo sin mirarlo.

—Llegué justo cuando tenía que hacer una entrada épica.

—Te toca cantar con Ryo.

—¿Qué? —dijeron ambos al mismo tiempo.

—La obra es sobre dos idiotas que descubren que son hermanos... más o menos encaja —agregó Emely, con una sonrisa traviesa.

Sonic miró a Ryo, luego a Emely…
y por un segundo, la vio sonreír. No una sonrisa cualquiera. Una de esas que causan temblores.

—Ay no… me va a besar un día de estos, ¿verdad?

—Espero estar grabando cuando pase —dijo Ryo.

🎶 Música y baile: Sonic contra el ritmo (otra vez)

La sala de música estaba llena de instrumentos, pero Sonic ya tenía el suyo.

—Denme un micrófono. Les canto lo que quieran.

Y lo hizo. Con fuerza. Con alma.
Hasta Emely, que solo pasaba por el pasillo, se quedó en la puerta escuchando.

Después, llegó la hora del baile.

—Esto sí lo domino —dijo Sonic, confiado.

Pero cuando Emely entró al salón, todo su cuerpo falló: se le enredaron los pies, se le cayó la botella, y terminó tropezando con su propio pie.

—¿Estás bien, torpe? —preguntó ella, inclinándose.

—Estoy más bien que nunca… y más cerca de ti también —dijo él, sin darse cuenta que lo había dicho en voz alta.

Emely se sonrojó y murmuró algo inaudible mientras salía rápido del salón.

—¿Qué fue eso? —preguntó Ryo desde una esquina.

—Un momento que no quiero explicar jamás.

🌙 Final del segundo día

Al final del día, Sonic estaba tirado en el césped, mirando las nubes, con su mochila como almohada.

Kendo apareció y se sentó a su lado sin decir nada por unos segundos.

—¿Sabes que mi hermana no es fácil, verdad?

—Sí, pero… ¿alguna chica que valga la pena lo es?

Kendo rió, y por primera vez, no parecía un hermano amenazante.

—Tú eres un idiota, pero... creo que me agradas, cuñi.

Sonic sonrió.
—Entonces prepárate, porque esto apenas comienza.

Y al fondo, muy lejos de ahí, una sombra observaba desde otro mundo…
algo o alguien que también estaba comenzando a moverse.