Entre mundos y collares

Reunión de familias… y un regalo celestial

El ambiente en la gran casa del señor Misakawa era tenso… pero también lleno de expectativa.
Las familias Huchija y Misakawa se habían reunido por primera vez oficialmente, y no por una misión o entrenamiento.

Estaban todos: Sonic, su padre, su madrastra, su primo Yuto, Ryo (el hermano adoptivo), Kendo, Emely, su madre… y, por supuesto, el Señor Misakawa, observándolo todo con ojos afilados.

En medio de la sala, decorada con símbolos del clan de los Gatos de la Noche, había una mesa llena de comida, té y cosas dulces preparadas por Sonic y Emely.
Pero la comida no era el centro de atención esa noche.

—Así que… ¿están comprometidos oficialmente? —preguntó el padre de Sonic, con los brazos cruzados, serio pero con una sonrisa escondida.

—Sí, señor —respondió Sonic, mirando de reojo a Emely, que jugaba con el borde de su camisa.

—Y yo ya le di el anillo —agregó Emely, levantando la mano para mostrarlo.

Todos miraron… pero entonces Sonic dijo algo que cambió el aire en la habitación.

—Y yo… también tengo algo para ella.

Se acercó a Emely y sacó de su bolsillo una pequeña caja.
Al abrirla, un collar resplandeciente con un cristal blanco puro brilló en medio del salón.

Un collar angelical.

—¡¿Qué?! —exclamó Yuto, casi derramando el té.

La madre de Emely cubrió su boca, sorprendida.
Misakawa se enderezó en su asiento. Nadie dijo nada por unos segundos.

—¿Dónde… conseguiste eso? —preguntó Kendo, en voz baja, mirando a su hermana con preocupación.

Sonic respiró hondo y dijo con calma:

—Fui al bosque a entrenar… y me crucé con un pequeño campamento de un clan enemigo. Tenían el collar.
No lo iban a entregar pacíficamente.

—¿Y cuántos eran? —preguntó Misakawa, con el ceño fruncido.

—Ciento diez. —La voz de Sonic no tembló.

Hubo un silencio incómodo.

—¿Ciento diez miembros de un clan… y los derrotaste tú solo? —dijo Yuto, entre asombrado y preocupado.

Sonic asintió.

—La mayoría se especializaba en ataques de largo alcance.
Eran rápidos, pero dependían demasiado de sus habilidades a distancia.
No sabían qué hacer cuando los enfrenté cuerpo a cuerpo.
Uno por uno… cayeron.

Misakawa chasqueó los dedos, como si eso confirmara una sospecha.

—Típico error de los clanes de segunda: mucha técnica, poca estrategia.

Emely se acercó y tomó el collar con cuidado, sus ojos brillaban de emoción y nervios.

—Es… hermoso. Y… ¿es para mí?

—Sí —dijo Sonic con una sonrisa—. Si tú me diste un anillo, yo quería darte algo igual de valioso.

—Pero este collar es uno de los 12 collares angelicales sagrados —dijo la madre de Emely—.
Solo uno de ellos puede equilibrar el poder de un collar demoniaco…

—…Y tú llevas el más poderoso de todos los collares de Black Clover —completó Misakawa, mirando a Sonic.

—Por eso es perfecto —dijo Emely, con lágrimas en los ojos—.
Uno de demonio… uno de ángel. Es como si… estuviéramos destinados a protegernos mutuamente.

Sonic la miró en silencio. Luego se acercó y, delante de todos, le puso el collar.
Un destello de luz blanca iluminó brevemente la sala.

Y nadie volvió a decir nada por varios segundos.

⋆ ⋆ ⋆

🕯️ Final del capítulo

Esa noche no hubo entrenamiento.
No hubo gritos ni misiones secretas.
Solo una familia nueva formándose frente a los ojos del clan.

Y cuando todos se retiraron a descansar, el Señor Misakawa se quedó mirando la luna desde su balcón.

—Black Cat… —susurró—. Ese chico va a romper el equilibrio del mundo…
…para reconstruirlo con sus propias manos.




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