Entre, pinceles, cartas y secretos

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Frederick

Frederick

Llevar una doble vida no era tan sencillo como parecía, pensé que siendo anónimo en la sociedad tendría menos estrés. A estas alturas me preguntaba qué tan bueno seguía siendo mantenerme en secreto.

—Hazme caso, no te lo repetiré dos veces —Una voz demandante me trajo de nuevo a la realidad.

Rodé los ojos y me acomodé en el asiento del avión. En estos momentos no estaba siendo mi mejor amigo, ahora actuaba como mi manager.

—Te estoy haciendo caso. —Me saqué los lentes de sol y los dejé a un lado. Miré la ventana del avión una vez más, respiré despacio e intenté calmar mi pie que seguía moviéndose por si solo.

—Aja, repite lo que te dije —Cruzó los brazos y se recargó en su asiento.

—Llegamos, firmamos los contratos, vamos al hotel y descansamos todo el fin de semana.

Me miró serio, el café de sus ojos se oscureció. Intenté fingir una sonrisa, pero apenas la comisura de mi labio se levantó. No había por qué darle vueltas al asunto, en realidad era todo lo que teníamos por hacer. Al menos yo.

—Cuando lleguemos tenemos que hablar con James, es importante aclarar lo de tu identidad. Hablaré con él mientras tú esperas en el auto para después firmar el contrato —Explicó algo que sabía de memoria —Este es un buen proyecto, servirá para llegar a más audiencia.

—Puedo esperar en el hotel —Bajé la mirada hacia mis manos, me quité un pequeño pedazo de piel que se había desprendido de mi dedo.

—Ni lo sueñes. La última vez te perdí por dos días.

Lo miré con aburrimiento, ni siquiera había sido algo grave. Esa vez solamente regresé a mi casa sin avisarle y se alteró como si me hubiera ido del país para siempre. Sabiendo que sería lo último que haría para escapar del trabajo.

—No volverá a pasar.

—Irás conmigo. —Fue una orden, dos segundos después agudizo su voz y llamó a la azafata para pedirle una de botella de agua —Volviendo al trabajo, ¿Terminaste el último cuadro que faltaba?

Desvíe la mirada a la ventana, ese cuadro me estaba costando más de lo normal poder terminarlo. Sentía que le faltaba algo, no transmitía lo que quería. Podría entregarlo y de todas formas me pagarían, pero no me sentiría satisfecho con eso.

—Si... Quizá debamos retrasar la entrega —Murmuré sin dejar de ver las nubes. Harrie expulsó el aire y llevó sus dedos al puente de su nariz.

—Fred, este viaje no se volverá a repetir, lo sabes. Quedaste de entregarlo el martes, y estamos a sábado. No sé cómo le harás, pero no quedaremos mal.

—Sólo un par de días —Lo miré y supliqué con los ojos

—No, tenemos agenda llena y la galería empieza el viernes.

—Ni siquiera importa si estoy o no presente —La azafata volvió con su botella. Esperé a que desapareciera para seguir —Puedo usar ese tiempo para acabar el cuadro, tú puedes encargarte del evento.

—Frederick Walls —Dejó su botella y juntó sus manos sobre su abdomen —Que seas un artista anónimo no quiere decir que me dejarás todo el trabajo a mí.

—Bueno, tú eres mi representante. Para eso te pago.

—Estarás presente en la galería y entregarás ese cuadro el martes. Hazte responsable de tu trabajo.

Fue su última palabra, a pesar de tener la misma edad se comportaba como si fuera mi padre, uno que nunca tuve. Me presionaba mucho, en primer lugar, el que yo quise ser anónimo fue precisamente porque quería evitar presiones, quería tener una vida tranquila mientras hacía lo que me gustaba.

—A veces no pareces mi amigo —Quise bromear, pero sonó más a un reproche.

—Claro que lo soy, pero hay que saber separar el trabajo de la vida personal —Dijo en un tono medio serio. Solté un bufido y subí mi pie sobre mi pierna, tratando de dejar de moverlo.

—En ese caso soy tu jefe. Yo estoy a cargo.

—Bien, jefe —Imitó mi posición —Quiero un aumento.

Abrí la boca fingiendo indignación. Su sonrisa se amplió dejando ver su perfecta dentadura.

—Con lo que te pago, tú eres el que me debería dar más.

—Tienes mi amistad, con eso basta y sobra —Bromeó y solté una risa corta.

Negué y me la lanzó su almohada de viajes, la atrapé en el aire y me la puse. Cambiamos de conversación y volvimos a la seriedad de hace un rato.

—¿Veremos a Yoshi y a Jake? —Pregunté mientras miraba a la ventana, hacía tiempo que no los visitamos. Eran nuestros amigos.

—Si, tiene más de un año que no los vemos.

—Eso no pasaría si no me llenarás de trabajo. No es justo que me explotes de esta manera —Fingí dolor.

—Si no hay trabajo no hay dinero, y si no hay dinero no hay nada.

Puse los ojos en blanco, Harrie sacó su celular y empezó a mensajear con alguien, supuse que del trabajo.

—Entonces... —Regresé al punto —¿Irán a la galería?

—Aún no lo sé, sabes que igual tienen mucho trabajo. Y tendrán una firma de autógrafos el viernes así que lo dudo.

Nuestros amigos también eran artistas, unos muy reconocidos al igual que yo. Solo que, a diferencia, ellos no eran anónimos y estaban enfocados en diferentes áreas del arte. Jake estaba enfocado en hacer esculturas de arcilla y tallar piedras. Yoshi solo pintaba paisajes y yo, pintaba lo que me venía a la mente, no tenía preferencias.

Ellos eran conocidos por hacer varios eventos para convivir con sus fans, tomarse fotos y todo eso que hacen los famosos.

Eso no era mi estilo, y convivir con desconocidos no era mi fuerte. De este modo yo solo debía pintar, hacer algunos posts en Instagram y vivir una vida normal. El trabajo pesado lo hacía mi mejor amigo, pero a él le gustaba y le pagaba muy bien. No podía quejarse.

El resto del viaje decidí dormir para tratar de olvidar que estábamos miles de kilómetros lejos del suelo y para recuperar energías para cuando llegáramos a Boston. Saliendo del aeropuerto fuimos directamente al hotel para desempacar y cambiarnos de ropa. Cuando decía que Harrie llenaba la agenda de trabajo, no mentía. Ni siquiera podríamos descansar un rato después de tantas horas de viaje, ¿Quién arreglaba contratos a las 8 de la noche?




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