Entre pólvora y suspiros

CAPITULO 3

Adara.

Toda la noche pensé en mi corta charla con ese chico, es muy inteligente para ser un pueblerino, además que viste ropa fina. Debe ser de familia rica ¿O tal vez este casado? Eso explicaría por qué lleva anillo.

Además, no sería raro, es mayor que yo ¿Cómo no se me ocurrió antes?

—¿En qué piensas? —me pregunta Giovanna mientras me peina.

Retuerzo mis dedos planteándome el contarle o no. Y al final me declino por hacerlo. —¿Recuerdas del chico que te hablé ayer?

—Sí, el chico lindo. —habla con un tono.

—Bueno él habló conmigo anoche. —se queda estática un momento.

—Y fue por eso que tardaste en regresar. —concluye Giovanna con un tono acusador.

—Sí, y creo que fue mala idea, si antes me parecía lindo solo con verlo después de hablar con él quedé embelesada. —decido abrir mi corazón de una vez, si a alguien puedo decirle cualquier cosa es a ella.

—Princesa recuerde lo que le mencioné. —me mira sería a través del espejo.

—Lo sé, lo sé Gio, solo que su forma de expresarse, de hablar, su elocuencia, fue muy fácil hablar con él, más que con los muchachos del baile, él no intentó tocarme todo el rato, no hablaba de tonterías, y creo que si lo hacía igual me hubiera gustado hablar de eso con él. —sonrío recordando nuestra charla nocturna.

—Vaya, vaya, sí que le gustó ese chico. Pero recuerde, no lo conoce, es un desconocido, y mayor que usted.

Me quedo estática un momento. —¿Cómo lo sabes?

—Lo vi, tenía que saber quién era el chico que te pareció bonito.

—Sé que es mayor, pero no creo que mucho, además no es como que ya esté iniciando una relación con él, solo conversé con él.

—Y te dejo embelesada, —recalca. — es mayor Adara, de seguro sabe jugar sus cartas, debes cuidar tu corazón, porque no olvides que tú eres la princesa y todos codician el tenerte.

Es cierto, tal vez me emocioné demás, pero él no parecía querer enamorarme, le salió natural. Eso es lo que siempre he soñado algo natural y fluido.

—Ya quedo. Ponte tu corsé y el vestido.

—No me lo pondré, ya le dije a mi padre que no planeo usar uno otra vez.

—¿Dónde se ha visto una princesa sin corsé? Y ¿Por qué le has preguntado a tu padre de eso? Dios pobre hombre oyendo esas cosas.

Me río. —Debiste ver su rostro cuando fui a su habitación a decirle que no quiero usar corsé, sentí que su rostro explotaría de lo rojo que se puso.

Escucho la risa de Giovanna mientras me pongo mi vestido en el vestidor. —Creo que quería que dejara de hablar de eso, porque me dijo: si, sí hija lo que desees. —hablo imitando su voz.

—Cariño ¿Ya estás lista? —no sé en qué momento entró mi padre.

Salgo y lo veo parado en la puerta, Giovanna mantiene la vista gacha conteniendo la risa por mi imitación. —Sí, ya estoy lista. —Espero que mi padre no me haya escuchado.

—Bien, vámonos. —avanza y yo lo sigo en silencio. Llegamos al auto y unos guardias nos abren la puerta. —¿Por qué no saludaste a Gio?

—Se me pasó. —me parece extraño, pero decido dejarlo de lado.

—¿Crees que el padre de Elliott esté ahí?

—¿Qué es esa confianza Adara? —me regaña mi padre y yo agachó la cabeza. —Y no, no sé si lo esté, espero que no, porque de ser así nos damos media vuelta. Ese hombre me parece un impertinente.

—Tampoco me apetece verlo, padre... Hay algo que estuve pensando. —mi padre me mira esperando lo que sea que decida soltarle.

—Si es de lo que hablamos anoche, te aseguro que yo no te voy a exigir usar eso.

Sonrío. —No, estuve pensando si es que en el futuro no quiero un esposo, ¿Podría gobernar yo sola? —El auto se queda en silencio y no tengo ni idea de lo que diga mi padre. Lo miro expectante a su respuesta, pero él sigue sopesando lo que hablé, pero luego de la nada suelta una carcajada, ¿Él también se va a burlar de mí?

¿Por qué todos se ríen cuando digo que quiero gobernar sola?

—Cariño yo sería feliz, —su respuesta me toma por sorpresa. —No tolero la idea de verte con algún muchacho, nadie es digno de tenerte.

Vuelvo a sonreír. —¿Eso quiere decir que me enseñarás todo lo que debo saber?

—¡Pero claro que sí! de echo debí hacer eso en lugar de mandarte a esas tontas clases de modales.

Me río y lo abrazo. —Gracias papá.

El camino continúa en silencio, pero uno tranquilo, uno para disfrutar el viaje. Miro los árboles que pasan y me echo en el hombro de mi padre observo los campos de producción y la flora y fauna al despedirnos de Cleanwood.

—Adara, tesoro, ya llegamos. —escucho la voz de papá y no sé en qué momento me quedé dormida.

Me cuesta acostumbrarme a la luz. Miro a mí al rededor y ya estamos dentro del palacio de Eastfield. Me acomodo un poco el cabello y me miro en un espejo que siempre cargo en los autos del palacio.

Todo parece estar en orden. No me despeine mucho.

Mi padre me espera fuera del auto y al comprobar que estoy bien salgo y me sujeto de su brazo. Caminamos lado a lado, veo a las damas y encargadas del aseo mirarnos con curiosidad.

Camino con la vista al frente y sin bajar la mirada, para que reluzca la tiara que cargo. Este pueblo nunca fue del agrado de mi padre, no sé qué asperezas pueda tener con el Rey Regolous Dimitri, si él estuviera aquí nunca pasaríamos por estas tierras, pero en vista de que desapareció dejando a su hijo Elliott como Rey regente decidió venir para mostrar que el odio que existe es solo hacia él.

Llegamos a la sala del trono, anuncian nuestros títulos y las puertas se abren de par en par, avanzo al lado de mi padre y conforme me acerco al trono, veo a un chico castaño no más mayor que yo sentado allí. Sus ojos se encuentran con los míos y no puedo evitar no ponerme nerviosa. En definitiva, no eh visto muchos chicos. Necesito adecuarme pronto al entorno, para dejar de enamorarme de cualquier muchacho que veo.

—Sean bienvenidos, me honra con su presencia majestad, y con la de su hermosa hija. —sus ojos vuelven a mí y yo solo hago una reverencia con la cabeza, no sé si somos enemigos o no. Y no pienso ser más cordial de lo que lo sea mi padre.




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