Entre pólvora y suspiros

CAPITULO 5

Adara.

No pude dormir, toda la noche se repetía la charla que tuve con Marcel. Sabía que debía ponerle fin a esa interacción, pero me gustaba charlar con él, a pesar de que a veces me recorrían unas corrientes por el cuerpo. En especial cuando me miraba de esa manera tan extraña. Nunca nadie en toda mi vida me miró así. Ni yo nunca hablé así con nadie.

Doy vueltas en la cama y el sol ya entra por mi ventana, no sé qué horas son, pero supongo que ya debo bajar a desayunar.

Cuando me siento en la cama escucho unos toques en la puerta y supongo que es Giovanna que viene a arreglarme. —Adelante.

—¡Buenos días princesa! —cualquier rastro de sueño se desvanece al ver a Marcel en mi habitación con una bandeja.

—¡¿Estás loco?! —me levanto de un brinco. —Te dije que no debías traerme el desayuno ¿No te vieron mis guardias?

Se acerca a la cama. —No, no tengo ni idea de dónde están, en definitiva, no tiene buenos guardias querida princesa.

Por suerte no están, sino se haría un lío con mi padre. —¿Por qué viniste?

Pone la bandeja en mis piernas. —Vine a traerte tú desayuno, ¿No es obvio?

—¿Y no te dije que mis doncellas debían hacer eso? —dejo de lado las formalidades ya da igual.

—Pues ninguna de ellas se presentó en la cocina y el señor Fredo andaba preocupado de que usted se esté muriendo de hambre.

—¿Y mi padre?

—El ya desayuno, se despertó mucho más temprano y pidió que le trajera el desayuno a su habitación.

Miro el desayuno y luego lo miro a él. —¿Tú lo preparaste?

—Por supuesto que sí, con mucho amor para usted.

—Espero no intoxicarme. —me burlo y él suelta una risa.

—Nunca haría algo que la lastime princesa. —otra vez esa mirada que me hace sentir corrientes por tofo el cuerpo.

—Será mejor que te vayas, Giovanna vendrá en cualquier momento y si te ve aquí, me podrías meter en líos. —aparto la charola y me levanto, pero él continúa ahí parado. —¿Qué esperas? Vete. —le hago señas con la mano para que se marche.

Se acerca más a mí. —No, sin que antes me prometas que nos veremos hoy.

—¿Estás loco? Ya no debemos vernos Marcel y lo sabes. No está bien visto.

—Dime que vendrás al columpio hoy o sino no me iré de tu habitación.

Abro la boca sin creer su amenaza. —¿Hablas en serio? —su sonrisa me confirma que es cierto. —No haré tal cosa, márchate de una vez.

Me pone de nerviosa el que no se mueva ningún centímetro y se apoye en mi tocador con los brazos cruzados. Veo el reloj y ya son las siete, en cualquier momento subirá Giovanna.

—Bien, iré. —su sonrisa se amplía.

—Promételo. —otra vez mi corazón late.

—Si, sí lo prometo, pero vete de una vez. —prácticamente lo saco a empujones de mi habitación.

Cuando estoy por cerrar la puerta la sujeta. —Nos vemos princesa. —me giña el ojo y yo siento como mi rostro se pone colorado.

Se va y cierro la puerta, no puedo evitar apoyarme en ella y que una sonrisa invada mi rostro, sé que estuvo mal. Sé que esto está mal, pero solo son palabras, no estamos haciendo nada malo.

Escucho unos golpes en la puerta y sé que es Giovanna, me trató de calmar para abrirle la puerta. —Buenos días Giovanna.

Me mira extraña. —Buenos días princesa, ¿Y ese milagro de levantarse tan temprano?

Camino hacia la cama para ocultar mi rostro. —Bueno, en el internado nos obligaban a hacerlo, de seguro se me quedo la costumbre.

—¿Ya le trajeron su desayuno? Estaba por bajar por el, pero quería despertarla primero.

—Sí, Fredo envío a un guardia con mi desayuno. —bajo la vista a la cobija como si sacará una polilla de ella. Sé que si me ve sabrá que trato de engañarla.

—Bien, desayune y tomé un baño para arreglarse y bajar. —asiento y como algo de lo que Marcel trajo para mí.

Cuando terminó todo, no puedo evitar preguntarle a Giovanna algo que necesito hablar con alguien. —¿Giovanna, tú te enamoraste alguna vez?

Ella saca la cabeza del closet. —¿Por qué lo pregunta?

—Curiosidad, quiero saber cómo se siente cuando te gusta alguien.

—Es muy joven para enamorarse, tal vez simplemente le guste esa persona.

—¿Qué? No, no hablo de que me enamore ahora, hablo de en un futuro, quiero saber cómo distinguirlo.

—Claro. Bueno, enamorarse es querer estar siempre con esa persona, buscarla con la mirada. Y cuando está con ella se siente bien, alegre, no sabría cómo explicarlo.

—Entonces si te enamoraste? —baja la mirada unos momentos y luego me vuelve a mirar. —Algo así. Creo que tampoco podría darle consejos de eso, porque no tengo gran experiencia en el amor.

—¿Por qué no te casaste? —me mira unos segundos y sé que excedí la barrera de la confianza. —Lo siento, no quise ser impertinente.

—Está bien princesa, no lo hice porque nunca sentí la certeza de pensar que ese hombre era para mí, que quería estar con él toda la vida. —¿Será que algún día sentiré eso? —Ahora vaya a tomar su baño princesa.

***

Bajo las escaleras y no sé qué hacer, mi padre está en una reunión y yo ya no tengo mi itinerario programado.

Decido ir por Aaron para conversar un momento. Asomo la cabeza por la puerta del patio de entrenamiento y lo encuentro conversando con unos chicos. Me acerco y ninguno se da cuenta de mi presencia. Hasta que uno de ellos mira a la espalda de Aron. —Princesa, ¿Sucede algo? —Todos bajan la mirada y Aaron voltea a verme. Sonrió y él igual lo hace. —¿Por qué te escabulles? Sabes que no debes estar aquí.

No puedo evitar sonreír más. —Estaba aburrida. —todos los guardias nos miran confundidos, ellos son nuevos y no deben saber que Aaron y yo tenemos una gran amistad.

—Creí que ya ustedes dos mantenían distancia. —me congelo en mi lugar al oír a Leonel. Volteo y lo veo serio dejando su escopeta en la mesa. —Retírense. —habla a sus guardias y todos se van rápidamente. —¿Qué crees que tú padre hará al saber que estás aquí con un montón de chicos Adara?




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