Entre pólvora y suspiros

CAPITULO 8

Adara.

Pasaron dos semanas desde que ese hombre vino, mi padre decidió esperar el ataque y armar a las fronteras. Él tuvo razón, ese rey vino a descubrir el terreno, tenía el propósito de atacarnos.

Sus ataques cada vez son más violentos, y al saber de dónde llegan los alimentos de las despensas ataca a ellos constantemente, quiere dejar a mi pueblo sin comida, por sus constantes ataques los suministros de alimentos no pudieron ser distribuidos a la capital. Ara se está muriendo de hambre, así que dispuse un plan para cambiar con eso, tal vez no sea lo mismo con lo que nos alimentábamos antes, pero podremos saciar el hambre, debemos distribuir la comida y los granos, quedaremos con menos porciones que de costumbre, pero será momentáneo.

Mi padre se molestó bastante con los ataques del cruel rey, y obviamente no podía quedarse sin responder. Atacó a sus fronteras constantemente, en especial al este de su reino, porque ahí es donde vive ese hombre, si nosotros no podemos dormir por sus bombardeos él tampoco lo hará, dijo mi padre.

Dos días después del primer ataque vino de visita el príncipe Elliott. Habló con mi padre en su oficina. Por los guardias que resguardaban la puerta no pude escabullirme a oír, pero supuse que venía a brindar su apoyo. Desde ahí estuvo rondando bastante el palacio. Conversé con él unas cuantas veces, y la verdad su compañía es buena. No me incomodaba, no es tan intenso como los demás chicos, pero tampoco es tan ligero como... Izan, a pesar de saber que todo lo que hizo para acercarse a mí fue por un plan, no logró olvidar nuestras cortas charlas nocturnas. Y nuestro beso. Desearía nunca haber interactuando con él, porque caí en su juego lo que yo pensaba que sucedía espontáneamente estaba fríamente calculado, él solo buscaba la forma de acercarse a mí, porque yo sería su carnada. La carnada perfecta para mí padre.

—¿Qué lees? —ni bien escucho la voz del príncipe dejo de lado el libro para que no vea el título.

—Nada, solo hojeaba el libro ¿Qué hace aquí? —trato de cambiar de tema.

—Vine a verla. —su confesión me hace mirarlo más detenidamente.

—¿A mí? ¿Para qué? ¿No debería ver a mi padre?

Se para a mi lado en el balcón. —Con su padre ya arreglamos todo, solo es con usted. Me gustaría compartir tiempo con usted si me lo permite.

Lo miro a los ojos, no sé por qué, pero me cuesta confiar en él, debe ser el saber que su padre atacó mi hogar. —¿Mi padre sabe?

—Por supuesto, al principio no estuvo de acuerdo, pero luego decidió que usted eligiera.

Bueno si mi padre sabe. —Podemos ir a dar una vuelta por el jardín.—propongo.

—Lo que usted desee princesa. —sonrío por cordialidad, él me abre la puerta de la biblioteca y caminamos rumbo al jardín.

Aunque me pareció lindo cuando lo vi ahora lo menos que quiero hacer es conversar con un hombre, hasta ahora no me puedo quitar de la mente al primero que me pareció lindo, fui una ilusa total al caer en su farsa. Pero es que hasta ahora lo sentí verídico, aunque sé que era un plan me cuesta el creer que fueron falsas sus sonrisas. Hasta cuando se avergonzó en la cocina lo sentí real.

Decido hablar de algo que también es de mi interés. —¿Qué pasó con su padre príncipe? —pregunto al caminar por los pasillos con su compañía.

—No lo sé, no era muy ligado a mi padre. Yo me crie con mi madre hasta su fallecimiento y luego... Bueno, pasé a criarme solo. Mi padre vivía ocupado en los asuntos del reino y yo, debía formarme como futuro rey.

Sus palabras me entristecen, ¿Qué clase de hombre tan desalmado se debe ser para no tener contacto con su único hijo? Para no abrirse un tiempo y convivir con él, para no darse el tiempo de conocerlo, no importa cuán malo sea un hombre, todos tienen gran aprecio por sus hijos, son su linaje y la continuación de ellos en esta tierra, los únicos que hablaran de ellos después de que mueran.

—No se deprima princesa, la vida es así. Uno no decide dónde nacer, pero sí decide cómo ser.

No puedo evitarme preguntar. —¿Y cómo decidió usted ser? —lo miro a los ojos y sus ojos avellanas se encuentran con los míos.

Baja la mirada y observa sus manos. —Nada igual a mi padre se lo aseguro.

—¿Pero cree que pueda controlarlo? —me mira un momento incomodo. — Es decir, eso corre por sus venas, —mejor cierro la boca porque siento que me estoy embarrando más con las palabras. — ¿Cómo sabe que no repetirá la historia? —no puedo evitarme preguntar porque es imposible que no haya absorbido algo de él, conocí chicos que decían que sus padres eran unos ebrios que no tenían tiempo ni humor para nadie y decían y una vez que ellos no serían así, pero al final sí repetían la historia. Por eso mi padre separo a Aaron de los suyos.

—Con la firme decisión de no hacerlo, de no querer ser igual que él. De mentalizarme a que yo puedo ser mejor de lo que él fue.

—Me parece muy valeroso de su parte buscar romper esa cadena que puede durar de generación en generación. —decido dejar de lado ese tema, no me compete, después de todo es su vida.

Llegamos al jardín y el ocaso está en todo su esplendor. El día de hoy los ataques cesaron, al parecer el Rey Izan tenía un evento, uno que no podía cancelar y mi padre lo respetó, por eso hoy no sé alzaron balas ni cañones.

Al fin puedo ver el cielo tranquilamente sin escuchar balas o gritos. Mi padre por proteger la integridad de las personas los aparto de la capital pues es aquí donde más atacan, pero muchos no quisieron irse, dicen que si eh den de morir será al lado de su rey. Muy valeroso de su parte, el pueblo ama mucho a mi padre y creo que lo acompañan en la contienda con ese rey. —¿En qué piensa? —me pregunta el rey regente.

Observo la bandera a medio izar y no comprendo el porqué, supongo que será en respeto a los caídos en batalla. —En la guerra. Hoy solo fue un descanso para luego retomar todo mañana, nuevamente las balas resonarán en mi tierra.




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