Entre pólvora y suspiros

CAPITULO 9

Presente.

Izan.

Beso sus labios y profundizó más, quiero volver a sentir esas chispas que sentí hace tres años, pero Irina no provoca nuevamente esa explosión de sensaciones en mi pecho.

Tocan la puerta de mi oficina y detengo el beso con Irina. —Será mejor que te retires. —tomo sus manos para apartarlas de mi cuello.

—¿Cuándo te volveré a ver? —se trata de acercar nuevamente.

—Yo te mandaré a llamar. —hablo soltando sus manos y alejándome de ella.

—Ya no me está gustando esta relación que tenemos, ¿Por qué no la formalizamos? —me mira sonriente, lo pienso un segundo y no, no me veo casado ahora.

—Nunca te prometí algo así, —me alejo un poco más sirviéndome un vaso de agua. —si ya te aburriste puedes irte y seguir tu vida, y si decides quedarte ya sabes los términos que te di. No estoy en buen momento para formalizar algo ahora Irina, ahora retírate que tengo cosas que hacer.

La noto molesta pero no me importa en lo absoluto ella sabe cómo es esta relación que tenemos, nunca le prometí matrimonio y una familia y no es algo que desee ahora, ni creo que lo haga mañana. Abre la puerta dando paso a Marcel y ella sale echa furia. —¿Qué le hiciste está vez?

—¿Yo? Nada, ella que quiere un matrimonio. —me siento en mi silla.

—Bueno, es normal, tanto tiempo de relación. —Toca un pisa papeles de mi escritorio, tiene información lo sé, siempre que tiene algo para mí se comporta extraño.

—Ahora no tengo cabeza para un matrimonio Marcel. —decido ponerle fin a ese tema. —¿A qué viniste? ¿O solo quieres obligarme a contraer matrimonio con Irina?

Me mira sonriente. —Vine a hablarte de matrimonio sí, pero no del tuyo, ¿Adivina quién se casa?—no tengo cabeza para juegos, quiero acabar con Aldous de una vez, es lo único que ronda mi mente.

—No me interesa, si nos invitaron no iremos. —que se casen y hagan lo que quieran mientras yo destruya a Aldous todo estará bien.

—No, no nos invitaron, dudo que te quieran ahí.

—¿Entonces por qué irrumpes en mi oficina por eso? —ya mi paciencia está llegando al límite con los juegos de Marcel.

—Se casa Elliott. —lo miro esperando la parte interesante, pero no dice nada.

—¿Y a mí me importa porque...? —espero que diga algo bueno.

—Con la princesa Adara. —Escuchar su nombre después de dos años me cae como un golpe en la mejilla, como el que ella me dio después de que nos besamos. ¿Adara se va a casar con Elliott? ¿No que quería gobernar sola?

¿Se enamoró de Elliott? ¿Pero qué le vio? —¿Adara? ¿La hija de Aldous? —pregunto confundido por la información.

—Sí, Adara la hija de Aldous, la que tú besaste, esa Adara. —lo miro molesto por esa última frase.

—¿Cuándo? —no puede ser que esa chica se case.

—Mañana en Eastfield debido a los ataques diarios a su reino. —sí, es verdad, no le di tregua a Aldous, acabar con él está siendo más difícil de lo que pensé, creí que bloqueando su acceso de comida se rendiría fácilmente, pero ya sé quién los está abasteciendo.

—Bien por ellos, tal vez me cuele a su boda. —hablo planeando un gran regalo de boda para la feliz pareja.

—¡Sabía que te gustó! —miro a Marcel por decir tremenda sandez.

—¿De qué estás hablando? Voy a ir para matar a Aldous. —le informo mis verdaderas intenciones y él se ríe.

—Si claro, y supongo que será después de la boda. —me mira expectante, sé lo que me quiere sacar de la boca, pero no lo logrará.

—Claro, los regalos se entregan de último. —me alejo a la ventana para tomar un poco de aire. Adara se va a casar ¿Quién lo diría? Yo no consideré a Elliott como posible esposo para ella porque creí que su cursilería no le gustaría. Me equivoqué, ¿Ese tonto era lo que ella buscaba?

—Bien, entonces alistaré las tropas para el viaje. —se levanta de la silla y se acerca a mí.—¿Entonces todo lo viviste con ella era fingido?

Su pregunta me molesta, claro que fue fingido, ¿Por qué reiría con la hija del enemigo? —Por supuesto que lo fue.

—Bien, —me toma del hombro con una mano mientras miramos el horizonte.—Aunque esas risas tuyas parecían reales. Pero yo creo lo que tú me digas. —me da unas palmadas y se marcha dejándome con dudas.

No, claro que no, no me gustó. Si le gustan los bobos que escupen rosas cada vez que hablan no es mi tipo. Ni yo el suyo, no podría llenar sus expectativas.

Creí que las llené cuando hablábamos en su jardín. Pero claro que las lleno, yo soy el modelo de hombre de cualquier mujer en este mundo.

Además ¿Qué me importa si soy su arquetipo o no? Ella no es el mío, no llenaría mis expectativas, no soy de mujeres tan insulsas, y sobre todas las cosas deseo matar a su padre y lo haré. Así que nada surgiría entre nosotros.

Miro las estrellas que iluminan mi palacio y no sé por qué la noticia de la boda de esos, me perturba. Ella y yo no fuimos nada, aunque creí que subí sus estándares, pero al parecer es de amores simples.

—Marcel me dijo que atacaremos mañana. —entra Edmund sin tocar. Siempre lo hace y no me molesta, es el único al que le doy ese privilegio.

—Sí, aprovecharemos la boda. —evito decir de quiénes. No quiero estar afirmando su matrimonio.

Tres años y su idea de gobernar sola se esfumó, me hubiera encantado atacar su reino solo para ver cómo reaccionaría.

—¿Es la señorita que usted besó? —otra vez con eso.

—Sí Edmund de ella. —hablo irritado por lo mismo.—Y no fue un beso del todo, solo fue un toque de labios, el beso más insulso que eh dado.

—¿Tan insulso que sintió chispas? —¿Por qué le conté eso? Al llegar al palacio no pude contenerme y le comenté lo que sentí para que me ayudará a comprender qué sucedió. Claro que su respuesta no fue nada coherente.

—Tan insulso que ya no es relevante, de seguro fue porque llevaba mucho tiempo sin estar próximo a una señorita. —fue la única explicación coherente que hallé.




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