Entre pólvora y suspiros

CAPITULO 16

Izan.

Escucho su caída en seco al suelo y me quedo estático sin saber cómo actuar. Dejo que se vaya y me pasó la mano por los labios.

¿Qué me pasó?

—Buenas noches mi querido rey. —entra Marcel seguido de Edmund. —¿Cómo vamos? —se acerca a mi lado. —¿Te pasa algo? Parece que viste un fantasma. —pero ¿qué hice?

Se me olvido que es la hija de mi enemigo o qué.

Escucho la voz de Marcel hablando no sé qué, porque mi mente no tiene cabida para nada mas que no sea la repetición constante del beso. De nuestro segundo beso—que debo admitir fue mucho mejor que el primero— que no debió pasar, hice una tontería cómo se me ocurre, aunque sus labios me sorprendieron, creí que ella seria la sensata en una circunstancia así, ¿no anda profesando que me detesta? Pero al parecer ambos deseábamos ese beso. El recuerdo de sus suaves labios sobre los míos ronda aún más mi mente. Dios la vi en bata, toque sus muslos, su piel es tan suave y no quiero ni pensar en que hubiera sucedido si me dejaba seguir, estaba tan absorto en tenerla que no medí mis acciones y cómo no iba a estar absorto si se presenta en bata desequilibrando todos mis sentidos, sé que debo controlarme y lo hice tan bien hasta que ella se acercó y revolvió mis sentidos.

—¿Nos está escuchando majestad?

—Besé a Adara. —lo suelto sin más haciendo que Marcel se quede en pleno silencio.

Me mira descolocado y luego con indiferencia. —¿Otra vez? Le agarraste el gusto al final, te dijimos que te acerques a ella, pero no así. —se sienta en el sofá.

—Pero tal vez funcione a nuestro favor. —miro a Edmund al decir eso, ¿De qué habla este hombre? ¿Tanto tiempo con el consejo lo volvió loco? —No me mires así que tú la besaste, esa puede ser la nueva forma de acercarte a ella.

—¿Se olvidan que es una persona con sentimientos? Yo apoyaba el fingir ser su amigo, pero ¿Una falsa relación? Hasta ahí no llega mi insensibilidad. —se levanta Marcel.

—¿Quién habla de una relación? Yo no pienso noviar con ella. —me interpongo, mirando a Edmund como si perdió completamente la cabeza.

—Piénsalo bien te acercaras a ella y a través de ella a Aldous, será más fácil. —continua Edmund planeando un plan que ni siquiera se llevará a cabo.

—¿Y luego cómo me la quito? —pregunto por mera curiosidad.

—A lo mejor y después no te la quieras quitar. —susurra Edmund, pero lo escucho claro.

—¿Qué te hace pensar que me quiero quedar con ella? —me acerco molesto por su burla.

—El que cada vez que están solos se besan o mejor dicho la besas. —se mete Marcel mirándome retador mientras vuelve a sentarse.

—¡Fue un impulso! —me excuso.

—Sí claro, tú y tus impulsos, mejor no te me acerques demasiado que a lo mejor me besas. —lo empujo cuando se acerca a mí.

—Es un buen plan, —continúa delirando Edmund. —te acercas a ella por este medio y obtienes más acceso a Cleanwood, luego podrías fingir que cedes a que vea a su padre y te ganarás totalmente su confianza. No sabrán de dónde vendrá el golpe. —sus palabras me hacen replantearme la idea.

Es buena, de hecho, muy buena.

—Ya lo aceptaste. —me acusa Marcel mirándome con escrutinio.

—Silencio Marcel. —le codea Edmund.

—Bien, lo haremos a tu forma, —cedo y Marcel niega. —pero si no me agrada del todo tú te encargas de ella que yo no quiero lidiar con mujeres gritonas. —Edmund asiente sonriente y yo ya me estoy arrepintiendo de esta tontería.

—Hablando de mujeres gritonas, —vuelve a hablar Marcel —¿Qué piensas hacer con Irina? Dímelo para que no este cerca cuando se lo informes, en su última pelea casi me quedo sin tímpano. —Edmund asiente.

—Ella lo entenderá, —le restó importancia, aunque lo dudo. —o a lo mejor le ponemos fin a algo que no iba a ningún lado. —sería una buena forma de acabar con algo que nunca debió empezar.

—Dios no entiendo cómo no tienes corazón.

—Esa mujer no me ama Marcel. —le digo lo obvio y Edmund vuelve a asentir.

—Bueno, pero ama ser tu novia y sé que algo sentirá por ti, no juegues con esa chica también.

—Yo no juego con nadie.

—Cierto, solo con los sentimientos de Adara. —me acusa.

Lo miro harto ¿qué tanto le importa Adara? —¿Y por qué tanto pesar? —esta vez yo lo miro con escrutinio. —¿Eres mi amigo o no?

—Pero antes soy humano —ah es su moral. — y me es imposible no sentir lastima por esa chica.

—No me malogres el plan Marcel. —no vaya a ser que por su moral decida hablar.

—Quédate tranquilo, me arrastras a tus enredos por ser tu amigo. —levanta las manos en rendición. —pero no prometo contenerme si esto llega a lugares no deseados.

—¿De qué hablas? —Lo miro sin comprender su amenaza disfrazada.

—Esto será hasta que tengas el acceso que tanto quieres a Aldous, nada más, hasta ahí llegará mi apoyo.

—Bien, es todo lo que necesito. —Marcel me mira dudoso, siento que quiere decir algo más, pero al parecer decide guardar silencio.

—Bien. —su mirada y su tono siguen retadores y eso me obliga a mantenerle la mirada.

—Será mejor que lo dejemos descansar. —hala Edmund a Marcel de mi sofá.

—Me quedaré un momento. —se suelta Marcel.

—Bien, pero sin decir cosas muy comprometedoras, recuerden que la princesa está al lado. —sale dejándonos solos.

—No creo que sea tan ilusa, va a ser difícil que caiga en tu trampa, ¿un día le hablas tosco y al otro vas a parecer un enamorado? Cualquiera sospecharía. —se acomoda mejor en el sofá.

—Cederá. —me desabotono la camisa para dormir de una vez.

—¿Por qué lo dices? ¿Te dijo algo su beso? —trato de ignorar su tono de burla, pero sí, su beso me reitero que no soy el único que deseaba hacerlo.

—No importa, solo lo sé. —jamás le diría algo cursi a Marcel, sería mi sentencia de por vida.

—Bueno cambiando de tema, te informo que voy a reforzar las fronteras, dudo mucho que Aldous se quede tranquilo.




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