Entre pólvora y suspiros

CAPITULO 20

Elliott.

Maldita sea.

Maldita sea.

Maldita sea Aldous.

Solo tenías que esperar, solo unos días y Adara estaría de vuelta. Solo unos días y todo volvería a ser como antes. Veo mi tierra y a mi gente corriendo de un lado a otro por las calles, humo saliendo de algunas casas y la alarma de ataque resonando para que todos se refugien en sus sótanos, madres corriendo con sus niños en brazos y bebes llorando por doquier.

—Resguarden la seguridad de todo civil que se encuentre en la calle. —demando a mi ejército. —llévenlos a sus hogares y ordénenles no salir hasta que la trompeta de paz resuene.

—Como ordene majestad. —habla Fausto.

Veo a la guardia azul salir a proteger a mi pueblo. —Prepara el avión, de seguro Aldous vendrá a buscarme.

—Por qué no lo esperas y le cuentas lo que paso. —se acerca Fausto.

—¡Porque él no viene dispuesto a dejarme hablar! —suelto lo que tengo atorado en la garganta y me duele, me duele el que él piense siquiera que soy capaz de hacer algo para deshonrar a Adara, que puedo cambiarla así por así.

—Trata Elliott. —insiste Fausto angustiado por el futuro de nuestro reino y se marcha dejándome con esa idea.

Dudo que Aldous quiera escucharme y ahora por su culpa mi plan deberá retroceder, me está empujando completamente a Crimson a los brazos de Amadeo para volver con todo lo que había luchado por dejar atrás.

Como añoro los momentos en los que estaba con Adara en su jardín o cenando en paz, pero todo se fue al averno por culpa de Izan Blackwood que no hace más que llenar de oscuridad todo lo que lo rodea, su tonto odio por Aldous lo está llevando a hacer tonterías o más bien a mostrar lo que siempre fue, un hombre convenenciero que no duda en aprovecharse de la miseria de los demás con tal de obtener lo que desea. Maldito el día en que fui a hablar con él.

Pensé que podría solucionarlo, pensé que podría derrotarlo, agarrarlo con la guardia baja, pero, aunque viniera con pequeña parte de su ejército el mío no pudo hacerle nada. No quería dejar que se llevara a Adara, pero no podía arriesgarme a que soltara la lengua y me dejara como un traidor ante todos. No toleraría que Adara me viera como un traidor, y solo ruego al cielo que ella no haya visto el periódico.

Luego de más de media hora de estar en un debate interno por quedarme o irme decido quedarme a esperar a Aldous, no quiero ir a depender de Amadeo ni mucho menos quiero volver a toparme con mi padre, si eh de ser necesario le confesare todo para que nos aliemos y derrotemos a Izan.

Pronto escucho los cañones que avisan que la guerra está por llegar. —Están en la frontera. —me informa Fausto.

Me paso la mano por el rostro angustiado por lo que me depara, si tan solo Aldous me hubiera dejado seguir con Aurelia, mañana mismo Adara estaría de regreso, podríamos haber usado sus avances en armas, porque el tonto río que delimita su frontera nos impide el paso por tierra sin que nos descarten antes de llegar a las puertas de Blackwood.

—Señor…—me vuelve a sacar de mis pensamientos Fausto. —Cleanwood viene con el ejercito negro.

Esa declaración me hace levantarme de mi trono, —¿De qué hablas Fausto?

Fausto está pálido por la noticia, porque si esos dos se aliaron estamos muertos. —Se vio el helicóptero de ataque de Blackwood sobrevolando la frontera.

Su información me cae como un balde de agua helada, mi respiración se detiene y el recuerdo de Adara siendo arrastrada por Izan golpea mi mente. —¡No, no, no! —maldito Aldous ¿Por qué me hiciste esto?

Fausto trata de sacarme. —Debemos irnos majestad, si ese hombre viene aquí algo bueno no nos augura. —trata de hacerme reaccionar, pero yo no puedo con lo que tengo en la garganta, siempre consideré a Aldous como un hombre correcto y lo admiraba, pero ahora no lo veo más que como una cucaracha que vendió a su hija al mejor postor, por eso Izan no volvió a atacar a Cleanwood le dio igual la muerte de sus padres lo único que quería era tener a Adara en sus brazos, por eso Aldous no planeo atacar.

—Debemos irnos majestad. —prácticamente Fausto me arrastra fuera del palacio. No tengo cabeza para nada mas que no sea en matar a Aldous y reclamar lo que debió ser mío.

Durante el camino no observo nada en concreto solo pienso una y otra vez si el que se llevara a Adara fue casualidad o era algo que Izan ya había dispuesto, tal vez él uso a Aldous como portada y en realidad venía por ella. Lo único que le pedí para concretar esa ridícula tregua fue que no tocara a Adara, le dejé las puertas abiertas para que se llevara a Aldous, pero él no era su objetivo, siempre fue Adara.

Pero que estúpido soy de seguro fue algo dispuesto con Aldous, tal vez su ataque siempre fue una fachada, a lo mejor quería acercarse a mis tierras solo para averiguar algo, tal vez solo fui una ficha en su plan, Aldous es una verdadera escoria, ambos lo son.

La colera me llena y el solo pensar que tenga a Adara a su lado me enerva, ella es una chica dulce e ingenua puede dejarse influenciar por cualquiera que le parezca meramente interesante, me necesita para dirigir sus decisiones hacia lo correcto, hacia lo que mejor le conviene.

No observo nada en concreto en el camino, solo tengo la imagen de Izan en la cabeza, era más inhumano de lo que pensaba, dejar de lado a sus padres por la hija de su enemigo, ese es una escoria sin sentido de lealtad, pero sé que está usando a Adara por algún retorcido plan en contra de Aldous, nada en él es sincero.

Sobrevolamos Crimson y a pesar de la altura aprecio el color de sus famosas rosas. Mi madre amaba este lugar, el pensar en ella una punzada en el pecho me envuelve al recordar su partida, odio a Regolous con toda mi alma, pero reconozco que ahora necesito de su ayuda, pero ni bien acabe esta tonta alianza lo mataré, no me importa que sea mi padre y que su sangre corra por mis venas, ese hombre debía estar muerto hace mucho tiempo, suficiente daño hizo ya con su ambición de poder.




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