Entre puertas

1

Después de tanto tiempo te das cuenta de que nada cambia a tu alrededor. Intentas que las cosas sean diferentes, pero todo sigue igual.

—Abby, la cena está lista.

Hoy es mi último día aquí, ahora llega el momento donde tienes que despedirte de tus seres queridos. Aunque los únicos seres queridos que tengo en este pueblo son mis padres.

Cuando baje a la cena, mis ojos se encontraron con él.

Pensaba que está cena sería menos incómoda.

Él me estaba mirando.

Nadie decía nada.

—¿Tienes la maleta hecha? —dijo mi padre, rompiendo el silencio

—Aún no —dije sin mirando el plato.

—¿A dónde te vas? —me preguntó Ryan.

El era mi ex, y sigue viniendo a nuestra casa porque nuestras familias son muy unidas, el es otra razón por la que me quiero ir de aquí.

—Encontré un trabajo —dije, él me miraba muy confundido—. Está un poco lejos, pero vendré a visitar a mis padres cuando pueda.

Creo que se enfadó un poco, porque nadie se lo había mencionado.

—¿Puedo llevarte al aeropuerto?

—Sí, claro —dije, sin pensarlo bien.

Otra vez volvemos al silencio, hasta que lo rompí, inventando la primera excusa para salir de ahí.

—Voy a hacer la maleta. Mamá, la comida estaba muy buena —dije, y me fui.

Subí a mi cuarto.

Ryan me va a llevar al aeropuerto.

Seguro que tiene algo que contarme. Quizá sea algo bueno, o tal vez no. Solo quiero pensar que es algo bueno.

Ya tenía la maleta hecha, ahora solo toca bajarla por la escaleras, tarea que no me entusiasmaba.

Cuando abrí la puerta de mi cuarto me encontré con Lorenzo.

—Dame la bajo yo —dijo.

—Gracias.

Me despedí de mis padres, mi madre no podía parar de llorar, con mi padre consolándola.

—Hija, come bien, mira lo que te paso este año por estar muy estresada.

Me había desmayado en el trabajo. No era para tanto, pero mi mamá lo exagera todo.

—Si mamá es la quinta vez que me lo repites hoy.

—Si dices eso y luego no comes.

—Adiós mamá, te quiero —dije mientras me acercaba a ella y a mi padre, les di un abrazo— os quiero mucho cuidaros.

—Y nosotros a ti, hija —dijo mi padre.

—Vamos, Abby.

En todo el camino nadie dijo nada, hasta que llegamos al aeropuerto.

–Solo quiero preguntarte una cosa, —dijo eso mientras miraba al suelo— lo que hizo te molestó, si fui así lo siento mucho.

Nosotros no habíamos acabado en malos términos, fue todo lo contrario, nos habíamos separado, porque él se fue a estudiar casi un año a London.

Un día, lo llamé y él estaba con otra mujer, no me molestó porque en ese momento ya habíamos roto, yo había roto con antes de que él se fuera. Pero él sigue pensando que hizo algo malo, intenté explicarle muchas veces que no tiene la culpa.

—No me molestó, en ese momento tu y yo no éramos nada.

—Lo sien… —dijo.

—¡No tienes porqué disculparte! —le corte— Lorenzo, yo soy la que te tiene que pedir perdón, te dejé sin darte explicaciones, perdón.

—Tranquila, ya no te vuelvo a pedir perdón, si te vas a poner así —dijo medio riéndose.

Lorenzo fue mi primera pareja. Él y yo nos conocíamos desde pequeños, y para mis padres fue un poco raro que empezáramos a salir de repente, pero lo aceptaron de todos modos.

Todo el mundo pensaba que ya éramos novios de antes —porque siempre estábamos juntos—, así que no fue extraño para ellos vernos comenzar la relación.

Lo peor de esta relación era que rompíamos y volvíamos constantemente: había muchas peleas, y muchas cosas que, como pareja, dejaban de gustarnos al descubrirlas.

Lo único que yo quería es volver a tener con él la misma relación que teníamos antes de ser pareja.

—Te echo muchísimo de menos.

—Y yo a ti enana. Cuídate, igual vengo a visitarte algún día.

—Yo te espero —dije, sonriendo.

Le di el último abrazo, nos despedimos y, sin darme cuenta, ya estaba de camino a abordar el avión.

Ya en el avión, solo podía hacer una cosa: dormir. Llevaba mucho tiempo sin descansar bien; este era el mejor momento, ya que el vuelo duraría siete horas.

Después de esas siete horas ya llego a mi destino. Iba a trabajar por un tiempo en Washington, en una de las empresas más conocidas.

Toda mi vida he querido alejarme un poco de todo el mundo y conocer nuevos lugares. Y ahora, aquí estoy, cumpliendo mi sueño.

Me quedaré en un hotel que está cerca de la empresa, solo hasta que encuentre un piso en el que pueda instalarme. En una semana comenzaré a trabajar. Todo esto es nuevo para mí, y lo único que quiero es que salga bien.

Una semana después, el gran día había llegado. Me desperté temprano, con una mezcla de nervios y emoción, lista para empezar. Me puse lo mejor que tenía y, tras un último vistazo al espejo, supe que estaba lista para empezar.

Llegué a la empresa y en la recepción me encontré con un chico.

—¡Bienvenida! ¿Usted es Abby, la nueva asistente del jefe?
—Gracias. Sí, encantada de conocerlo.

Me llevó a ver el sitio donde empezaría a trabajar. Me enseñaron cuál será mi lugar de trabajo, es una oficina que la comparto con otras tres personas. Conocí a dos de ellos, que fueron muy amables conmigo. Para el primer día, me dieron unos documentos para revisar y asegurarse de que estén completos y en orden.

De repente, alguien tocó la puerta.

Y entró.

—Hola Abby, ¿tu eres mi asistenta?

—Sí, señor Miles.

—Encantado de conocerte, me hablaron muy bien de ti —me dijo, y vi asomarse al chico de antes.

—Gracias —no sabía que decir me quedé sin palabras—. Me encantaría ayudar en esta empresa.

—Gracias a ti por venir, suerte con este trabajo —dijo, y salió y cerró la puerta.

Mientras tomaba un café, seguí con mi trabajo. Quería saber quién sería la otra persona que trabajaría con nosotros en la oficina, pero me informaron que hoy no vendría. Solo sé que es un chico.



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En el texto hay: misterio, secretos, vecinos

Editado: 06.01.2025

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