Entre puertas

2

Cuando fui a abrir la puerta, me encontré con mi vecino. De nuevo con él. Apreté los labios y crucé los brazos, esperando a que dijera algo.

—Lo siento, me confundí de puerta —dijo.

Se giró y se dirigió hacia su puerta. Al caminar, parecía mareado y casi se cae al suelo. Me acerqué para ayudarlo.

—No hace falta que me ayudes, estoy bien —dijo, rechazando mi brazo.

Me quedé a su lado, dudando entre ayudarlo o no.

—¿Seguro que estás bien? —pregunté, sin moverme ni un centímetro hacia atrás.

Me miró de reojo y sacó la llave para abrir la puerta. Cuando fui a abrirla, se le cayó la llave al suelo. Me agaché a recogerla y dársela, pero él me la quitó de la mano bruscamente.

—Gracias —dijo. Luego, de repente, agregó: —Qué hermosos ojos tienes.

No sabía cómo tomarme eso.

—¿Qué? —pregunté, intentando entender algo.

Pero no respondió a mi pregunta. En cambio, entró y cerró la puerta en mi cara.

Decidí ignorar lo que acababa de pasar y entré a mi casa. Al mirar el reloj, vi que ya eran más de las doce. ¿Por qué se acaba tan rápido el día? La pregunta resonó en mi mente mientras me dirigía hacia el dormitorio.

Me puse el pijama, me quité el maquillaje, me lavé los dientes y me preparé para dormir.

Al meterme en la cama, no podía sacarme los ojos de mi vecino de la cabeza. Sus ojos eran de un color avellana, como un bosque en otoño. También me resultaban muy conocidos.

Al día siguiente, no tenía trabajo y había pensado quedarme en casa. Hasta que recibí una llamada de Luke, que me dijo que hoy sí podría llevarme al restaurante del que me había hablado.

Fui a darme una larga ducha, y el agua caliente me ayudó a despejar la mente. Al salir, no tenía idea de que ponerme, porque con el único vestido bonito que me traje conmigo, ya lo vio.

Quería elegir algo que me hiciera parecer atractiva, pero no sabía qué. Me probé unos vestidos que tenía, pero ninguno quedó como yo quería. Al final, decidí optar por una falda negra corta y un jersey verde oscuro. Mi madre siempre me dice que el verde me queda bien, porque combina con mis ojos. Mientras me miraba en el espejo, recordé sus palabras y sonreí.

Recordando a mi madre, teníamos que hablar de algo muy importante que afecta a toda la familia. Solo espero que no se rompa esta familia que llevan años construyendo. Siempre que recuerdo lo que pasó, me da un ataque de ansiedad.

De accesorio, iba a poner un collar que me había regalado mi abuela. Justo cuando iba a cogerlo, alguien tocó la puerta. Seguro que era Luke. Me dirigí a abrir la puerta, pero al hacerlo, me encontré con mi vecino.

—Perdón por molestar, pero siento mucho lo de ayer —me dijo, sosteniendo en la mano el casco de una moto.

—Tranquilo, no pasa nada —no podía dejar de mirar sus ojos.

Mientras se dirigía hacia el ascensor, antes de que pudiera avanzar, las puertas se abrieron de repente y apareció Luke.

Se quedaron un par de minutos mirándose, hasta que Luke le cedió paso. Luke vino hacia mí con la mano en alto, saludándome.

—¡Hola! ¿Preparada para hoy? Te llevaré a los mejores lugares que verás en tu vida —dijo.

—Yo ya estoy lista, ¿y tú?

—Siempre.

Estoy muy feliz de que, ya a mi tercer día, ya tengo un “amigo” con el que puedo salir. Sin embargo, no puedo sacarme de la cabeza a mi vecino. ¿Por qué me suena mucho su cara?

—¡Holaaa! ¿Estás escuchando?

—Sí, sí —me quedé embobada.

Bajamos en el ascensor, llegamos a la planta baja y salimos por la entrada. Entramos en su coche, un Audi negro.

—¿Cómo se llamaba el restaurante?

—Luke's Gourmet Retreat —dijo.

—¿Luke?

—Sí, lo pusieron mis padres cuando nací —dijo, mientras miraba al suelo.

—¿El restaurante es de tus padres?

—Sí.

—Bien, bien —dije.

—Seguro te estás preguntando por qué te voy a llevar al restaurante de mis padres. No es por nada en especial, pero es uno de los mejores restaurantes que conozco.

—¿Lo dices porque es de tus padres?

—Diría que no para no parecer mal, pero sí, ellos tienen las mejores recetas.

Me encanta hablar con él, me alegra el día. Por ahora, solo me alegro dos, pronto me alegrará más.

Al llegar al restaurante, me di cuenta de que era muy elegante. Elegimos una mesa en la terraza para disfrutar del atardecer, ya que habíamos ido por la tarde. Luego apareció la camarera para preguntarnos qué íbamos a tomar. El restaurante ofrece platos italianos, que son mi comida favorita. Luego apareció la camarera para preguntarnos qué íbamos a pedir de comer. Yo pedí macarrones a la bolognesa, y Luke pidió una lasaña.

—¿Eres italiano?

—Mi padre es italiano.

—O sea que eres medio italiano.

—¿Abby porque has venido aquí?

—¿A qué te refieres?

¿Por qué me viene con eso de repente? Lo único que tengo miedo es de que sepan por qué vine hasta aquí.

—Me refiero a ¿por qué has aceptado salir conmigo? —me preguntó.

—Mmm —no sabía qué decir—. Pues salí contigo para… por…

—¿Quieres salir conmigo? —dijo, sin dejar de mirarme.

—Mmm... Creo que... No siento... Lo mismo, lo siento.

—Lo sabía, te pusiste nerviosa —dijo mientras se reía, se rió tanto que casi se cae de la silla.

—No, no me puse nerviosa.

—Sí, sí, lo que tú digas, pero ya te aviso que todo el mundo se enamora de mí.

—Menos yo.

Empezamos a reír. Por lo poco que lo conozco, sé que, siempre que estamos callados o en un momento incómodo, él encuentra la manera de hacernos reír.

Al terminar de comer, salimos a dar un paseo en coche. Fue increíble. Íbamos en el coche, y de repente empezó a sonar una canción que me encanta. Empecé a moverme, a cantar, olvidándome de todo. Luke me miraba fijamente, como si estuviera viendo algo nuevo en mí. Creo que bebí un poco más de lo normal. Siempre que bebo, me olvido de todo lo que tengo alrededor.

—¿Estás feliz? —me preguntó Luke, riéndose de mí— Creo que has bebido mucho.



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En el texto hay: misterio, secretos, vecinos

Editado: 06.01.2025

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