Entre puertas

3

Nos quedamos un rato mirándonos hasta que el Sr. Miles apareció por detrás.

—Jay, ya estás aquí. Ven, pasa.

No entendía nada. ¿Qué hacía mi vecino aquí? ¿Y cómo el Sr. Miles sabía su nombre?

Jay no apartaba la vista, no dejaba de mirarme. Seguramente se preguntará por qué estoy en todas partes. No tenía claro cómo actuar en ese momento. Últimamente, me lo encontraba todos los días.

Me saludó agachando la cabeza y entró. Yo me quedé ahí, paralizada, hasta que me dije que tenía que moverme. Me despedí de los dos y salí.

Seguía sin comprender qué hacía allí, pero en fin.

Ya en mi piso, me puse a preparar la comida. Por cierto, ya compré algunos muebles, como el sofá, la tele y una alfombra para la sala. En mi cuarto solo compré un tocador, porque ya había una cama bastante cómoda. Así que, aunque aún no tengo muchos muebles, con lo poco que hay, me las arreglo bien.

Después de terminar de comer, fui a lavarme los dientes y llamé a mi madre para hablar un rato con ella. Si no, se vuelve loca con sus preocupaciones.

—Hola, mamá, ¿qué tal por ahí?

—Aquí todo bien, hija. ¿Y tú? ¿Ya te llegaron los muebles? No soporto que tengas la casa vacía, no la dejes como tu cuarto.

—Que si mamá tengo los muebles y todo esta bien.

—Valee —dijo, cansada.

—Por cierto, ¿cuándo hablaremos del tema?

Se quedó callada un buen rato.

—Pues hija… —fui interrumpida porque alguien tocó la puerta de casa —. Luego hablamos, ya llegó tu padre.

Siempre que queremos hablar, algo tiene que pasar para interrumpir en el momento más importante.

Encendí la tele para distraerme un poco. Un rato después, alguien tocó a mi puerta.

Me levanté a abrirla y, al hacerlo, me encontré con Jay.

—¿Puedes hablar? —me pregunto.

¿Hablar?¿Nosotros?

Como vio que no respondía nada volvió a hablar.

—Podemos salir a dar una vuelta, tengo algo que contarte.

—Vale.

Fui a ponerme la chaqueta, peinarme el pelo un poco porque parece que no me lo he peinado en mil años. Seguía sin entender de que quería hablar.

Al terminar, abrí la puerta y ahí estaba mi vecino, esperándome. Me extendió un casco de moto. La última vez que fui en moto tuve un accidente.

—No, no puedo ir en moto —dije.

—No te pasara nada —dijo.

—Con mi suerte, seguro terminamos en un accidente.

—¿Insinuas que no se ir en moto?

—No dije eso, digo que… —me interrumpió, colocando sus dedos sobre mis labios.

—Estoy ahí contigo —dijo.

Tomé el casco de su mano. Al bajar, me di cuenta de que la moto que tenía era una Kawasaki. Me encantan las motos, pero después del accidente, les tengo miedo.

Me quedé un rato mirándola, hasta que Jay rompió el silencio y me preguntó si iba a subir o no.

—Sube —me dijo después de responder que sí.

Al subirme, intenté no agarrarlo tan fuerte, pero cuando aceleró, mis manos lo apretaron sin querer. Seguro que le hice daño.

Le pregunté a dónde íbamos, pero como iba tan rápido no llegó a escuchar nada.

Tenía los ojos cerrados, y cuando los abrí, estábamos en un diner, un lugar de comida rápida. Entramos y los dos pedimos una hamburguesa. No tenía planes para cenar, pero al final me invitaron.

Unos cinco minutos después, él paró de comer y me observó en silencio. Levanté la vista y vi cómo abría la boca, pero enseguida la cerró sin decir nada.

—¿Qué querías decir? —le pregunté.

—Primero come.

—Puedo escucharte mientras como.

—Vale, te lo voy a contar —dijo, luego se quedó en silencio.

—Dime.

—¿Podrías fingir por un tiempo que eres mi novia? —dijo él. Justo cuando lo dijo, acababa de meterme una patata en la boca y casi me ahogo. Él me pasó un vaso de agua rápido—. Por eso te dije que termines de comer y luego hablamos.

—¿Tu novia? ¿Cómo? ¿La chica del otro día no es tu novia? —dije, sorprendida.

—Yo nunca te dije que ella fuera mi novia. Y no, no es mi novia.

—Espera, vamos a volver a lo anterior... ¿Qué significa eso de que finja que soy tu novia?

—Sí, solo por un tiempo.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Sí.

—Antes te he visto en… —intente decir .

—Sí, él es mi padre —me interrumpió

O sea, ¿tendría que fingir ser la novia del hijo de mi jefe? Qué emocionante. Claro, está propuesta queda más que rechazada. No quiero mentirle a mi jefe. ¿Y si se entera y me echa?

—¿Aceptas?

—No.

—Vale, gracias por hacerme perder el tiempo —dijo, muy borde. Solo me dijo eso porque rechacé su propuesta. Qué poco hombre.

Se levantó y salió del diner. Me quede sola como una boba comiendo sola. Terminé de comer. Al salir, vi que la moto seguía ahí. Cuando abrí la puerta del diner, me encontré con Jay acercándose hacia mí. Me entrego el casco.

—Toma, coge el casco o se hará más tarde.

—¿No te habías ido?

—Yo soy el que te traje y te llevaré hasta tu casa.

Me puse el casco, y me monté en la moto.

Al llegar a casa, me despedí rápidamente y subí corriendo. Al entrar, me di cuenta de que aún tenía el casco en la mano. Seguía apoyada en la puerta, me giré, la abrí y toqué la puerta de Jay. Al abrir se empezó a reír.

—¿Ya me echas de menos?

—Toma tu casco.

Se lo di y me dí la vuelta.

—Espera un momento —dijo de repente.

—¿Qué pasa?

—Gracias.

—¿Gracias? Rechacé tu propuesta.

—Bueno, si no lo querías, ¿por qué viniste conmigo?

—Pensaba que me ibas a decir algo importante.

—¿Algo importante? ¿Cómo que? —al decir eso último se acercó a mí, su aliento rozando mi piel.

—Ni idea, ahora que lo pienso, no sé por qué me fui contigo.

—Buenas noches —dijo, alejándose de mí—. Creo que aun no me presente, me llamo Jay.

—Buenas noches.

—¿No me dirás tu nombre?

Lo ignoré, y cerré mi puerta en su cara. Que pruebe su propia medicina. Al entrar a casa, me empezó a llamar Ryan. Hace mucho que no hablamos, no entendía qué pasaba. Solo espero que no sea nada malo de mis padres.



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En el texto hay: misterio, secretos, vecinos

Editado: 06.01.2025

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