Entre puertas

4

Hoy es la fiesta.

Al despertarme por la mañana, abrí la puerta de mi casa para ir a comprar algo para el desayuno y me encontré con una caja con el logo de la primera tienda en la que estuvimos. La dejé en casa y salí a comprar el desayuno. Al regresar, abrí la caja y era el primer vestido que había visto, el cual me había gustado.

El vestido era largo, de un verde vibrante, hecho de seda. Era muy hermoso, pero para mí era demasiado caro. No sabía cuándo o cómo le devolvería el dinero.

Después de desayunar, fui a probarme diferentes maquillajes, pero hasta ahora ninguno me está gustando.

Al poco rato, alguien empezó a tocar la puerta. En el otro lado estaba Jay.

—Conmigo no saldrás así.

—¿Así como?

Corrí a verme en el espejo, tenía la cara pintada. Con sombra de ojos me pinte las cejas azules, los labios cubiertos con pintalabios azul, y círculos verdes en las mejillas. Siempre me hacía eso antes de ducharme. Era mi pre-shower make up.

—Claro que no saldré así —dije, aterrorizada con mi cara.

—¿Sabes a qué hora empezará?

—Creo que a las 20:00.

—A las siete y media vengo por ti.

—Vale.

Fui a darme una ducha y me lavé bien el pelo. Me lo rizé un poco y luego me puse el vestido. Para el maquillaje, opté por algo básico, uno que encontré en Pinterest.

Miré la hora y ya eran las siete y cuarto. Solo me faltaban los accesorios. Me puse unos tacones que combinaban con el bolso y me coloqué un collar de perlas.

El collar de perlas es muy importante para mí. Me lo había regalado mi padre y estuvo conmigo tanto en los buenos como en los malos momentos.

Miré al espejo y vi a la mujer más hermosa del mundo. Bueno, ya basta.

No quiero tardar más.

Alguien empezó a tocar mi puerta. Ya vino por mí. Al abrir la puerta, se quedó mirándome con admiración. Seguramente se enamoró de mí. Vale, ya paro con mis bromas.

—Estas hermosa —dijo—. ¿Qué hiciste con la persona de antes?

—Me la comí.

—Vámonos ya.

Él llevaba un traje con la parte superior blanca y la parte inferior negra, y el cabello castaño. Con una chaqueta en la mano.

Fuimos en el mismo coche que el otro día.

Esta vez, abrió la puerta del coche para mí, entré y me senté.

—¿Qué hora es? —preguntó.

—Son las siete y media.

—Llegaremos un poco tarde.

—Para lo mejor hay que esperar —dije. Él se empezó a reír y me dio la razón.

Llegamos a la fiesta y, desde fuera, se veía que había mucha gente. Sin embargo, esto no era como esas fiestas en las que te emborrachas y terminas durmiendo en cualquier parte. Aquí servían copas de vino, todo era de lo más elegante.

Entramos, y todo era muy hermoso, hasta que mis visitas se volvieron de lo peor. Vi a Emilia.

Jay me agarró de la mano y me apartó de todo el mundo, llevándome a una mesa alejada de todos. Miré hacia atrás y vi que su padre se acercaba, pero se detuvo al vernos alejarnos.

Se quedó en silencio sin decir nada, yo no tenía ni idea de qué decir para romper el silencio. Los minutos pasaban él y yo solo mirabamos, nadie nos hablaba ni nosotros hablábamos.

Su padre se acercó a saludarnos, bueno, a saludarme, porque a él lo ignoró rotundamente. Me saludó y me presentó a unos empresarios que conocía. Su padre no vio raro que Jay estuviera conmigo, era como si supiera que ya fuéramos pareja desde antes. Bueno, pareja de mentira.

Jay no dejaba de poner cara de aburrido, y como me ayudó, no quiero que se aburra.

Empezaron a poner una canción lenta. Como me aburría, cogí a Jay de la mano y lo llevé a la pista. Él no dejaba de poner cara de incomodidad, claramente con ganas de matarme.

Empezamos a bailar. Aunque él no quería mostrarlo, sabía bailar muy bien. Yo casi le dejó sin pies, nunca baile con nadie. Vi a Ryan de lejos. Jay miró a donde estaba mirando, me agarró de la cintura y juntó sus labios con los míos. Mi cuerpo se congeló, por un instante me olvidé de todo el mundo que estaba en la fiesta.

Me quedé inmóvil, no podía apartar la mirada de sus ojos, que mostraban una clara desconfianza. ¿Qué acababa de pasar?

—Nos está mirando tu ex. —Dijo en mi oído—. ¿Has aceptado ser mi novia para ponerlo celoso?

—Claramente no.

—Se te cambió la cara al verlo.

En el cambio de canción, volvemos a nuestra mesa. Se empezaron a acercar Emilia y Ryan a nuestra mesa.

—Hola, querida —dijo, mirándome con una sonrisa falsa. Se giró a mirar a Jay, se quedó un rato en silencio— Hola —dijo con frialdad.

—Hola —dijo él con más frialdad.

—Al final si trajiste a tu novio —dijo.

—Si, lo tienes enfrente.

—Pensaba que nunca te olvidarías de mi novio, pero mira lo hiciste —me dijo. Creo que nunca dejara de decirme eso— Me alegro por ti.

—Te enseño como lo hice si tanto te interesa, ya que solo puedes decirme eso —dije, acercándome a ella.

Jay empezó a reírse suavemente.

—Ya basta —dijo Ryan, pasó la mirada sobre mí y añadió—: Abby, estás preciosa.

A su querida novia se le cambió la cara de repente por el comentario de su novio. La entiendo, si mi novio hiciera lo mismo, lo mataría, pero como no es el mío, me da igual.

—Gracias.

Ya quería salir de ahí, todo se ponía incómodo.

—¿Dónde está el baño?

Emilia me señaló dónde está.

Me dirigí al baño solo para retocarme. Justo cuando iba a salir, entró Emilia, y parecía muy enfadada.

—¿En serio, Abby? —su voz era un susurro cortante, más aterrador que un grito—. ¿Qué tan bajo vas a caer? ¿Tienes una obsesión con todos mis exes o simplemente no sabes mantenerte lejos de mí? —Avanzó hacia mí, sus pasos firmes haciéndome retroceder automáticamente contra el lavabo.

Antes de que pudiera responder, Emilia alargó la mano y tomó mi collar. Mi collar. Mi instinto fue protegerlo, pero su mirada era como un cuchillo que me dejó paralizada.



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En el texto hay: misterio, secretos, vecinos

Editado: 06.01.2025

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