—Entrega esos papeles al director, luego manda lo que no está en la carpeta roja a la de mantenimiento —dijo Madeline.
Madeline es pelinegra y siempre va elegante, con un aire que deja claro que es la jefa.
Me volví a mi lugar y seguí tecleando el teclado.
—Hola, hermosas.
—Puaj, nunca me vuelvas a llamar así —soltó Grace con una cara de asco.
Los nombres de mis compañeros de oficina son Grace, Luke y Madeline —la jefa—.
—No te llame a ti preciosa, preciosa —eso último fue con un guiño.
—Repugnante.
Según lo que veo por ahora Grace y Luke no se llevan del todo bien. Quería acompañarlos con las bromas, pero no puedo. Tengo que hacer lo que me mandó Madeline y, al terminar esto, más y más trabajo.
—Abby —dijo Luke de repente mirándome muy serio—. Hoy estás obligada a salir con nosotros.
—¿Cómo?
—Hacía un rato que hablábamos sobre salir hoy a comer cuatro —respondió Luke.
—No puedo, tengo muchísimo trabajo.
—Si vamos los cuatro, iremos los cuatro. Puedes hacer eso más tarde —dijo Madeline.
Me levanté rápidamente. Tenía muchísima hambre y, además, solo quería dejar de trabajar porque estaba agotada.
—Hoy, invita la jefa —dije Luke.
—Hoy, dejaré de ser vuestra jefa.
Empezamos a reírnos todos. Cada vez les cogía más cariño. Al fin y al cabo, los veía más que a mi propia familia. Claro, es verdad que vivo a muchos kilómetros de ellos.
Iremos a un restaurante que está cerca de la empresa, llamado Luke's Gourmet Retreat. Y, claro, es el restaurante de los padres de Luke.
—Bienvenidos a mi restaurante.
—¿En serio nos traes aquí? Yo quería emborracharme —dijo Grace.
Fuimos hacia adentro, nos sentamos en una mesa que estaba a lado de la ventana.
—Otro día iremos a emborracharnos —dijo Luke.
—Yo no salgo con borrachos —soltó Madeline antes de sentarse.
Yo casi no hablaba, no porque no quisiera, sino porque no sabía qué decir. Luke me dejó sin silla al sentarse en la mía.
—Lo siento, es que me gusta sentarme aquí —dijo al ver que me quedé de pie a lado suyo.
Tomé la silla que estaba al lado y me senté.
—Eres un estúpido —dijo Grace.
Se acercó la camarera con un bloc de notas en la mano. Nos preguntó qué queríamos comer.
—Una botella de Vodka —grita Grace.
Luke la fulminó con la mirada. Al final pedimos unos macarrones a la boloñesa, todos menos Grace, que dijo que estaba a dieta. Ella pidió una ensalada, que no le gustó nada, pero aun así se la come.
—¿Podemos después de esto ir a un bar? —preguntó Grace.
—No —dijo Madeline.
—No podemos ir a pasarlo bien.
—Vete a pasarlo bien tu sola —dijo Luke.
—Yo voy contigo —dije eso y todos se giraron a mirarme con cara de que estoy loca.
—Te amo —gritó Grace—. Eres la única normal de aquí.
Sonó la campana de la puerta, lo que significaba que alguien acababa de entrar. Como los cuatro somos unos chismosos, nos giramos a la vez a ver quien era.
Un hombre entró con una chaqueta de cuero, acomodándose el cabello con la mano. No hizo falta que se girara hacia nosotros, solo con verlo fue suficiente para saber quién era. Es mi querido vecino, Jay.
Al verme, se detuvo por un momento, visiblemente sorprendido. Luego, sin dudarlo demasiado, se acercó a nuestra mesa con esa seguridad que siempre tiene.
—Hola chicos, hace mucho que no los veo —dijo, ahora la sorprendida soy yo, entonces ellos ya se conocían.
A Luke se le cambió la cara, parecía no gustarle la noticia de que viniera Jay.
—¿Sigues vivo? —preguntó Grace.
—Por lo que vemos, sí —dijo Luke.
—Hola, princesa —dijo Jay— ¿Te llevo a casa?
— Primero, no la llevarás, quiero emborracharme con ella. Segundo, ¿princesa?
Luke cada vez lo veía con peor cara. Jay solo me miraba a mi.
—No Grace, si te vas a emborrachar ve sola —dijo Madeline.
—Ella dijo que iría conmigo.
Todos me miraban, esperando que dijera algo, que tomará una decisión. ¿Qué iba a hacer? ¿Irme con Jay o con Garce?
—Hola, Jay. —Eso es lo único que salió de mi boca.
—¿Qué harás? —preguntó Grace con mucha intriga.
Intenté pensar rápido, pero detesto que me pongan a elegir, la indecisión siempre me gana.
—Ya lo tengo. Vamos a emborracharnos todos juntos.
—Esa es mi chica —grita Grace.
—No vamos a emborracharnos todos —dice Luke.
—Qué aguafiestas eres. ¿Tú irás, Jay?
Miró a Luke, luego me miró a mí de nuevo. Finalmente, dio la respuesta que tanto alegró a Grace:
—Claro que sí.
—Vamooos.
Nos levantamos y salimos del restaurante. Afuera, estaban el coche de Luke, en el que habíamos llegado, y la moto de Jay.
De repente, Jay me tomó de la mano y me apartó del grupo. Caminamos juntos hacia su moto, dejando a los demás atrás.
—¿Quieres subir conmigo? —preguntó.
—Da igual, iré en el coche de Luke.
—Venga súbete en la moto.
—Que no. Iré con mis compañeros.
—Vale.
Estaba alejándome de Jay y su moto, acercándome a mis compañeros, cuando vi, a lo lejos, que Grace y Luke estaban discutiendo —como siempre—.
—No iremos y punto —escuche que decía Luke.
Grace me vio de lejos. Se acercó a mí, me agarró del brazo.
—Abby, dile a este tío que queremos ir a ese bar —dijo señalando a Luke.
—Chicos, no iré con vosotros, ya que tengo muchísimo trabajo —dijo Madeline.
—Yo tampoco —dijo Luke—. Y tú, Grace, iremos otro día. Vamos a subirnos todos.
Nos subimos todos, al final ninguno irá al bar. Luke dejó a Madeline y Garce, cada una en su casa.
Llegó mi momento de bajarme del coche, estábamos frente a mi portal. Estaba un poco cansada, pero aún así quería ir al bar con Grace.
—Ya estamos aquí.
—Gracias por traerme.
Me dio un beso en la mejilla, bajó del coche y subí las escaleras del portal. Pero de repente, escuché que alguien me llamaba. Me giré y era Luke, que había salido del coche y se acercaba con mi chaqueta en la mano.
Editado: 06.01.2025