Entre puertas

8

—Necesitas comer algo, Abby. Sabes muy bien que cada vez estás comiendo menos.

Aún seguía en ese miserable hospital, pero no sabía dónde estaba Jay.

—No tengo hambre.

—Y yo, no quiero estar aquí y no digo nada —dijo Luke. Me quedé mirándolo sin saber qué decir.

—Pues ahí está la puerta —dije señalandola.

—No quería decir eso ya lo sabes, solo que todo lo que está pasando es muy raro.

—¿Por ejemplo?

—Lo de Jay… —dije tocándose el pelo—. Aún nadie sabe dónde está.

Llevaba una semana en el hospital, y nos informaron de que no encontraron a Jay. Él había desaparecido.

Todo el rato hablaban del cuerpo de Jay, en vez de simplemente decir Jay. Eso me ponía extremadamente nerviosa. Yo sabía muy bien que él seguía vivo.

—¡Abby! —me giro de un saltó, porque de repente empezó a gritar.— ¿Estabas escuchando lo que estaba diciendo?

—No, ¿qué estabas diciendo?

—Me han dicho que hoy vendrán unos agentes de policía para hablar sobre el accidente.

—Vale. —él ya levantado para irse, lo agarre de la mano y lo acerque a mí—. Gracias por todo.

Con una sonrisa se despidió y se marchó del lugar.

Si van a venir. Eso significaba que tendría que recordar lo que pasó ese día. Y no quería. Solo deseaba borrar ese recuerdo de mi mente, y nunca hablar de ese tema. Cada vez que pensaba en Jay, no podía evitar la imagen de él, inmóvil, sin moverse. No soportaba el hecho de tenerlo tan lejos, cuando antes siempre lo tenía tan cerca, siendo mi vecino, a sólo unos pasos de distancia.

Escuché unos toques en la puerta. Después de esos dos golpes, entraron dos agentes de policía.

—¿Abby Harper? —preguntó uno de ellos, su voz firme pero no hostil.
—Sí, soy yo. —Traté de mantener la calma, aunque una extraña sensación de vulnerabilidad me recorría.
—Queremos hacerle algunas preguntas sobre lo ocurrido en el accidente. Si está lista, podemos comenzar.

Asentí con la cabeza, aunque en el fondo no estaba segura de estar lista para revivir ese día.

Tomaron asiento cerca mío, ahora empezaremos con las preguntas y parecían que me querían preguntar muchas cosas.

—¿Sabes por qué estamos aquí? —dijo él agente de piel oscura. Que estaba anotando todo en su libreta.

—Sí…si.

—¿Recuerda lo que ocurrió ese día? —preguntó el otro agente, su voz algo más suave.

—Sí... —mi voz tembló al principio, pero logré controlarme—. Sí, lo recuerdo.

—¿Dónde estaban usted y Jay antes del accidente? —preguntó el agente mientras escribía en la libreta.

—En casa.

—¿Viven juntos?

—No, él es mi vecino.

—¿Hubo alguna discusión entre ustedes? ¿Algo fuera de lo normal?

—No. —Negué con la cabeza, aunque el recuerdo del silencio incómodo en el coche la golpeó como una ráfaga. No podía confesar que apenas habíamos hablado.

—¿Puede describir lo que sucedió justo antes del impacto?

Cerré los ojos un momento, para intentar recordar bien lo que pasó ese día.

—Estábamos en la carretera, íbamos de camino a una fiesta. De repente…

Me detuve, con la voz quebrándose. La imagen del camión que iba acercándose hacia nosotros…

—Tómese su tiempo, señorita Harper.

Inhale profundamente, forzándome a continuar.

—Estaba preguntando a dónde íbamos, ya que había cambiado de carril. De repente, un camión apareció enfrente, y Jay, para evitar que nos atropellara, giró el coche bruscamente. Terminamos cayendo por un barranco.

Sentí un nudo en la garganta mientras las palabras salían de mi boca, cada una de ellas trayendo de vuelta el miedo, la confusión y la impotencia de ese momento. Bajé la mirada, incapaz de sostener la del agente.

—¿Recuerda qué pasó después?

—No... —murmuré. Cerré los ojos con fuerza, como si así pudiera bloquear los recuerdos. Pero ahí estaba Jay, inmóvil, sin abrir los ojos.

El agente cerró su libreta y se inclinó ligeramente hacia adelante.

—Gracias por responder, señorita Harper. Sabemos que esto no es fácil, pero cada detalle nos ayuda a entender mejor lo que ocurrió.

El segundo agente, de pie junto a la puerta, asintió.

—Seguiremos investigando. Si recuerda algo más, por mínimo que parezca, no dude en avisarnos. Puede hacer que la búsqueda avance más rápido.

Ambos se levantaron, y mientras se preparaban para salir, el primero añadió:

—Haremos todo lo posible por encontrarlo, se lo prometo.

La puerta se cerró tras ellos, dejando un silencio que pesaba más que sus preguntas.

No tenía ni la menor idea de donde se encontraba Jay. Ojalá pueda saberlo e ir en su busca.

Solo me quedaré dos días más aquí. Aunque ni me fijé en cómo estaba, Luke me dijo que estaba muy mal, ni quería mirarme al espejo. Hoy si quería verme, necesitaba saber que ya estoy bien para salir de aquí.

Entré al baño que estaba en mi cuarto. Al verme en el espejo, noté que tenía varios rasguños en la cara y un gran corte en la frente. Mi cuello estaba lleno de moretones, y lo único que resaltaba aún más era la gran venda que cubría mi cintura. Me habían colocado esa venda para proteger una fractura en las costillas del costado.

La factura del costado era leve, no afecta a los órganos por eso saldré en dos días.

Apoyé la cabeza contra la almohada y cerré los ojos, dejándome arrastrar por el cansancio.

***

El tiempo en el hospital parecía interminable. No dejaba de repasar en mi cabeza lo ocurrido, buscando sin éxito respuestas que pudieran silenciar el caos de preguntas que no dejaba de atormentarme.

Llamé a mis padres desde el móvil de Luke porque no tenía el mío conmigo y no podía llamarlos de otra manera. En el hospital no los llamaron porque Luke ya estaba conmigo, pero él me obligó a llamarlos.

Lo primero que pasó fue que mi madre me soltó una bronca porque no la había llamado en mucho tiempo.



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En el texto hay: misterio, secretos, vecinos

Editado: 06.01.2025

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