Entre Sombras

Capitulo 4

—Bienvenidos al paseo terrorífico de Juan el descabezado. Espero que sea de su agrado y me dejen buena propina —Guiño—Les habla su humilde servidor, Jusefé. —Y el "jinete sin cabeza" hace una reverencia alzando un sombrero sobre su hipotética cabeza decapitada.

—Yuju —Murmura Miguel fingiendo entusiasmo.

Callen y Charlotte ríen codeándose mientras llega un caballo jalando una carreta. El caballo es un animal imponente con pelaje negro y una gran cabellera azabache. Por su pecho se cruza una cadena con una insignia en la mitad y sus riendas rojas sangre son tomadas por un jinete sin cabeza. El cuerpo del bello animal expulsa vapor en la noche como si estuviera en combustión. No sé qué hace un caballo tan hermoso llevando una carreta.

El jinete saluda a Jusefé, nuestro anfitrión y ayuda a bajar algunas chicas que se encuentran riendo de algún chiste tonto.

—Fue un placer, vuelvan pronto. —Despide el chico y hace la misma reverencia ensayada que hizo Jusefé anteriormente.

Una chica morena con muchas curvas se acerca al jinete y toma su brazo de manera coqueta. Su camisa de botones está a punto de reventar. —Espero con ansias otro paseo.

El jinete toma la mano de la chica y la lleva a sus labios. —Cuento los segundos.

La chica se va contoneando las caderas y se acerca a su grupo de amigas que la reciben entre burlas y nalgadas. En cuanto el grupo se da la vuelta, el jinete suelta un gruñido y se quita la camisa que lo cubría hasta la cabeza quedando solo con sus pantalones de vestir. Su torso es atlético y muy definido, está cubierto de tatuajes entrelazados entre sí. En medio de algunas enredaderas en su abdomen se encuentra un ojo observándonos con atención. Un bufido de irritación me saca de mi distracción. Carraspeo incomoda apartando la mirada.

—Es un fastidio. —Dice el chico sin camisa mientras revuelca un bolso que cuelga de un árbol. —Siempre llegan en medio de sus risitas tontas a molestar. ¡Ni escuchan la historia! —Da una mirada enojada a su espalda donde se encuentra Jusefé. —¡Llegas tarde! Deberías haber llegado hace media hora.

Jusefé rasca su cabeza a través del disfraz. —Si amigo, lo siento. Mabel llegó temprano a casa. —Sube y baja las cejas con picardía dándonos a entender por qué se retrasó.

—¿Ah sí? —Dice con sarcasmo el chico sin camisa y se da la vuelta con una musculosa en la mano— Pues mi hermano volvió a desaparecer.

—No me digas. —Jusefé no parece ni un poco sorprendido— ¿No habías dicho que lo habían encadenado?

Charlotte me mira con los ojos bien abiertos. Se debe estar preguntando lo mismo que yo: ¿Es legal encadenar a un niño humano?

Continua el chico mientras pasa la musculosa por su cabeza y nos ignora por completo —Pues sí, pero la pequeña escoria cuenta con ese amigo suyo que le ayuda con todas sus maldades.

El jinete suelta un bostezo ruidoso. —¿Y no lo encontraron?

—No. —Dice el chico sacando un dulce de sus pantalones— Mamá ya no se preocupa, sabe que en unos días aparecerá como si nada.

Ya que estamos escuchando el chisme, no puedo evitar preguntarme que clase de familia son. No soy experta en la unión y amor familiar, pero no creo que sea normal que un niño desaparezca y todos sigan con sus vidas como si nada sucediera. ¿Qué tienen en la cabeza?

—Deberían reportarlo a las autoridades. —Hablo inmiscuyéndome en la conversación. —El mundo es peligroso para un niño indefenso.

Los dos chicos voltean a verme a la vez. El de la musculosa alza las cejas sorprendido, como si nos hubiéramos materializado de la nada. —¿Perdón?

—Deberían reportar la desaparición del niño a las autoridades. —Repito.

El chico me mira bajo sus pestañas y sonríe. —Mi hermano no necesita que lo busquen.

—¿Cómo estás tan seguro? —Digo sin rendirme. —Podría estar solo y asustado en un callejón sin salida. —O rodeado de demonios en el bosque. Lo cual no es un buen panorama, ya que no habría un cuerpo para encontrar. Obviamente eso no se lo digo.

El chico ríe y me guiña un ojo. —Soy Martín. —Me tiende la mano ignorando lo que le he dicho— A su servicio, bella dama.

Me quedo observando su mano suspendida en el aire y me pregunto si podría retorcerla en una llave de lucha sin llamar mucho la atención. Imbécil desalmado. Me encantaría tener un hermano y si lo tuviera y él desapareciera, no dejaría que el mundo girara de nuevo hasta encontrarlo.

Miguel debe observar algo en mi rostro, porque toma la mano que Martín me ofrece y le sonríe. —¡Genial! Mis amigos y yo estamos esperando por el paseo. —Y como si no quedara lo suficientemente claro, señala al caballo y la carreta.

—Ay sí, lo siento. —Dice Jusefé mientras se levanta de la butaca donde se acababa de sentar. —Me distraigo con facilidad.

Charlotte hace una mueca. —Nos dimos cuenta.

Observo con intensidad a Martín. Intento transmitirle todo el desprecio posible. El muy idiota se cree irresistible con su cabello negro desordenado, sus ojos azules y con su mueca de arrogancia. No tiene nada que no haya visto antes. Alto, atlético, atractivo y vanidoso. Tiene unas cuantas pecas en su cara bronceada y una sonrisa bonita. Nada del otro mundo. El "Ken" no sería de mucha utilidad contra un demonio. Solo sería una comida en un envase bonito.

Con esto en mente, sonrío. Sé cómo se ve mi cara cuando lo hago, la he visto cientos de veces frente al espejo. La cicatriz que atraviesa mi mentón se estira haciendo ver mi rostro más tenso y mis ojos brillan con sus colores extraños.

Como el monstruo bajo tu cama.

Con las gafas mágicas no puede ver el verdadero aspecto de mis ojos, pero espero que sea suficiente con la mueca.

Martín ríe y se despide de su amigo. Charlotte se pone en tensión junto a mi y yo intento tranquilizarme para no saltar sobre el cuello del imbécil. Antes de irse, el idiota recoge su bolso y nos lanza una mirada furtiva.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.