Entre Sombras y Justicia

5 de julio, 1973.

5 de julio, 1973. 


   Tanto maldito tiempo desperdiciado, intentamos  
adelantarnos a los crímenes, pero como si realmente nos  
vigilara él logró ser más rápido. La espiral se cierra, no  
quedan muchos lugares antes de la estación de policía.  


—Señor, recibimos una llamada de la señora Clarson.  
Steve… lo encontró maniatado en una silla sin rostro ni  
sangre en sus venas. 


—¿En su propia casa? —El cabo Thomson asiente con  
la cabeza y yo golpeo mi escritorio frustrado— Todo  
tiene un límite y T.J. lo pasó por mucho. Vayamos todos  
de inmediato. 


Enseguida nos subimos a nuestras patrullas con las  
sirenas encendidas rumbo a la casa de nuestro querido  
compañero Steve. Al llegar encontramos su cuerpo y a  
su mujer de la misma forma. 


—No entiendo, ¿no fue ella quien llamó? 


—Sí señor…

 

—Hagan su trabajo rápido, debemos irnos de aquí  
cuanto antes.  


   Miro hacia todos lados y no logro comprender cómo  
fue que hizo eso en menos de 10 minutos. No tiene  
sentido. Debió tenerla amenazada cuando ella llamó, de  
otra manera no pudo tener tanto tiempo. Estamos  
hablando de un vaciado completo de sangre que ni  
siquiera sabemos dónde está, y le arrancó totalmente el  
rostro al igual que a su marido. Nos apresuramos a  
volver a la estación y no doy mérito a lo que ven mis  
ojos: Toda la estación está patas arriba, todos los  
informes en papel están destrozados, y hay pintura en  
aerosol en todos lados formando la palabra “next”. Corro  
a encender mi computadora, busco los archivos de los  
informes: vacío. Abro mi cajón buscando los discos  
duros y los pendrives con las copias: nada. De repente  
todas las computadoras hacen una pequeña explosión,  
al igual que los celulares y las radios, quedando todo  
inservible. 
Decidimos quedarnos todos a dormir en la estación, a la  
espera de este maníaco. Sabemos que pronto hará el  
golpe, no importa lo que haga, estaremos listos para  
enfrentarlo. 


—Preparen el cuarto de torturas y la silla eléctrica. Una  
vez que lo tengamos… lo quiero para mí…

 

   Enseguida todos hacen lo que les ordené, ahora ya es  
personal. Legalmente puedo asesinarlo, no lo es  
torturarlo pero… ¿quién puede decir lo contrario?  
Después de todo este es un pueblo pequeño donde yo  
soy la ley. Y pienso hacer justicia de una maldita vez. 
Tomo una manta de la bodega y me recuesto en el sofá  
de mi oficina para descansar. Ha sido demasiado por  
hoy.




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