Entre Sombras y Justicia

7 de octubre, 1974

7 de octubre, 1974. 


   Dimos la batalla por finalizada, luego de más de 1 año 
sin rastros del asesino y siendo que claramente la  
estación de policía de alguna forma ya había sido  
atacada, creímos que el caso del asesino T.J. estaba  
cerrado. Tuvimos que comprar todo nuevo para volver a  
estar comunicados, no sólo entre nosotros, sino también  
con nuestras familias y la comunidad. La vida para los  
que sobrevivimos a la masacre de aquella noche tuvo  
que continuar. No ha sido nada sencillo. Varios  
renunciaron, otros tomaron parte psiquiátrica. En cuanto  
a mí, me he vuelto adicto a los calmantes para poder  
dormir. Fue un golpe muy duro para todos sin duda  
alguna. Pero es bueno no tener ningún otro asesinato en  
más de 1 año. 


—Señor, venga rápido. Es mi compañero, Henry 
Stafford, fui al baño un minuto y al volver lo encontré  
degollado en su silla. 


—¿Nadie vio nada? 


—No… El asesino ha vuelto, y ésta vez parece ser más  
poderoso.

 

—¡No lo permitiré! Hagamos el informe de Stafford y  
pongámonos a investigar. Cerrar el caso fue un gran  
error sin duda alguna. 


   Camino fuera de mi oficina con el cabo Thomson para  
chequear todo y no doy mérito a lo que veo: ¡Están todos  
muertos! Carcomidos por evidentemente un ácido que le  
han puesto a sus bebidas. Me doy vuelta para hablar con  
el cabo y todo se me presenta como flash. T.J. Thomson  
James. Él me avisaba de los asesinatos. Todos  
confiaban en él porque lo conocían, y los civiles lo veían  
de uniforme y no tenían ninguna sospecha. Fue el mejor  
en la C.I.A., el F.B.I., era el mejor hacker y el mejor  
forense. ¡Por supuesto que sabía cómo hacerlo a la  
perfección! 


—¡No des un paso más Thomson! —le grito apuntándole  
con mi arma mientras él sonríe. 


—Creí que eras más inteligente Octavio. Mira cuánto  
tiempo has tardado en darte cuenta que era yo el  
asesino. Por culpa de tu falta de profesionalismo todos a  
tu alrededor han muerto. Y ahora tú también morirás.

 

—¿De qué hablas? No molestes al hombre del arma, es  
lógica pura. 


—No le temo a esa baratija. ¿Recuerdas el café que te  
llevé esta mañana? Bueno… el ácido debe hacer su  
efecto en cualquier momento, morirás igual que el resto  
de tus compañeros. Y yo me convertiré en el nuevo jefe  
del pueblo. Ya puedo leer los titulares: Héroe descubre al  
asesino en serie y promete hacer justicia. Seré una  
estrella. 


—¿Hablas del café que aún sigue en mi escritorio? Que  
bueno que ya había desayunado antes de venir,  
¿verdad? 


   Thomson se da la vuelta para ver la taza, y al girarse  
de nuevo hacia mí aprieto el gatillo. Una bala atraviesa  
su cerebro y muere de inmediato. 
Comienzo a llenar los reportes, informando todo con lujo  
de detalle y lo entrego a la oficina forense. Aunque luego  
de ser el único sobreviviente, no había muchos culpables  
para apuntar.




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