Entre tu Vida y mi Vida.

02.✓

Miércoles, 15 de marzo.

 

Lena James.

Era mi segundo día en casa de la familia Baker y siento realmente raro, desde que desperté siento una sensación extraña en el centro de mi pecho.


—Quizás son nervios por mi primer día trabajando con ellos. —. Me hice creer eso, y aún con la extraña sensación recorrer mi cuerpo me bañé y peiné mi cabello.


A eso de las seis y media salgo de mi hogar luego de dejar una gran reserva de comida a mi gato y las instrucciones a mi vecina de 68 años para que cada que pueda vaya y alimente a mi mascota mientras me ausento. Ayer en la noche  la Señora Baker me comentó que debería quedarme en la semana en casa de su hijo, mi jefe. Dice que él necesita la niñera de Fiorella en todo momento en casa para atender las necesidades de la pequeña niña, y de mantener su desorden ordenado.


El bus se detiene delante de mi y subo, cojo el puesto más cerca de la puerta y que tenga una buena vista. Enciendo mi movió y conecto mis auriculares para ir durante todo el camino escuchando mi playlist preferida. Tarareo la pegajosa canción mientras veo árboles pasar y un nuevo día empezar.


—“I love you, “ ain’t that the worst thing you ever heard? He looks up grinning like a devil.


Era culpable, lo acepto. Siento que la canción hace parte de mi, su melodía, su letra y todo me hace querer cantarla estando en la playa viendo directo al atardecer mientras paso tiempo con unos amigos.

Aquella sensación de verano feliz estando con una buena compañía, quizás algún romance del cual pueda recordar en mis años de vejez, algo que comentarle a mis nietos cuando me pregunten.


Que vergüenza decirles que su abuela era una vieja prematura por no querer salir.


Pero ni modo, millonarias no nacimos y por lo tanto debemos estudiar y trabajar.


Al cabo de unos buenos minutos el bus se detiene en la parada que está a una cuadra de la residencia de los Baker, el clima estaba raramente nublado y frío, un aire helado que te hacía frotar tus brazos buscando algún tipo de calor. Inicié mi caminata hasta mí trabajo cantando la siguiente canción se mi playlist. Las personas que habían en aquella calle estaban serias, calladas y con un semblante demasiado triste. No le presté mucha atención y continué con lo poco que quedaba.


Al estar delante del portón toco el timbre y de inmediato el guardia me abre una puerta saludándome, le pasó a un lado correspondiendo a su saludo. Todavía sigo encantada con la belleza de esta casa y de sus jardines, eran tan delicados y preciosos que dan ganas de tomarles fotografías y enmarcarlas. Nuevamente toco suavemente la puerta principal y espero a que la abran.


—Lena…


Oh no.


—Joven Edward. —. Saludé educadamente a lo que él rodó sus ojos.


Tan temprano y ya de mal humor.


—Te he dicho que me llames por mi nombre. —. Lo recuerdo, pero sigo bastante bien las reglas y se que una de ellas es no tutear a mis jefes o hermanos o parientes de ellos.


—Me siento más cómoda llamándole de ese modo. —. Él no dijo nada y simplemente se hizo a un lado dejándome pasar.


—Mi hermano Ciro y dueño de la casa vendrá en unas horas junto con mi sobrina, aún no llegan a Canadá. —. Me informa mientras sigue mis pasos detrás de mí.


—Está bien. —. Miré a ambos lados esperando a que se vaya pero no lo hace, y solamente se queda ahí parado mirándome.— ¿Podría decirme dónde está Dorothea?.


Edward usaba un suéter hasta sus codos de color vino con unos pantalones negros y zapatos del mismo color del jean, su cabello castaño estaba un poco desaliñado y sus bellos ojos azules intenso me escudriñan curioso. Él avanza un paso metiendo ambas manos dentro de sus bolsillos y yo internamente rezo para que Dorothea salga rápido.


—Creo que se está dando una ducha, pensó que tú vendrías un poco más tarde. —. Y se lanzó en uno de los sofás para revisar una iPod.


Asiento mordiendo mi labio inferior y jugando con mis manos de manera nerviosa.


Oh Dorothea sal rápido.


—Toma asiento Lena. —. Me ordena a lo que, un poco dudosa, acepto.— Mi madre no vive aquí y mucho menos su esposo así que no debes preocuparte por ella. 


Dejo mi mochila encima de mis piernas mientras que veo como revisa su iPod con bastante concentración. En la mesa de centro había una taza de café vacía y un plato hondo igual de vacío, ha de ser que desayunó y lo dejó para que alguien lo recoja.


Tu trabajas aquí Lena, es tu trabajo recoger sus cosas.


Me pongo de pie dejando mis pertenencias sobre el sofá y me acercó a la mesita tomando los platos sucios, la mano de Edward me detuvo cuando estaba por alzarlos y llevarlos a la cocina.


—Yo puedo recoger mis cosas Lena. —. Aprieta su agarre en mi mano mientras me ve serio.


—Es mi deber como empleada de aquí.


Intenté zafarme pero él no me lo permitía.


—Yo lo haré. —. Y rápido me suelta y arrebata de mis manos los platos para desaparecer por la que creo es la cocina.


Que raro podría ser Edward Baker en ocasiones.


Luego de un segundo más esperando él no regresó pero Dorothea sale para llevarme con ella a las habitaciones de las sirvientas. 


Saca de un closet un uniforme que consiste en una falda negra con volantes blancos y la parte de arriba era con el mismo diseño y modelo, cerrada para que no se vea mucha piel. Ato mi cabello en una coleta baja con mechones sueltos, hago como Dorothea me ordenó en dejar mis pertenencias aquí. Afuera estaban la señora Jennyfer Baker acompañada por su esposo, ambos vestían con los mismos colores pero prendas de diferentes modelos, se veían tiernos.


—Buen día Señora Baker y Señor Brad. —. Bajé mi cabeza al estar delante de ellos.




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