Entre tu Vida y mi Vida.

05.✓

Sábado 18 de Marzo.

 


Lena James.

 

Al despertar y abrir mis ojos me encuentro confundida ya que he amanecido en mi habitación, en mi edificio en Canadá. Y no en el hotel junto a Fiorella durmiendo.


Estaba confundida y aún así me levanté cerciorando mis alrededores en busca de algo que me haga recordar en que momento pisamos Canadá o cuando había accedido a regresar a mi departamento. Aún confundida ingreso a mi baño dónde entro a la ducha, el agua caliente caía en cascadas por lo espalda erizando mis vellos y haciendo que despierte completamente.


Al cabo de un rato salgo envuelta en una toalla blanca y con mi cabello goteando, en la cama aviento lo que usaré el día de hoy. Y cuando me estaba tratando de atar las agujetas de los tenis mi celular vibra sobre la mesita de noche. Era una llamada,


De Jennyfer Baker.


—¿Si buen día? —. Frunzo mi ceño sin comprender que carajos estaba pasando.


—¿En dónde estás Lena? Te necesitamos en la morgue cuánto antes. —.Un escalofrío recorrió mi espina dorsal al escuchar esas palabras.

 

—¿Están todos bien? Ya voy saliendo para allá. —. Cómo pude pase mi bolsa por mi cuerpo, corro por todo el departamento buscando mis llaves hasta que ella soltó la bomba.


—¿De que hablas Lena? Dorothea te llamó anoche para avisarte de la muerte de mi hijo, te pedimos que vengas por Fiorella ella está muy alterada y solo quiere que tú la consueles.


Mis manos temblaron aún con el aparato entre mis manos,
Sentía que mis piernas ahora estaban hechas de gelatina,
Y por ese breve momento puse sentir como mi vida abandonaba mi cuerpo.


¿Ciro había…? ¡No, no, no! Era una maldita broma.


—Ya estoy saliendo.—. fue lo único que puse articular, me sentía en shock, no podía moverme de dónde estaba.— ¿Señora Jennyfer?


—¿Mmm? —. Murmuró aún al habla.


—¿Quién murió? —. Tenía mi rostro rojo , las lágrimas no paraban de caer por mis mejillas, sentía un nudo muy fuerte en mi garganta que me impedía seguir hablando.


—Ciro, Lena. Atravesó una curva maldita donde un camión que transportaba combustible lo chocó; murió aplastado y quemado. 


A este punto mi corazón ya no tenía pulso.


Cuelgo la llamada ahogada en lágrimas sin saber cómo demonio a apresurarme ya que seguía en el shock por la noticia.


¿Cómo puede estar muerto si apenas ayer estábamos en Hawái disfrutando de nuestra compañía y de Fiorella?


Luego de un rato salgo de mi edificio a paso muerto, miré directamente al cielo viendo que estaba totalmente gris y con fuertes amenazas de lluvia torrencial.


Giré mi robotizado cuerpo a la izquierda donde comienzo mi arduo camino hacia la morgue de la ciudad, en dónde reposan los restos de Ciro Baker. Oh maldita sea seguía sin creer que él había muerto, así como si nada, así a la velocidad tan grande. ¿Era posible al menos? El día de ayer lo recuerdo tan bien, él en Hawái conmigo, ambos riéndonos, sacándonos fotos para recordar este momento y ya hoy no queda nada, tan solo un recuerdo que se morirá.


Morirá con él… 


Mis pasos reflejan mi dolor, mi agonía interminable. Y era de notarse, todo aquel que me pasaba por un lado se topaba con una versión zombie de mí, una ojerosa, desaliñada y sin estilizar. En este momento ni yo misma me conocía. 


¿Él por qué atravesó aquella curva?, 


¿Qué le incitó a ir por ahí sabiendo que no sobreviviría?.
Y en plena acera de la calle me derrumbo, caigo sobre mi trasero hecha un mar de lágrimas viendo a todos lados esperando por algún milagro. 


—¿Señorita se encuentra bien? —. Se había acercado a mi un grupo de señoras preocupadas. Una de ellas me tiende una botella de agua.


—Levántenla o échenle viento.—. pide una señora bien vestida de cabello negro agarrándome de los brazos para sentarme en un banquito.


—¿Ya te encuentras mejor? —. Ahora era un señor de la tercera edad quien me interroga.


Yo accedo gustosa a beber del agua y vuelvo a levantarme, tambaleé un poco pero pude sostenerme de pie fuerte. Las dejé atrás con caras de confusión total, debía aparecer cuánto antes a la morgue, Fiorella me necesita.


Ante mis ojos aparece la estructura del sitio, contuve mis ganas de llorar y agarré fuerza de dónde no tenía para avanzar y entrar, todo en si estaba en silencio y había pocas personas por ahí esperando. Me acerqué a la recepcionista para preguntar por los Baker.


—¿Buenos días, en dónde puedo encontrar a los Baker?


Ella era una mujer mayor de piel caucásica de cabellos rojos teñidos y rizados.


Y usaba un uniforme grisáceo con negro y había un gafete con su nombre; Lorraine.


—¿De parte de quién?


—Lena James soy la niñera de la pequeñita de Fiorella Baker. 


—Deme un momento. —. Ella se pone de pie para desaparecer por una puerta después. Miré a ambos lados y no podía creerlo, aún me encuentro en estado de negación. Segundos después ella aparece de nuevo.— Están en la sala cuatro.


Sigo derecho para luego cruzar por un pasillo a la derecha continuar derecho, y luego cruzar a la izquierda donde a lo lejos podía deslumbrar la cabellera rubia de Fiorella escondida entre los brazos de Edward.


Lamo mis labios nerviosa al escuchar salir del pequeño cuerpo de la niña gritos de dolor, ella de verdad se encontraba viviendo su duelo. Edward trataba de consolarla resguardándola entre sus fuertes brazos pero ella se zafaba para aventarse al suelo y hacer un drama grande. Él gira y me encuentra, presiona sus labios en una fina línea y se aparta de Fiorella cuando Dorothea la sostiene y sienta en sus piernas.


Él viene a mi con sus manos dentro de sus bolsillos delanteros. El día de hoy usaba una sudadera negra con polera blanca y que solo se veía en la zona de su cuello, su cabello castaño estaba desordenado y mantenía un aspecto dolido, sus ojos azules estaban rojos.




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