*PHOEBE*
El tráfico es lo peor que puede existir en esta vida, entiendo que es necesario para que no haya accidentes fatales, pero aun así es molesto. En primera porque cuando trabajas como repartidora atrasa tu trabajo, y a veces te impide llegar en el tiempo que se supe debes llegar a tu destino. Y la segunda, es por los malditos cláxones de los carros.
Trato de tranquilizarme para no gritarle al conductor más próximo que se calle y meterme en problemas como la última vez. Cuando mi nula paciencia está a punto de acabarse, los carros empiezan a avanzar, suelto una bocanada de aire y arranco la moto para avanzar antes de que alguien empiece a joder con su claxon.
Sentir el aire golpeando mi rostro cuando voy en mi moto es de mis cosas favoritas en esta vida, y también una de las tantas por las cuales amo mi trabajo, aunque a veces este suele ser muy pesado por los clientes odiosos que puedo llegar a enfrentar, lo lejos que se entregan algunos pedidos o como ya lo mencione por el horrible tráfico que normalmente hay, pero aun con todo esto siento que nunca abandonaría este trabajo por nada en el mundo.
Me alegro al alcanzar a notar el Domino's Pizza en donde trabajo, hoy ha sido un día muy pesado y lo único que quiero es llegar y aplastar mi cuerpo en una silla. Me consuela pensar que ya solo falta una hora para que termine mi turno, y pueda yo ir a descansar plácidamente en mi cama.
Llego al lugar y estaciono mi moto en el espacio que se tiene reservado para ellas. Bajo de ella al mismo que me quito el casco dejando mi cabello castaño al aire libre, y me lo acomodo mientras me dirijo a la entrada. Cuando abro la puerta no me sorprende que la mayoría de las mesas estén ocupadas, pues es viernes y es el día en que hay más clientes, pero también es el día en que más pedidos se entregan por lo cual es muy agotador, aunque a partir de la siguiente semana ya solo trabajare los sábados y domingos, pues el lunes será mi primer día en la universidad y ya no podre trabajar entre semana.
—¿Qué hay Max? — saludo a uno de los chavos que trabaja tomando los pedidos y con el cual me llevo muy bien.
Alza su mirada de la libreta en la que estaba anotando los pedidos, y al verme una enorme sonrisa surca su rostro —. Aquí mucho trabajo y ¿tú que tal Phoebe?, como estuvo la entrega.
—Muy bien, solo en tráfico ya sabes.
—Porque crees que yo prefiero no salir, y quedarme aquí tomando pedidos —siempre ponía esa excusa cuando me quejaba del tráfico o de algún cliente. Pero en realidad todos sabemos que les tiene pavor a las motos.
—Podría acabar de atenderme joven, por favor — hablo una señora que al parecer estaba haciendo su pedido, y de la cual por cierto no había notado su presencia.
—Bueno te dejo para que sigas.
Me despedí con un asentimiento de cabeza y me apresuré a meterme al cuarto de descanso para al fin relajarme por hoy. Ahí adentro no había más que tres chicos que al igual que yo eran repartidores, y en cuanto me vieron pararon su conversación y dos de ellos se acercaron a saludar.
—Phoe mi vida, ¿Cómo te fue hoy cielo? — dijo Francisco, pero la mayoría le decimos Frank. Él es el que más me perseguía y era cariñoso conmigo de todos. Según los chicos él tiene un crush conmigo, pero yo creo que era más por molestarme que por otra cosa.
Se acerco a mí con la intención de darme un abrazo, pero yo puse mis manos al frente para evitarlo, no me agradaban demasiado los abrazos, a decir verdad. Y si se lo permitía una vez no lo quitaría de mi lado por mucho tiempo.
—Me fue muy bien y a ti Franky — ese era mi apodo para hacerlo rabiar. Por alguna razón odiaba que le dijeran así.
Se aparto molesto, bueno al menos conseguía unos minutos de paz sin tener que cuidarme de ser abrazada por él.
—Mucha miel, mucha miel — intervino Zack, con el no éramos muy amigos, pero hablábamos de vez en cuando —. ¿Cuánto hiciste esta vez flash? — ese era mi apodo desde que descubrimos que yo era la más rápida de todos los repartidores, a partir de ese momento deje de llamarme Phoebe para ellos.
—10 minutos de aquí al Boulevard San Francisco — su boca formo una enorme O. porque ese boulevard se encontraba demasiado retirado como para llegar en 10 minutos, pero yo lo había logrado, o sí —. Sorprendido — dije sintiéndome la puta ama del universo. Y me imagine golpeándolo con mi cabello al darme la vuelta, como sucedía en las películas.
—Eso mi amor demuéstrale quien manda — estaba muy satisfecha por la impresión que había causado en Zack. Que ni me moleste en responderle lo de siempre a Frank.
—Pues la verdad, viniendo de tu parte no me sorprende, bien hecho — dijo chocando puños conmigo.
—No es para tanto, se puede llegar mucho más rápido si se desea — por fin hablo Alex, el cual se me hacía raro no hubiera opinado antes. Él es muy ermitaño, incluso mas que yo y eso es mucho decir, no se lleva con nadie más de lo necesario, incluso he llegado a pensar que no tiene amigos.
—Si tienes razón, pero no había prisa por llegar. Además de que no quiero terminar multada por exceso de velocidad — no quería responderle tan tajantemente. Pero a veces me salía muy natural.
El solo alzo los hombros como respuesta, ya me había acostumbrado a esas respuestas de su parte. De hecho, así les respondía a todos, siempre ha sido un enigma ese chico.
—Bueno, bueno, dejando ese tema que harán este fin de semana. Ya es el último antes de entrar a clases — intervino Frank muy animado —. Yo voy a ir a una fiesta que se realizara en un bar muy lujoso de aquí de la ciudad, es de universitarios, ya saben, bebidas, droga, sexo.
Creo que nos había dado demasiada información, pero es que enserio este idiota no se puede callar. Bueno digo creo que es más que obvio que eso hacen, pero es muy desagradable escucharlo. Por lo cual los dejo solos hablando y me paso al sillón.