Entrelazados

Introducción.

Vuelvo a repasar mi cuerpo asegurandome de que sean una buena cantidad de sudaderas que me cubran, esparzo perfume nuevamente, y huelo mi alrededor esto solo me ayudará a cubrir un poco mi olor, solo quedan minutos para que se desvanezca y no puedo seguir aquí.

Camino nerviosa por mi cuarto preparándome para escapar, el olor a testosterona pura que se esparce por el aire me avisa cuan cerca un alpha está, y el olor que se intensifica a cada instante no ayuda a mi nervios, soy un capullo de nervios a punto de estallar.

Agarro mi bolso y llaves del auto, salgo del lugar donde me he hospedado por un mes, miró a todos lados nerviosa de que algo suceda, aterrada de que me atrapen, caminar fuera de mi ambiente es peligroso para mi propia especie, no puedo hacerme de vista gorda y dejar pasar el que alguien me posea.

Pero ¡no!, no quiero vivir triste por toda mi vida, no quiero ser una más de esos alphas, no quiero portar un hijo que no quiero. Mi cuerpo tiembla a cada segundo que el olor a testosterona pura se hace más cercano, mis piernas flaquean y me agarró con fuerza de la puerta del carro.

Después de unos minutos de haber manejado paro en una parada para ponerle gasolina al auto, miro con atención mi alrededor y cuando termino de ponerle gasolina me estaciono para entrar a la tienda de conveniencia. Compro unas que otras golosinas y un chocolate caliente, el frío siempre provoca que tome un resfriado, y con este viaje de escape no puedo estar débil.

Aspiró el rico aroma de chocolate, y mis lentes se opacan por el pequeño vapor que sale del brasco, lamo mis labios y lo bebo un poco, saboreo lentamente el líquido chocolate.

Mi mente se enfoca en el pequeño ruido que hacen varios carros fuera del lugar, miro por la ventana limpio mis lentes un poco con la manda de mi suéter y miró atentamente, el rico olor de cacao y aroma a hogar llega a mis fosas nasales, mi interior comienza a cosquillear dejando que mis hormonas salgan sin mi autorización.

Meneo mi rostro negando por mi frágil mentalidad, veo nuevamente hacia afuera notando como rodean mi auto y maldigo por tener esa debilidad por el chocolate caliente, el vaso en mis manos cae cuando los veo entrar al lugar y corro hacia la otra puerta de salida que había visto, volteo hacia atrás notando a unos ojos grises claros mirarme, y la puerta se cierra, mis lentes se caen cuando corro por lo que se me hace un poco difícil de ver.

Huelo la testosterona pura del hombre tras mío, siento mi interior vibrar por ser reclamada y mi cuerpo me traiciona indescriptiblemente, tropiezo cayendo en la nieve cerrando mis ojos y junto mis rodillas a mi pecho poniendome en posición fetal, siento como me agarran alzandome para que mis pies pisen firmemente la nieve, mis ojos se posan en la blanca nieve sin mirar a la persona frente a mi.

Mi omega me reclama el saltar a los brazos de la que es mi pareja dejando mis miedos a un lado para que él cuide y proteja de mi, dejo salir un suspiro de mis labios y levanto mi vista tratando de ser valiente.

Sus ojos verdes claros me miran con demasiada profundidad me remuevo incómoda por su íntima mirada a mi cuerpo, mis piernas tiemblan por el frío y me abrazo a mi misma tratando de darme calor, para ser una loba mi calor no es suficiente por ser omega.

Soy débil por naturaleza.

 

— Te he buscado por mucho tiempo.— murmura, tiemblo por su gruesa voz.

 

Sus brazos me envuelven emanando de su calor, calentandome haciéndome sentir que estoy en casa, haciéndome sentir segura en sus brazos, cierro mis ojos inhalando su aroma sutil provocando que mis feromonas salgan en masa.

 

— Controlate mi Omega.

 

Su espesa voz sigue provocando revoltijos dentro de mí, mi respiración se vuelve frenética al sentir sus manos en mi piel, alza mi rostro posando sus dos manos en mi cara.

 

— Guarda la cama, no quiero crear una guerra con otras manadas. — besa mi nariz logrando que tiemble todo mi cuerpo,— No quiero compartir a mi Omega con nadie más, no quiero que te quiten de mis brazos.

 

Algo en mi pecho se instala dando calidez, mis piernas flaquean y me agarró con fuerza de sus brazos, él me mira y alejo mis manos rápidamente nerviosa.

Años corriendo, escapando, huyendo para que ahora encuentre por mi descuido a la persona con la que viviré mi vida entera es tan irreal.

 

— Todo está bien, no llores.

 

Mis manos se dirigen a mis mejillas, con mis yemas limpio mis lágrimas de las que no me habia dado cuenta que salian de mis ojos, paso mis brazos por su cintura abrazándolo queriendo que mi seguridad no sea simplemente un solo sueño, quiero una realidad donde no tenga que huir del mundo.

Ya no quiero soñar, quiero tener mis pies en la realidad y que esta no sea tan dolorosa como siempre a sido, siento como aprieta mi cintura apegándome más a él.

 

— Desde ahora estarás a salvo mi hermosa Omega.

 

Mi corazón late con fuerza contra mis costillas, alzo mi vista mirándolo totalmente cohibida por su presencia, mis mejillas arden sonrosadas y bajo mi mirada tímida.

 

¿Tuve suerte?

Está muy claro que si, nunca a nadie le había sucedido lo mismo y es muy raro de ver esta reclamación había escuchado que era más común que un alpha hiciera una guerra reclamando a su pareja que fue abusada por otro alpha que la reclamó solo para reproducirse o ser una más de sus esclavas.

Tenemos unas feromonas demasiado fuertes que son debilidad de los demás, son las que hacen que ese ser primitivo en los hombres aparezca y al estar junto a un alpha puro la testosterona de él nos hace reclamar deseos y pedir que los aplaquen.

 

— Señor, los autos ya están listos.— volteo mi mirada separandome notando como el otro hombre se tapa su nariz dándome a entender que mis feromonas son demasiado fuertes, suspiro lentamente tratando de calmar mis feromonas para poder evitar que algo malo suceda.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.