Entrelazados

Uno

Saga: Lazos.

Libro 1

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Capítulo uno.

1

 

Unos ojos verdes hacen que despierte de mi sueño, mi cuerpo transpira y miro a mi alrededor dándome cuenta que estoy en mi auto sola, «¿todo fue un sueño?», escuchó un ruido y el frío pasa por mi espalda helandome.

 

Agusto mis lentes notando que están estrellados de un lente, me los quito y me doy un leve golpe cerca de mi sien por mi descuido, cuestan demasiado como para que este a cada rato comprando unos nuevos. 

Suspiro, «me costara mucho reemplazarlos».

 

Escuchó un fuerte ruido y giro mi vista de nuevo a la ventana notando que estoy en medio de la carretera dos autos negros, un delante mio y otro detrás mío, veo como dos lobos pelean y me alarmo, no es un sueño, veo como cae la cabeza de uno de los lobos las arcadas son tan fuertes que abro la puerta, y vómito fuera del carro, el olor a oxido de la sangre provoca nauseas en mi y cierro la puerta tratando de controlar mis ganas de vomitar.

 

Veo a esos ojos verdes mirarme y todo en mi se derrumba, bajo mi mirada sintiendo mi rubor crecer sobre mis mejillas, «no fue buena idea», centro mi mirada en mis manos haciendo a un lado mi bochorno mantengo mi cuerpo tranquilo cuando siento su aroma a hogar y seguridad envolver el ambiente suspirando con continuidad, es más propenso a que algo suceda en este instante pero lo que acabo de presenciar solo provoca que un miedo crezca dentro de mi.

 

— ¿Por qué lo mataste?.

 

Siento nuevamente las náuseas invadir mi sistema pero me retengo.

 

— Te quería y no voy a permitir que te quiten de mis manos.— abro mis labios queriendo argumentar pero las nauseas me atacan de solo pensar en la sangre y el cuerpo inerte del lobo, abro de nuevo la puerta vomitando fuera del auto sintiendo la briza pasar por mi rostro.

 

Cierro la puerta cuando termino de sacar hasta la agua de mi cuerpo y lo miro mal, «no me encantan las muertes», mis ojos miran discretamente su cuerpo viendo la ropa que lo cubre, «se cambia demasiado rápido a mi parecer».

 

— No puedes ir matando a todo el que quieras por gusto, odio eso.— exclamó asqueada de tan solo pensar en eso, no me gusta ver la vida irse de un cuerpo, no me gusta ver como el brillo desaparece de una mirada.

 

Sus ojos brillan y solo sonríe volviendo su vista hacia el frente, comienza a manejar y solo pongo mi mano sobre mi estómago el malestar de haber presenciado esa muerte aún no abandona mi estómago.

 

— No lo volveré a hacer cuando estes presente.

 

Sonrió, mi mirada sigue fija en la ventana sin mirarlo.

 

Despierto nuevamente sintiendo el carro detenerse y abro lentamente los ojos viendo mi alrededor, abro levemente mi boca al ver el paisaje y cierro mis ojos, porque hay personas muertas entre los árboles, abro nuevamente los ojos viendo la neblina cubrir nuestro alrededor pero aun asi solo le da un toque más diabólico.

 

Tapo mis ojos al ver como cuerpos cuelgan de alguna especie de picos y trago duro, la única manada que escuche que tiene este tipo de decoración a sus límites tienen a un alpha realmente sádico, mata por matar solo para desquitarse y las personas que salen del lugar solo dicen horroridades del lugar, es demasiado difícil salir y solo con el permiso de él puedes salir pero si eres una amenaza no vives para contar lo que ocurrió en esa plática.

 

— T-t-t-tu e-e-eres.. e-e-él…

 

Mis palabras se congelan en la punta de mi lengua por todo el miedo que me entra de tan solo pensar en que lo sea, siempre he escuchado sobre los argumentos que hacen sobre él su maldición lo condena a no tener herederos, simplemente no puede tener algún hijo, desde su nacimiento fue maldecido.

 

Él nota mi miedo y sonríe helandome aún más, su mano agarra mi mejilla y la sueva con sutileza.

 

— Lo soy.

 

Mi cuerpo tiembla y me alejo por instinto, su bestia es imposible de controlar, es lo único que siempre he oído pero él no me a hecho algún tipo de daño, es el mismo demonio en persona, recuerdo que lo escuche de alguien. Evite a toda costa esta manada por lo mismo no quería ser esclava de alguien que hiciera ese daño a las personas.

 

— No me temas yo nunca te haría ese tipo de daño.— sus palabras son cálidas y sinceras por lo que el pánico que sentía desaparece, sus ojos me miran con sinceridad y le sonrió en forma de no parecer alguien que está a punto de salir corriendo.

 

«Me estoy metiendo en la boca del lobo, literal lo estoy haciendo».

 

Brinco cuando veo su mano enfrente mío alarmando todo mi cuerpo de cualquier cosa que pueda suceder, me tranquilizo un poco al agarrar su mano con poca seguridad «tengo miedo de que sea verdad lo que escuche de él».

 

— ¿Cómo te llamas?.

 

— Adara. — siento sus labios tocar mi muñeca y mi piel se eriza.




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