Entrelazados

Once

Capítulo once.

11

 Tallo mis ojos observando lo oscuro de la noche, mi cuerpo débil pide descanso pero los ruidos que escucho solo me dan miedo, observo mi alrededor llevo años viendo la oscuridad al lado de Abasí, creo que me acostumbre a ver en la oscuridad. 

 

 Abotono la camisa de Abasí a mi cuerpo, la mordida en mi muñeca arde y solo significa que está enojado o frustrado, camino fuera de la habitación hace poco tiempo que las esclavas que habían aquí se fueron con algunos otros amigos de Abasí que las pidieron con anticipación. 

 

 Bajo las escaleras del gran castillo y me abrazo a mi misma por el gran frío que hay en el lugar, camino siendo iluminada por las lámparas colgantes, con una luz tenue para no disgustar la vista de Abasí. 

 

 Entró a su despacho escuchando el rechinido que la vieja puerta de madera hace, miro la concentración que tiene mientras firma algunas cosas, suspiro.

 

 — Mi Conde, ¿todo bien?.— comienzo a masajear sus hombros. 

 

 Se recarga en la silla y lo veo cerrar los ojos, suspira relajando sus hombros. Sus ojos oscuros me miran con ese destello especial que siempre me atrae y sonrió sentandome en su regazo.

 

 — ¿Has dormido?.— niego, agarra mi cuello entre sus manos y soba mi rostro con sus pulgares cierro mis ojos levemente,— ¿Y comido?.

 

 — Creo que ya sabes la respuesta mi hermosa damisela.— besa mi frente, el frío de sus labios solo me hace sonreír.

 

 Había apostado con algunas humanas que el corazón frío casi duro de nuestro Conde seria mio, y lo es algo que me hace feliz, quisiera reirme en sus caras pero las han matado por no haber querido ser buenos obsequios a los amigos de mi Conde.

 

 — ¿Quieres tu favorito?.— niega, hago un leve puchero queriendo que acceda ya que cuando sus colmillos se encajan en mi clavícula y succiona mi sangre es algo superior, es casi idéntico a un orgasmo pero con ese punto final de satisfacción y relajación por mucho más tiempo.

 

 — Siento que te exprimire mi hermosa mortal.— me acerca a él y roza sus labios con los míos provocando temblores en mi cuerpo.

 

 — Vamos, es algo rico para ti y relajante para mi.

 

 — Que hare con tu locura.— besa mis labios con suavidad, nos separamos y nos miramos por largos segundos mientras recuperamos la respiración.

 

 — Tienes muchos años para saber qué hacer.— sonríe.

 

 Desabotono algunos botones de la camisa y dejo mi hombro expuesto, muevo mi azulado cabello ladeando mi rostro dejando a relucir mi clavícula. Cierro mis ojos cuando sus manos agarran mis brazos aferrándose a mi, siento como sus colmillos se clavan en mi piel desgarrandola y tiro mi cabeza extasiada por la sensación que recorre mi cuerpo.

 

 La satisfacción comienza a recorrer mi cuerpo y sonrió desvaneciendome en sus brazos relajada, siento como sus colmillos abandonan mi piel dejando leves lamidas y besos.

 

 — Eres un dulce glorioso mi damisela.— reposa mi cabeza en su pecho, sonrió aún sintiéndome drogada por la gran relajación en mi cuerpo.

 

 — Tengo sueño Conde.— murmuró apenas en un momento leve de cordura.

 

 Las cosquillas en mi clavícula por su mordida me hacen reír, — Duerme pequeña humana.

 

 — No puedo dormir sin ti.— murmuró cayendo en mi inconsciencia, dando de mi calor a mi frío Conde.

 

[…]

 

 Despierto aún con esa sensacion de extasis en mi cuerpo, los fríos brazos de Abasí me abrazan a su cuerpo y sonrió recargando mi cabeza de nuevo en su frío y pálido pecho, la oscuridad en el cuarto se vuelve cada vez más cómoda a mis ojos.

 

 La piel morena casi pálida de Abasí me da un escalofrío, las garras en mi abdomen contribuyen a su marca.

 

 — Quieres hacer algo más que dormir.— su mano que reposaba en mi cintura baja por mi cadera.

 

 — Esta es una de las pocas veces que puedo dormir contigo, cuando estábamos en las otras casas tenía una habitación conectada a la tuya y solo iba a tu habitación cuando querías acostarte con alguien y no precisamente para dormir.

 

 — Me tienes loco Amira, no podía estar quieto cuando usas ropa diminuta para dormir. Quería hacer todo para dormir contigo pero qué sucede si una de las esclavas sabía mis sentimientos por ti.— mi corazón late con fuerza, mis mejillas se sonrojan mientras siento sus manos bajar por mi trasero.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.