Eones

5. EL MURO Y EL VISITANTE

 

       Y mientras caminaba, el guardián aún seguía compartiendo palabras, diciéndole:

 

"Me alegra en gran manera que te haya conocido, y aunque hay cosas que nadie más sabrá que sólo los dos, pero estoy seguro por encima de todo que Él también habiéndolo escuchado no intervendrá, por el mismo respeto que siempre cumple con sus amados. Y por eso, que aunque parezca que te abandonó cuando más lo necesites, recuerda más bien que es cuando en verdad está confiando en ti, que su confianza está poniendo en tus manos, recuerda que no hay mayor privilegio que ser libre y tener propia voluntad, y es lo que siempre ha querido, contigo, conmigo, con todos.

 

Debes entender que hay cosas que no es porque no pueda, sino incluso que con cosas como esa también sigue respetando.

 

Con cada paso te darás cuenta por ti mismo lo que debes de hacer ahí, y ahora mucho más cuando estés en ese mismísimo lugar. Pues su Espíritu nos acompaña y soy testigo que está y va contigo.

 

Que no te invada el temor ni que se te acerque el miedo, pues es normal tenerlo para todo viviente, pero en tu caso como de los pocos que existen, siempre tienes la ventaja de llevar unos pasos por delante. Te darás cuenta de a poco y de mucho, de cosas que solamente tú podrás comprender, así como nadie más puede entrar aquí y menos allí, pues también eres y serás genuino en la determinación que recibiste.

 

Por mi parte recordaré tu nombre y aún más te llevaré en una de mis mayores memorias, por tanto en todo que me sea permitido estaré pendiente de ti, y ojalá también me sea compensado en no tenerme entre tus olvidos, solo pido y ojalá no sea mucho, me sea pues concedido ahora y siempre, existir mi persona en la memoria de alguien como tú.

 

Estaré esperando el momento de volvernos a ver, y aunque seguro no volverás a entrar pero es preciso que será mi turno de salir.

Será por última vez ese encuentro, pues será más que necesario por encima de cual orden sea que estemos cumpliendo, una de las últimas misiones antes del grande y terrible día del Señor.

 

Siempre sé atento aún fuera los peores momentos, pues recuerda, si se te acerca cada vez el peso de la soledad, que no eres tú quien soporta tanto su efecto como lo hago yo, como lo hago todos los días y cada instante.

 

Ya no me siento sólo, ahora sé que hay alguien más con quien me eh compartido.

Ahora hay alguien más no tan diferente a mí que sabe y conoce de mi existencia, y lo mejor, que nos hemos entendido.

 

Y debo decirte, pude oír detrás de tus silencios cuando te referías, y te digo que estoy igual de agradecido y maravillado, no te sorprendas que cuando llegue tu momento seguro también lo harás. Y hasta entonces debes dejar que la comprensión siga su camino, así como ni el mismo dueño interviene cuando se trata de las sabidurías.

 

¡Estoy agradecido de nuestro Creador por todo!

 

¡Estoy agradecido por tu persona y nuestro encuentro!

 

¡Y quedo agradecido de nuestra amistad por siempre!

 

Ahora es hasta aquí, que llego contigo...

 

¡Ve, amigo mío! Y continúa hasta terminar que también incluso mi misión depende un tanto y nada poco de tu resultado, ¡hazlo y lleva también contigo de mi fuerza y voluntad, como testigo y compañía de tus viajes!

 

¡Hasta pronto y hasta siempre, mi hermano y amigo!".

 

 

El caminante, ahora su hermano y amigo, en respuesta de confianza le respondió, mirándolo con uno de sus gestos más agradables, de humildad y sencillez, con la luz de su semblanza y sobre todo el silencio de sus sonrisas.

 

Y ya no habiendo que avanzar más, el joven continuó sólo, por el siguiente y tenebroso atajo...

 

Era la última vez cuando volteó, de ver el rostro de su nuevo amigo, que sería el ser cuyo nombre de no repetirse dos veces, que incluso entre más hacer memoria de su rostro sólo sería peor para olvidarse, pues la mirada de estos dos grandes amigos quedaría plasmado para siempre en las mismas páginas de las infinidades, y quién sabe hasta quizá también de las mismas eternidades.

 

No se supo más de aquél ser tan maravilloso y a la vez tan misterioso, ni antes ni después sino sólo hasta ese momento e instante consigo, y fue todo de todo.

 

Y entonces el joven caminante, continuó, y continuó por las profundas oscuridades de aquel atajo...

 

No se detuvo hasta llegar al mismo punto de llegada, y aunque en el transcurso tuvo ciertos sucesos demasiado extraños y sobre todo atormentantes, sin dar importancia ni por curiosidad sólo siguió y siguió hasta conseguir la salida de todo ello.




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