Ephemeral Darkness

Capítulo 5

—¿Me puedes decir quién demonios es ese tipo tan mezquino que estaba en el dormitorio? —masculló Amber, a punto de tener una rabieta.

—Es Blackburn Varkáris—respondí, sin mirarla. Yo tenía la intención de ponerme el pijama y dormir.

—¿Qué? ¿Al que apuñalaron? —abrió los ojos más de la cuenta y se plantó frente a mí. Me limité a asentir—pero ¿Cómo es posible? ¿acaso lo conocías y fingiste que no para que yo no te cuestionara sobre su enfrentamiento con esos pandilleros?

—¿Por qué siempre eres tan extremista? —musité, azorada.

—Contéstame, Sophie, por el amor de Dios.

—La respuesta a todas tus preguntas te la resumo en esto: no lo conocía hasta hace un rato y fue porque evitó que un vagabundo me hiciera daño de camino a casa—sisé— ¿ahora puedo irme a dormir? ¿o quieres que te cuente con lujo de detalles como fui casi violada?

Mis palabras la dejaron shockeada. Amber Wright por primera vez desde que la conocí, aceptó su culpa y pidió disculpas sinceras, sorprendiéndome. Sus ojos azules estaban a nada de echarse a llorar.

—Lo lamento, Sophie. Tienes razón en que soy extremista y muy idiota, en serio, no quería hacerte sentir mal, ¿podrías aceptar mis disculpas?

—Las acepto, siempre y cuando controles un poco tu manera de ser, ¿de acuerdo? —sonreí levemente—no todas las personas van a mentirte, Amber, confía en mí.

Por gracia divina, “nos reconciliamos” y nos fuimos a dormir. O al menos, eso intenté. No pude sacarme de la cabeza la presencia de Blackburn Varkáris en mi habitación y menos, darme cuenta que de un mes atrás, presencié su muerte y resurrección en la calle. ¡No podía creerlo! Pasé de no saber de su existencia, a tenerlo en mi dormitorio como si fuéramos amigos y todo gracias a ese asqueroso sujeto que quiso hacerme daño y Blackburn evitó. Esperaba que ese suceso quedara entre nosotros dos, ya que, en aquel instante, ni un alma cerca había para defenderme, excepto él. Así que, me levanté de un salto y guardé su número en mi teléfono antes de que se borrara del brazo. Sintiéndome satisfecha, concilié el sueño. Al despertar, hice el mismo protocolo diario: dejar lavando el uniforme y mientras me alistaba para la escuela, ponerlo a secar para que, al regresar, solamente lo planchara. Amber se levantó junto conmigo y por primera vez en meses, desayunamos juntas pan tostado ya hecho, untado de nutella y café caliente.

—Fuera de que ese tal Blackburn sea un cretino, todo el colegio tuvo razón en decir que es sumamente atractivo—bufó Amber, masticando con furia el pan tostado de solo recordarlo—aunque su actitud no coincide con lo que contaron, ¿sabes?

—¿Por qué? —quise saber, curiosa.

—Porque me dijeron que era amigable, respetuoso, simpático y tímido—arqueó su rubia ceja hacia a mí—y Sophie, tú lo viste, es todo, menos lo que mencioné.

—Quizá estaba de mal humor—quise excusarlo.

—Cuando entré al dormitorio, no lo vi irritado—resopló—su semblante cambió al verme llegar.

—No lo conozco de nada—convine, encogiéndome de hombros—y no puedo decirte si es verdad o mentira lo que te contaron de él.

—Al parecer le caí mal.

—Creo que ya te conocía. Te ubicó fácilmente cuando le dije que compartía dormitorio contigo.

—Uhmm… seguramente fue a alguna de las fiestas del instituto y lo rechacé—repuso con arrogancia—porque no le hallo manera de que me odie sin conocerme y solo por saber mi nombre.

—El cambio de actitud, a lo mejor se deba a que le afectó muchísimo ese incidente en el que casi perdió la vida—dije—y en todo caso, no tenemos por qué frecuentarlo. Él está en Escultura, tú en Pintura y yo en Fotografía.

—Recuerdo bastante bien que afirmó que hoy te vería—me guiñó el ojo—y percibo que le gustaste, Sophie.

—Claro que no—me ruboricé—fue amable, eso es todo.

—Eres bonita, pero no le sacas provecho a tu belleza. Vives enfrascada en la universidad, libros, tu cámara y ahora en ese trabajo para pagar tu clase extra de Mitología Griega, Sophie—me dijo con mucha amargura en su voz—algún día envejecerás y desearás rebobinar el tiempo para experimentar la juventud.

—Tampoco quiero acelerarme—me defendí, lavándome las manos—tengo mis objetivos y una vez que los cumpla, podré experimentar mi juventud.

—A ver, dime—esbozó una sonrisa maliciosa— ¿ya has besado a un chico?

—Sí—fruncí el ceño—mi primer beso fue a los catorce años y fue deprimente.

—¿Y has tenido novio?

—Novio como tal, no, pero sí un prospecto en Snowshill—le aclaré y era cierto. Jake Wood era un chico que en mi época preparatoriana estuvo tras de mi durante tres años y por miedo al compromiso, lo rechacé muchas veces y no por feo, ya que era muy guapo. Y ahora lo único que sabía de él, era que logró entrar en una universidad de Snowshill. Nada más. Perdimos comunicación cuando me mudé a Camberwell—no tengo prisa de nada, Amber. Estoy bien así, pero gracias por preocuparte.

Ella ya no insistió más y partimos hacia el colegio. Jamás habíamos ido juntas y fue reconfortante, puesto que ambas nos ayudamos a no resbalar por el hielo y nieve del suelo. Al llegar a nuestro destino, cada quien se fue por su rumbo. Aproveché a comprarme chocolate caliente de la máquina expendedora y no morir congelada. La temperatura estaba bajo cero y las vacaciones comenzaban en una semana. Decidí que en la noche le pediría permiso a la señorita Oxford de darme las dos semanas correspondientes de vacaciones decembrinas porque me tocaba visitar a mi familia en esta época, ya que tenía un año sin verlos desde el invierno pasado.




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