Ephemeral Darkness

Capítulo 12

Estiré la mano con intención de tener en mis manos aquel extraño collar con el dije octagonal. A simple vista no se notaba bien el material del que estaba hecho, pero parecía ser labrado en piedra y tenía un círculo en medio. Tenía grietas de donde salía la luz rojiza brillante. Me sentí hipnotizada por el amuleto, que no me di cuenta que había una enfermera gritándome a mi espalda. No llegué a tocar más que el teléfono de Blackburn y parpadeé, saliendo del trance.

—¡No deberías estar aquí! —gritó la mujer en mi oído y salté del susto.

—Él despertó y volvió a desmayarse—le comuniqué, todavía aturdida por lo que acababa de suceder. Me sentí mareada y pensé en ir al pequeño sanitario de la habitación, aunque descarté la idea de inmediato.

—No es posible, el paciente sigue inconsciente, pero lo que sí ocurrió, fue que seguramente lo agitaste con tu presencia—me riñó—no es hora de visitas, por favor, señorita, salga de aquí.

Snowshill no se salvaba de tener enfermeras mezquinas como en el resto del mundo, así que, en silencio, abandoné la estancia para evitar problemas futuros. Me habría gustado llevarme conmigo las pertenencias de Blackburn y llamar a su madre, pero dadas las circunstancias, tenía que esperar a que me dieran noticias de él. Regresé a la sala de espera y vi a Jake Wood esperándome. Estaba distraído y no pude negar que se miraba muy atractivo. No quedaba nada de aquel adolescente de catorce años que arrastró su apariencia infantil hasta hace un año. En cuanto se percató de mi presencia, se levantó como un resorte.

—¿Dónde estabas? Pensé que te habías ido o que algo te había sucedido—se impacientó, acariciándome la mejilla. Un gesto automático que solía hacer cuando éramos pequeños y que había vuelto a retomar. No quise rechazar su caricia porque estaba acompañándome en aquella noche tan fría y solitaria.

—No soportaba estar aquí sola. Fui a dar un paseo por los pasillos en lo que volvías—respondí, sonriendo levemente— ¿me esperaste mucho tiempo?

—En realidad cinco minutos—se sentó otra vez y me instó a hacerlo también.

—¿Puedo ver tu nueva adquisición? —lo codeé.

—Por supuesto, había estado esperando el momento en el que me lo pedirías desde que anuncié, gracias a tu mamá, que tenía vehículo nuevo—me guiñó el ojo, agarrándome de la mano para seguirlo afuera.

Me guió hasta el parqueadero en donde divisé su motocicleta nueva debajo de un farol de luz. Conforme nos íbamos acercando, comprobé que el color era rojo cereza.

—Es muy bonita—añadí, contemplándola con fascinación.

—Es una Harley-Davidson Dyna Wide Glide—argumentó con emoción—reuní bastante dinero para conseguirla, contacté a una agencia de Londres que se encarga de reparar como nuevas las motocicletas y me la dieron a un buen precio.

—¿Era chatarra? —alcé las cejas.

—No, es semi nueva, simplemente le cambiaron las piezas antiguas y funciona de maravilla, ¿quieres dar una vuelta? Todavía no he comprado un casco, pero lo haré en estos días—dijo, mirándome en espera de una respuesta positiva—prometo que será solo cinco minutos y regresamos, ¿te parece? Quiero que seas tú la primera persona que se suba ella, aparte de mí.

Medité por diez segundos mi respuesta y asentí. Después de todo, no sería una hora de paseo en motocicleta y Blackburn se había desmayado de nuevo. Ayudó a que mi debilucho cuerpo se subiera con cuidado para después hacerlo él. Mis piernas quedaron peligrosamente cerca de su cuerpo, al igual mi pecho. La posición del vehículo hacía que me inclinara hacia adelante y tuve que aferrarme a su ancha espalda en el instante que arrancó. El motor rugió y sentí el aire helado cortarme las mejillas en cuanto salimos del parqueadero. Mis brazos se enrollaron en su pecho, sintiendo su cuerpo… ¿marcado? por debajo de su abrigo. Vaya sorpresa. Disfruté el pequeño viaje y la velocidad en la que íbamos. Era fenomenal. Recargué mi mejilla en su hombro y cerré los ojos, siendo arrullada por el clima helado. Poco después, algo frío en mi frente me obligó a ponerme alerta. Estaba comenzando a nevar y Jake también se enteró de ello. Volvimos al sanatorio y él introdujo la motocicleta a la sala de espera para no estropearla con la nieve. Nos refugiamos más adentro y estuvimos un rato charlando sobre la universidad de él. Programación siempre había sido su fuerte y estaba llevando a cabo su objetivo de ser profesional.

—¿Cómo te va en tu dormitorio? Siempre he querido estar en un sitio así, con compañeros de habitación, similar a las películas.

—Es totalmente diferente y parecido al mismo tiempo—expliqué—de hecho… —sopesé la idea de contarle lo de Amber, ya que a mis padres aún no se los decía— ¿guardarías discreción si te cuento algo de suma gravedad?

—¿Cometiste homicidio? —bromeó. Y al ver que me mantuve seria, palideció—aguarda, ¿Qué clase de secreto quieres que comparta contigo?

—Es sobre mi antigua compañera de dormitorio—inhalé hondo y exhalé dramáticamente— ¿puedo confiar en ti? —él asintió, con los ojos muy abiertos—bien, no es nada del otro mundo, pero si es inusual.

—Cuéntame de qué se trata—se alteró.

Resumí el suceso lo más que pude, logrando hacer que Jake simpatizara con Amber, aunque fuera un poco, ya que no reaccionó como yo esperaba.




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