Equivocadas percepciones.

Capítulo 2

Cuando Chastin se sentó en la mesa y miró su puré de papa se dio cuenta de que tenía una textura chiclosa y encauchada. Se preguntó si su día era así de horrible.

—No lo puedo creer —Dijo mirando el puré frente a ella— Estaba segura que esta vez aprobaría... me alcancé a ilusionar por un momento.

Mariana se sentaba con una pasta bolognesa recién calentada del microondas. Su puré de papa se veía lamentable a su lado.

—Creo que estudiaste los temas incorrectos, debes hacerlo mejor la próxima vez —Le dio un bocado a su comida. Su amiga disfrutaba preparar su propia comida en casa. En otra refractaria se encontraba una mezcla de vegetales y en una más pequeña una porción de fresas finamente picadas.

Se preguntaba cuantas horas tenía el día de Mariana para que le alcanzara el tiempo para su itinerario.

—No sé cómo hacerlo mejor la próxima vez —Respondió removiendo el puré con el tenedor, tenía que hacer movimientos bruscos para que la masa se moviera un poco— Estudié todos los temas, y aún así saqué un miserable 1.5.

—Acabas de decirlo: estudiaste todos los temas —Hizo énfasis en "Todos"— Por Dios Chas, solo debes centrarte en los temas que se han visto en el corte.

—Lo sé, pero un tema siempre está relacionado con otro. No los puedo separar —Y era cierto. Ese año Chastin había empezado con dos pies izquierdos. Tenía acumulados tantos temas, que prácticamente le tocaba revisar el cronograma desde el inicio para siquiera comprender lo que estaba estudiando para ese corte.

Apoyó la cabeza en el comedor y quiso hundirse hasta desaparecer por completo.

—Vaya, pero si tenemos el ying yang de matemáticas justo en esta mesa. El bien y el mal, en este caso: la aprobada y la reprobada.

Chastin levantó la cabeza y encontró a Luken sentándose frente a ellas. Traía el uniforme del gimnasio y una maleta tipo bungee.

—A ver, ¿cuál es tu nota? sorprendenos —Lo retó Chastin. Luken abrió su bolsa y sacó el papel con demasiado orgullo. Estampó el examen en la mesa resonando las refractarias con la comida casera de Mariana; se cruzó de brazos.

Cuando Chastin revisó su calificación soltó una carcajada.

—¡Pero si sacaste un 3! ¡Casi repruebas igual que yo!

Luken elevó una ceja y la miró con una sonrisa de medio lado.

—¿Y cuánto sacaste tú?

Chastin abrió la boca para decir algo, pero sus mejillas se colorearon de inmediato.

—Eso pensé —Estalló en una carcajada que la obligó a estampar la frente en el comedor una vez más. Se preguntó qué mal había hecho para merecer un día tan desastroso. ¡Incluso Luken había sacado mejor nota! Es decir, no era la mejor nota, pero no se encontraba en un apuro como ella.

De pronto escuchó una voz que reconocía muy bien, -demasiado bien para su infortunio-. Estaba detrás de ella, sintió unas ganas inmensas de seguir hundiéndose en la mesa, pero en cambio, se irguió de nuevo y se cruzó de brazos.

—¡Luken! —Escuchó a Oriol con su típica forma de hablar demasiado alto— Te vi en el partido hace poco, pero me tuve que ir antes, ¿qué tal todo?, ¿bien?

Luken se acercó a él y lo abrazó. Oriol lo levantó y le dio una vuelta, aún cuando Luken apenas era unos centímetros más bajo que él. Chastin soltó un suspiro que esperó que no hubiera sonado demasiado.

—Ya sabes Ori. Ganando como de costumbre —Mencionó una vez estuvo en el suelo—. Este chico Andrew, lanzó la pelota con curva hacia la esquina superior derecha del plato. Gael logró conectarla con fuerza y la envió por el jardín derecho. Corrí hacia la bola, la atrapé en el aire y rápidamente la lancé al catcher— Imitó el movimiento con sus brazos. Oriol parecía emocionado, tenía los ojos muy abiertos y la boca entreabierta. Chastin no soportó seguir viéndolo y apartó la mirada.

Mariana la observaba sin expresión en el rostro, pero sabía que la juzgaba en silencio. En el fondo se seguía escuchando a Oriol y a Luken hablando sobre el emocionante partido de béisbol, y riéndose muy fuerte de vez en cuando.

—Con este partido clasificamos para los distritales. Es una buena noticia.

—Es bueno escuchar eso. Espero no perdermelo para la próxima —Sonrió el insoportable Oriol, mostrando su dentadura un poco irregular, sus ojos se cerraban un poco cuando lo hacía— Nos vemos luego —Miró hacia la mesa y agitó la mano en el aire. Mariana le devolvió el gesto, mientras que Chastin prefirió darle un bocado al inquietante puré de papa. Sabía igual de horrible como se veía.

Luken se sentó a su lado y recostó su mejilla contra la palma de su mano. La observó con una ceja arqueada.

—Por favor Chastin; es claro que Oriol se muere por recibir por lo menos una mirada que no sea de desaprobación de tu parte. Deberías darle una oportunidad.

—¿Una oportunidad? —Casi se ríe de lo absurdo que sería eso— Es más que suficiente tenerlo como vecino. No se imaginan lo desgastante que sería tenerlo todos los días dándome los buenos días.

—Pero no le hablas hace años, ¿por qué te comportas como si tuvieras que aguantarlo todos los días? —Luken rompió aún más la distancia entre ellos. Chastin quiso coger el plástico de papá y lanzárselo en la cabeza.

Chastin miró hacia un lado y se dio cuenta de que Oriol se encontraba con un grupo de chicos jugando a la Switch riendo a carcajadas. ¿En serio una persona así había sacado una nota perfecta?

—Oriol ha sido mi vecino durante años, lo tengo que ver casi a diario. Es insoportable, siempre escucho su voz en mi habitación, y también lo tengo que escuchar en la escuela.

Luken rió y puso los dedos de sus manos en la boca.

—Yo creo que intenta coquetearte.

Sintió sus mejillas enrojecerse, tomó una lechuga del plato que parecía agonizar de lo deshidratada y se lo lanzó a Luken. El la tomó como si hubiera agarrado una pelota de béisbol y la lanzó hacia el plato de Mariana

—No me intenta coquetear, ya se los he dicho. Es solo que parece empeñado en ser mi amigo durante años. Ninguna persona te intenta coquetear durante tanto tiempo




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