Equivocadas percepciones.

Capítulo 8

El aire nocturno estaba densamente perfumado por el aroma a algodón de azúcar mientras que las luces de feria, se veían empañadas por el bullicio de la multitud. Chastin dirigió su mirada hacia una esquina dentro de las coloridas atracciones y descubrió a un grupo de jóvenes exaltados, cuyos gritos estruendosos competían con la música animada que resonaba en el ambiente.

En aquella esquina, el centelleo de las luces parpadeantes creaba una atmósfera casi mágica. Entre la algarabía, observó cómo el grupo de adolescentes se concentraba en el desafío de derribar al "hombre de agua", tal como lo indicaba el llamativo letrero del establecimiento.

—¡Hazlo ya! —Escuchó a uno de ellos. El lanzador, con la pelota en mano, entrecerró uno de sus ojos, concentrándose en el blanco del tablero. El sonido de la esfera cortando el aire se mezcló con el impacto seco en la madera en forma circular.

En un instante, el "hombre de agua" cayó abruptamente en la piscina en un chapoteo. La victoria del grupo desató una sinfonía de gritos triunfantes y risas estridentes. Chastin, envuelta en el sonido festivo de la feria, entrecerró los ojos ante la explosión de alegría, dejándose llevar por la inmersión de aquél instante. Una suave brisa nocturna acarició su rostro mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios, sumergiéndola por completo en la vivacidad del momento.

La escena de hecho le recordaba a una que sucedió hace muchos años. Se encontraban en noveno grado cuando el instituto organizó una “expedición” como le decía la maestra Gloria a las salidas estudiantiles. Era verano, un día soleado, mucho, a decir verdad; todos vestían gorras y mucho protector solar.  Al ser entre semana, había pocas personas, por lo que podían subirse a la mayoría de atracciones sin esperar demasiado tiempo, algo que era fantástico.

Chastin y Mariana salieron del “castillo del terror” con gritillos combinados con risas nerviosas al haber superado todas las etapas del castillo, y ser perseguidas al final por Sadako Yamamura. Corrieron varios segundos jadeando antes de encontrar un tumulto de estudiantes reunidos alrededor del “El hombre de agua” desatando gritos y alaridos demasiado altos que se combinaban con los ruidos mecánicos de las atracciones alrededor.

Al llegar no se sorprendió al descubrir que el causante de aquél alboroto se trataba de nada más y nada menos que Oriol. Lo que sí le sorprendió fue la razón por la cual todos se encontraban reunidos alrededor de la atracción, o más bien, alrededor de él.

—¡Oriol!, ¡Oriol!, ¡Oriol! —Gritaban todos al ver que el adolescente en cuestión había reemplazado al auténtico “Hombre de agua”, y en su lugar, estaba él en la rampa. 

Chastin se acercó un poco haciendo a un lado a las personas que reían al compás de la música del festival. Al verlo en primer plano lo encontró completamente empapado con una sonrisa demasiado amplia, mientras se hacía a un lado algunos cabellos que se le escurrían en la frente.

—No puede ser —Mencionó Mariana a su lado, disimulando una sonrisa que deseaba dibujarse en su rostro. A Chastin por otro lado no le hacía ninguna gracia. ¿Cómo era posible que una persona fuera tan desubicada como para querer subirse a la rampa y caer al agua? Oriol aún tenía el uniforme deportivo de la escuela y eso le parecía de muy mal gusto. No podía creer que alguien fuera tan descomplicado para no importarle estar mojado el resto del día por una de sus payasadas.

—¿Cómo terminó ahí? —Le preguntó Marcela, una chica que parecía disfrutar del espectáculo.

—Fue idea de Oriol. En vez de golpear el blanco, golpeó la cabeza del hombre de agua y lo mandó KO.

—¿Y eso qué tiene que ver?

—Que Oriol le propuso al hombre de agua que lo reemplazaría como forma de compensación

—Pero… —Chastin abrió la boca y frunció el entrecejo. En ese momento escuchó de nuevo un chapoteo y miró a Oriol caer en el cubo de agua, sacudiéndose los cabellos como un perro recién bañado. Todos estaban deshechos en carcajadas y alaridos de ánimo. No lo podía creer— ¿Y la señora Gloria permitió eso?

—¿No lo viste? —Marcela señaló con el dedo a la multitud— ¡Fue ella quien acabó de lanzar la pelota! —Chastin siguió el dedo de su compañera y encontró a la maestra alzando los brazos en símbolo de victoria. 

No lo asimilaba , incluso la maestra estaba envilecida por la ridiculez del actuar de Oriol, era inaudito. Miró de nuevo a Oriol quien ya se encontraba de nuevo en la tabla con una sonrisa enorme esperando ser derribado de nuevo. Su uniforme estaba empapado por obvias razones, era un desastre; y mientras lo veía, Oriol la miró también. Su sonrisa disminuyó un poco, en cambio, percibió un extraño brillo en sus ojos que no pudo descifrar.

 —Hey Chas, soy yo —Dijo una voz que la hizo regresar de inmediato a la feria en donde los adolescentes aún disfrutaban hacer caer al “hombre de agua”. Al levantar la cabeza encontró a Diego, tan guapo y reluciente como siempre.

—Hola, no te había escuchado.

—Eso veo —Sonrió con sutileza, introdujo las manos en sus bolsillos— Estabas observando a esos niños de allá ¿El juego era tan interesante?

—Por supuesto que no —Le restó importancia, acomodándose un mechón de cabello tras la oreja. La feria seguía vibrante a las seis de la tarde con muchos otros niños y adolescentes riendo muy fuerte, los zapateos del asfalto fácilmente perceptibles a causa de los andares rápidos y correteadas ligeras. El cabello rubio de Diego parecía cambiar de color a la par de los juegos de luces del lugar.




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