Chastin esperó que sus amigos se vieran sorprendidos al igual que ella, pero lo único que recibió fue una mirada entre ellos, que identificó por un momento como preocupada.
—¿Y bien? —Preguntó al no notar la expectativa que pensó que tendrían.
—Pues no sé qué es lo sorprendente —Opinó Luken dejando su helado en segundo plano. Los labios y la lengua le quedaron de color mora azul.
—¿No es obvio?
—Por supuesto que no. Yo estaría encantado de que un chico como Oriol me prestara su sudadera, ¿no te parece romántico? —Mencionó su amigo entrelazando las manos y mirando al cielo.
—De nuevo lo estás subestimando —Mencionó Mariana apoyando la mejilla en la palma de su mano.
—No lo estoy subestimando —Se apresuró a decir, porque subestimar a alguien era sinónimo de darle importancia, y por supuesto que no le daba importancia— Lo que quiero decir, es que esto es una evidencia clara de que no le gusto.
—A lo mejor te sorprendiste porque no fuiste tú a quien le limpiaron la esquina del labio. —Se burló Luken limpiándose la esquina del suyo propio, mientras sacaba la lengua, incitador.
—¿De qué hablas?, ¡claro que no!
Mariana se apoyó en sus brazos en la banca de madera en la que se encontraban y observó a Chastin con una ceja elevada.
—Ya, ¿y esa herida en la rodilla?
“Me caí ayer mientras espiaba a Oriol con su amiga en la cafetería de la señora Neiza” Por supuesto no les iba a contar lo sucedido, así que se inventó una historia digna de Wattpad.
—Ayer estuve con Diego y nos caímos mientras jugábamos tiro al blanco.
—¿Cómo que te caes jugando al tiro al blanco? —Preguntó su amiga, ahora cruzándose de brazos— es más, ¿no habían dejado de hablar? —Chastin se encogió de hombros ante la última pregunta.
—Si claro, tiró al blanco —Cuestionó su amigo— Yo creo más bien que esas clases con Oriol se están poniendo intensas.
Mariana negó con la cabeza ante el comentario de doble sentido y Luken se rió tan fuerte que escupió pequeñas gotas de saliva de color mora azul. Chastin sintió sus mejillas enrojecerse y como medida de acción le lanzó su propio helado a medio comer.
—¡Oye, cuidado con mi sudadera! —Se levantó y se limpió las gotas que le habían caído encima— Ahora tendré que decirle a Oriol que me preste la suya —Miró de nuevo a Chastin y rió una vez más.
Su risa era tan incontrolable que lo único que hizo fue esconder el rostro en la mesa, mientras su amigo superaba un asunto que en vez de ayudarle a entender que no había forma de que Oriol estuviera interesado en ella, le dio más razones para pensar que Oriol en definitiva estaba interesado en ella.
Esa misma tarde mientras esperaban el autobús, Chastin mordía su labio inferior conteniendo una pregunta que retenía desde la charla de aquella mañana. Mariana revisaba su celular con el habitual desinterés que la caracterizaba, ignorando el hecho de que su amiga estaba ardiendo de ganas de consultarle un asunto. Cuando levantó la cabeza y miró a Chastin observándola como un cachorro recién bañado, preguntó:
—¿Sucede algo? Parece que vas a explotar.
Era su oportunidad, y su amiga se la sirvió en bandeja de plata.
—¿A qué se refería Luken cuando dijo que “estaría encantado de que un chico como Oriol me prestara su sudadera”?
—Pues eso, que estaría encantado de que Oriol le prestara su sudadera, ¿por qué preguntas eso?
—Por supuesto que entiendo lo que quiso decir, a lo que me refiero es que porque estaría encantado de que específicamente Oriol —Rodó los ojos y se cruzó de brazos— le prestara su sudadera.
—Pues porque le parece atractivo, y porque te estaba tomando del pelo, ¿cuál es el problema?
—¿Atractivo? —Chastin se horrorizó al pensar que alguien considerara siquiera atractivo a Oriol, de hecho, le parecía irracional. Soltó una risa que pareció más bien un suspiró inusitado y continuó—, No pensé que Luken tuviera tan mal gusto.
—¿Sabes?, no me encuentro tan en desacuerdo con él.
Chastin alzó una ceja e hizo una mueca que dejó entrever sus pensamientos anteriores.
—Espera, ¿tú también crees que Oriol es atractivo? —El silencio de su amiga se tornó petrificante indicandole una respuesta que no era otra que positiva. La risa inusitada de Chastin se combinó con su desconcierto y dio como resultado una carcajada que sonó como el pitido de una olla a presión.
—Me tienen que estar tomando del pelo, ¿les parece atractivo Oriol? —Volvió a reír como un niño a quien le contaban un chiste por primera vez. Mariana se alejó un poco, la miraba con un ojo entrecerrado, parecía pensar que su amiga había enloquecido— espera, ¿estamos hablando del mismo Oriol Masaveu?
—Sí.
—Pero chicos, ¡por favor!, hay que tener dos dedos en la frente para pensar que o Oriol es atractivo. ¿Extrovertido?, tal vez, pero ¿atractivo?
—Parece que te afecta demasiado —Mencionó Mariana dirigiendo su atención al teléfono una vez más.