Oriol se agachó un poco al notar que Chastin aún no entraba al auto. Se había arremangado la sudadera, su mano derecha agarraba la palanca, mientras que la izquierda descansaba en el manubrio de forma relajada. Alzó una ceja.
—¿Por qué no entras?
Chastin se encogió de hombros.
—Es extraño ver que este auto sea manejado por otra persona distinta a tus padres.
Oriol inspeccionó el auto y sonrió.
—¿Qué tiene de extraño?
—Parece que te escapaste con el y ahora te encuentras llevando a tus vecinos a todas partes.
Oriol rió muy fuerte y la miró de nuevo
—Para que te enteres —Se sujetó el cinturón— Me lo han prestado más a menudo en los últimos meses.
Chastin suspiró un poco mientras se mordía el labio inferior. Aún se preguntaba si de verdad quería ir junto a Oriol. Sin embargo, una ventisca fría que azotó los árboles y la hizo estremecer en su lugar le hizo recordar que tenía tres opciones: la primera era quedarse ahí congelándose en medio de un parqueadero abierto, la otra era ir por su cuenta en un autobús o caminando mientras el frío de la noche se colaba en sus huesos, o la última: simplemente subirse al maldito auto de Oriol.
Al final no lo pensó demasiado de todos modos.
Entró al vehículo y se acomodó en la silla, era cómoda. Cuando Oriol bajó la ventana, descubrió también que estaba cálido, el auto olía a aire caliente y al perfume maderoso de Oriol. Permanecieron algunos segundos en silencio, antes de que Chastin sintiera que estaba siendo incómodo, incluso para ella.
Se aclaró la garganta.
—¿Y Gael?
—Irá con el equipo —Al mirar a un lado, lo encontró observándola con una ceja arqueada, su brazo descansando en el borde de la ventana cerrada. Chastin desvió la mirada de su vecino, sin embargo seguía sintiendo que la observaba. Lo escuchó hablar de nuevo.
—Es cálido, ¿no?
—Sí —Se encogió de hombros—. Me estaba muriendo de frío allá afuera.
Oriol puso el cambio en primera y la miró una vez más.
—Lo sé. Por eso lo encendí.
Puso en marcha el vehículo y Chastin no pudo evitar preguntarse si en serio había encendido la calefacción por ella. Es decir, era una noche demasiado fría, dudaba que lo hubiera hecho específicamente para mantenerla caliente. El mismo lo hubiera prendido para salvaguardarse a si mismo del frío, aunque la mirada con la que se lo dijo le hizo dudar de sus intenciones.
De todos modos, ¿qué sentido tenía pensar en lo que Oriol hiciera o dejara de hacer? Eso no le incumbía.
Se mantuvieron parte del trayecto en silencio. Con las ventanas abajo, el carro se sentía realmente cálido, contrastando con el clima adverso del exterior. Las ventanas empezaban a empañarse y en un momento en donde ya ni siquiera podía ver el exterior a su lado, miró con disimulo a Oriol encontrándolo con la mirada centrada hacia enfrente. Parecía concentrado, le recordó cuando lo tenía en la mesa de su casa y analizaba un ejercicio que era difícil de resolver, con el ceño fruncido y con los labios haciendo un ligero mohín.
A su lado, parecía mucho más asequible que de costumbre. Con los movimientos de sus brazos haciendo los cambios y sus pies intercalando en el freno, el acelerador y el embrague, le dio una impresión diferente que acostumbraba a ver de él. En un momento, mientras lo seguía observando se preguntó de manera intrusiva, si la calidez del auto era a causa de la calefacción encendida, o si se trataba de la presencia de Oriol a su lado.
Cuando quiso alejar aquél pensamiento ilógico de cabeza, los ojos ámbar de Oriol se encontraban conectados con los suyos.
—Me estás mirando —Le dijo, antes de volver la vista enfrente.
Chastin casi pega un salto en su asiento al escucharlo. ¿Mirarlo? ¿Ella?
—Estaba mirando el exterior detrás de ti —Se excusó.
—Bromeaba. Eso lo tengo claro —Se rió por lo bajo, y Chastin pensó por un momento en decirle que en realidad sí lo estaba viendo, pero por razones que tenían explicación, por supuesto. Pensó en alguna justificación, sin embargo, Oriol volvió a tomar la palabra.
—Supongo que este no debe ser el plan más perfecto para ti, ¿no?
Al escuchar esa pregunta, no formuló una respuesta sarcástica del tipo "Eso es obvio". Al contrario, sintió la necesidad de aclarar su postura, de todas formas no había sido tan malo ir en auto con él. Se permitió sonreír un poco.
—No es así —Limpió con su mano el vapor de la ventana y miró el exterior—. En realidad, me ayudaste mucho. No sé cómo habría llegado a la fiesta sin tu ayuda.
No lo pudo ver, pero sabía que Oriol la miraba con una sonrisa. Se preguntó porque de pronto sintió esa necesidad de dejarle en claro que si estaba agradecida, aunque incapaz de decirle "gracias" textualmente. No quería que se formaran malentendidos con sus acciones, y menos con él.
Al llegar a la casa de William la música se encontraba muy alta, se reproducía "late Night Talking". Las luces de diferentes colores y tonalidades alumbraban un área verde en donde se encontraban varias bebidas dentro de neveras portables. La casa era enorme, había una piscina gigante en el medio que nadie estaba usando. Alrededor se encontraban varios grupos de chicos reunidos con bebidas en mano, por supuesto.
—Llegamos —Dijo Oriol luego de estacionar en una fila larga de otros carros fuera de la casa de William. Se pasó la mano por el cabello, algunos cayendo sobre su frente y la miró. Sus ojos inocentes conectaron con los de ella, se sintió extraño.