Equivocadas percepciones.

Capítulo 12

En cuestión de segundos, todos se encontraban alrededor de Mariana, quien se sostenía la nariz con una mano mientras un hilo de sangre se escurría entre sus dedos. El golpe había sido tan certero que la bebida aterrizó en su rostro, escurriéndole toda la pestañina y el labial. Parecía que le habían dado escopetazo de pintura.

La voz de Oriol se escuchó a su lado, agitada.

—Dios, lo lamento tanto.

Se agachó frente a ella y la ayudó a ponerse de pie. Un segundo después también llegó Gael, quien miraba la escena sin saber realmente qué hacer. Oriol era amigo de todo el mundo, pero Gael, por el contrario, solo se le veía relacionándose con un grupo más reducido de personas.

Chastin miró a su vecino y no pudo evitar arrugar la frente. Parecía preocupado con las cejas arqueadas hacia el centro y con los labios surcados. Mariana le lanzó una mirada de auxilio que no comprendió si era a causa del espectáculo del cual era protagonista, o si se trataba que su amor platónico, por supuesto: Gael, estaba cerca a ella, y no solo eso, sino viéndola lucir como Harley Quinn.

Luken se acercó a la escena con pasos rápidos, mientras soltaba un suspiro.

—Vaya. Parece que Mariana acaba de salir de un after Party intenso a las tres de la mañana.

La diferencia es que haber salido de un after party a esa hora tendría que haber sido una maravilla. Su amiga, por el contrario, estaba con el maquillaje derretido y el cabello hecho una maraña de nudos; mientras era observada por todos los estudiantes, como la muñeca de una niña de cinco años víctima de su creatividad artística.

—No es momento para bromear sobre eso, Luken —Comentó, pero lo cierto es que su atención seguía fija en Oriol, quien ahora sostenía a su amiga por la espalda.

Su amigo se encogió de hombros y se rascó la cabeza.

—Pues sí. Vuelvo en un momento. Traeré algo para tratar las heridas.

Apretó los labios al recordar lo descuidado que tuvo que haber sido su vecino como para no calcular que eso podría pasar. No se trataba de que hubiera golpeado a su amiga, por supuesto que no lo iba a saber; sino que pudo haber golpeado a cualquier otra persona, incluida ella.

Algo que siempre le pareció inaceptable, era el hecho de que solía hacer las cosas, sin pensar demasiado en los resultados. Como aquella vez que quiso demostrar que su generador de energía casero era capaz de encender una pantalla de televisión. Pantalla que terminó explotando luego de una sobrecarga y que dejó a toda la escuela sin luz por dos días.

A pesar de todo, Oriol no recibió ningún castigo, al contrario, ganó el concurso de ciencia, y no solo eso; fue conmemorado con una medalla, ya que haber destruido el televisor comprobó una de las teorías que estaba estudiando.

Chastin los siguió hasta la recámara del piso de arriba, luego de que William les indicara que había un lugar en donde podrían estar sin que nadie los interrumpiera, lejos de todo el ruido. En efecto, era una habitación, que lucía más bien como un lobby, con varios sofás acolchados sobre una alfombra de pelo largo. Las paredes se encontraban adornadas con varias pinturas que podía reconocer, algunas en museos y otras que veía en los libros. Podría no tener "esencia", pero sí que le apasionaba el tema.

Oriol guió a Mariana hasta una silla y se puso de cuclillas frente a ella, intentando analizar la herida que le había hecho. Le recordó la vez cuando curó su herida de la pierna, con los ojos entrecerrados y la boca en un pequeño mohín de concentración. Unos segundos después llegó Luken con la respiración agitada y con algunos insumos en la mano. Permaneció de pie un rato inspeccionando la escena, antes de dejar las cosas en una pequeña mesa que se encontraba en el centro.

—Encontré esto en el botiquín. Espero que sirva de algo.

Oriol se puso de pie y le dedicó una sonrisa.

—Esto es genial. Es más que suficiente. Gracias.

La incomodidad en el aire era densa. Estaba Mariana con la nariz posiblemente rota y el maquillaje escurrido, mientras tenía Gael a su lado, observándola con una expresión de completa perplejidad. Se removía en su lugar al otro lado de la habitación mientras seguía los movimientos de su amigo. Chastin no recordaba una sola vez en la que hubieran estado todos juntos. La última vez que recordaba hablar con él fue cuando lo invitó a salir, pero fue rechazada con la excusa de que "No podía salir con ella" ¿por qué? Aún no lo entendía.

Luken se acercó a él, y a diferencia de lo que había percibido con sus otros compañeros, parecía que eran cercanos. Le dedicó una sonrisa, la cual Gael imitó.

—¿Qué hay, Gaelito? No pensé verte aquí acompañándonos en este capítulo de sala Urgencias.

—Supongo que soy el cameo esta vez.

Ambos se rieron, mientras Mariana les mandaba una mirada severa

—No es divertido, ¿saben?

Oriol se puso de nuevo de cuclillas frente a Mariana.

—No les hagas caso, Mari —Los volteó a ver con una ceja elevada— Si siguen así, serán golpeados con la misma pelota y no precisamente en la cara.

Luken abrió exageradamente los ojos y abrazó a Gael por la cintura.

—Dios mío. Esto es un atentado. ¡Alguien llévelo preso!

Mariana rodó los ojos, mientras que Gael y Luken, y como no: Oriol, soltaron una carcajada que desapareció todo rastro de incomodidad existente. Su vecino le limpió el último rastro de sangre, y sonrió tan ancho que casi no le cabía en el gesto en el rostro.

—Ya casi acabamos. Solo falta esto —Tomó unos algodones en forma de cilindro y los introdujo en su nariz. Mariana se quejó por lo bajo, pero aun así lo dejó continuar.

—No puedo respirar —Se quejó, mientras su voz se agudizaba un poco.

Luken soltó una risa que pareció más bien un jadeo.

—No sabía que las tizas de tablero se podían introducir en la nariz.

Gael lo acompañó con una sonrisa de medio lado.




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