JUNTAS POR SIEMPRE
~No elegimos en que familia nacer. Muchos son afortunados y otro poco no lo es~ Antonio Martínez
Había una vez una familia que no conocía el dolor. La felicidad era su único sentimiento, hasta que la tragedia les llegó. En el mismo cuento un reino que se cae a pedazos, una descendencia que busca la desgracia para los suyos, y el clásico cuento se repetirá con grandes cambios que nos sorprenderán...
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La palma de mi mano toca el gran tronco del árbol y puedo sentir como esta frío por la helada que acaba de pasar. Fijo la mirada en el cielo y observo como el verde de las ramas comienzan a tomar un color vibrante. Estar en medio del bosque me transmite paz y deseos de jugar todo el día con mi pequeña hermana. Doy unos cuantos pasos brincando mientras Lyly se escabulle con sigilo entre el pasto húmedo. Con un gran salto el conejo comienza a correr a toda prisa y mi hermana le sigue el paso a toda velocidad.
—Corre Lyly, vamos corre, no te detengas hermana.
—¡Por favor Amber, ayúdame, no podre lograrlo sola!
—¡Tonterías, tu puedes, solo intenta un poco más!
Mi hermana tropieza con una rama seca y el tierno conejo se escapa entre un agujero de un tronco viejo. Que tarde tan maravillosa, el viento soplaba trayendo consigo una frescura que llenaba los pulmones de un rico aire fresco, era maravilloso los alrededores de nuestro hogar. Cuando papá se caso con mamá y decidieron aislarse en esta pequeña cabaña a las afueras del pueblo, lo hicieron con la finalidad de que viviéramos en un ambiente sano, en donde no hubiera problemas vecinales, mucho Internet, o disturbios que nos llevaran por mal camino. Mis padres parecían adolescentes enamorados, siempre demostrando felicidad y amor hacia nosotras, sus dos únicas hijas.
—Perdóname Amber, se cuanto quieres a ese conejo, iba hacer un regalo perfecto para tu cumpleaños.
—No fue tu culpa, además ese tonto conejo siempre regresa.
—Es verdad. Debe ser muy tonto para no querer pertenecer a nuestra familia.
—Tienes toda la razón —la rodeo con mis brazos mientras le doy un fuerte abrazo.
Nos tiramos a la hierba fresca mientras le hacia cosquillas a mi hermana, tratando de que se sintiera menos culpable por no haber logrado atrapar al conejo, si yo fuera un poco más hábil y no me cansara tan rápido al correr podríamos haberlo atrapado.
—Amber, siempre vas a estar conmigo, ¿verdad hermana?
Veo sus pequeños ojos, y puedo dar cuenta del brillo que resplandece de sus pupilas. Ahí, tomadas de la mano, tiradas sobre el pasto trato de ser una buena hermana mayor.
—Siempre estaré contigo, cuidare de mi única hermana menor hasta que parta de este mundo.
—¿Partir? ¿A dónde te iras?
Lyly era una niña muy curiosa. Siempre le interesaba saber cualquier mínimo detalles de las pláticas, le encantaba aprender y descubrir cosas nuevas.
Yo era una chica que siempre pensaba que el ser curiosa podría tener consecuencias, por eso siempre prefería quedarme con los conocimientos que llegarán solos.
—Vez esas hermosas mariposas
—señale dos hermosas mariposas de color rojo que estaban volando por encima de nosotras de un lado a otro.
—Si, son muy bonitas ¿que pasa con ellas?
—Pues esas mariposas cada año se van a buscar un nuevo hogar, se les llama emigración. Pasa algo muy similar con nosotros, pues llega un momento en el que partimos, solo que a nosotros nos gusta tanto ese lugar que decidimos quedarnos para siempre.
—¿Te iras tu primero? si te vas quiero irme contigo.
—No lo sé princesa, tal vez te vayas tu primero y me tengas que esperar a que llegue mi momento, pero consérvame siempre aquí dentro y nunca estarás sola -menciono mientras pongo mi mano en su corazón.
—Te quiero mucho hermana -me abrazó fuertemente con sus pequeños brazos. Era realmente una escena fabulosa.
No podía pedir más, tenía todo lo que deseaba cerca de mí, unos padres que siempre se habían preocupado por nosotras, una casa realmente acogedora, y una hermana que me amaba y que yo amaba más que a mí propia vida.
—Es hora de regresar a casa. Papá y mamá deben estar esperándonos para cenar.
Me levanto de un salto y volteo haber a mi hermana y puedo escuchar en mi mente un pequeño susurro al cruzar mi mirada con la de ella.
"Quiero quedarme más tiempo"
—Lo siento Lyly, debemos volver. Esta anocheciendo ya
—¿Como supiste lo que pensaba? —su mirada era confuso—. Es decir, no dije ni una palabra
—No lo sé. Simplemente fue como si supiera lo que estabas diciendo
Me mira fijamente por un momento y después muestra una pequeña sonrisa mientras se encamina brincando hacia nuestro hogar.
—¡Hoy estas rara! —grita mientras me toma la delantera
Caminamos de vuelta a casa para cenar, a lo lejos podía ver nuestro pequeño hogar, rodeada de árboles enormes pero que a su vez el sol podía penetrar las grande ramas para otorgar un poco de luz.
Papá estaba afuera cosechando algunas fresas de su pequeño huerto, era tan bello verlo ahí, puesto de rodillas y felizmente con todo lo que tenía a su alrredor. Los últimos rayos de sol caían en el horizonte oscureciendo el bosque que nos rodeaba.