Eres Mía

Capítulo nueve

_ Leves descripciones sobre relaciones sexuales.

 

Manzanas podridas... 

 

Abro mis ojos mirando la pequeña nota que hay en mi celular "Ocurrió algo en el trabajo, volveré cuando menos lo imagines", cierro nuevamente mis ojos. No se cuantos minutos llevó así pero se que no son muchos. 

Me incorporé en mi lugar sentándome, veo el cuarto y sonrió sintiéndome cómoda en esta pequeña pero cómoda casa. 

La casa solo hizo que recordara mi preadolescencia cuando aún mis padres vivían, yo vivía en una casa igual a esta. 

Suspiro tristemente, quería que me marcará ¿por qué no lo hizo?, y luego dice que me niego a todo. 

Me sonrojo por recordar lo que ocurrió, aún sigo apenada de que alguien nos haya escuchado. Bufo haciendo un puchero queriendo que Abdel este aquí y no en donde sea que esté. 

Envió un mensaje queriendo saber cuando llegará, dejó el celular a un lado parandome de la cama para tener todo preparado para mi Alpha. 

Merece una comida excelente y a su conejita lista para satisfacerlo, sonrió asintiendo mientras camino al armario que apenas estoy acomodando. 

Saco una de sus camisas, me ha dicho que quiere verme caminar por ahí con ellas puestas, dice que le encantaría verme así y quiero complacer a mi Alpha con todas sus fantasías. 

Dejó una de sus camisas junto con un conjunto de lencería de color verde como los ojos de Abdel, camino fuera de la habitación para preparar un almuerzo rico y nutritivo. 

Mi Alpha debe comer bien para estar fuerte, aunque no me importaría tenerlo gordito y rellenito solo para mi. 

Peino mi cabello rojizo, me aplico crema queriendo estar lo más preparada para mi Alpha y sonrió, caminó fuera de la habitación y bajó las escaleras en brinquitos. 

El aroma a testosterona pura y peligrosa  que Abdel desprende llega a mis fosas nasales sonrojandome, paro mis orejas escuchando como estaciona su camioneta y sonrió corriendo hacia el comedor preparando todo. 

Escucho el sonido de la puerta, mis manos sudan nerviosas por solo oler el peligro que emana y me ruborizo viendo como estoy vestida.

Aparece en mi campo de visión con una gran sonrisa al ver todo, su vista me devora al tan solo poner sus ojos encima mío, gruñe y hago mi rostro a un lado mostrándole que soy sumisa a lo que él pida. 

— No debiste esperarme. — me agarra pegandome a su pecho y sonrió sintiendo su calidez. — Puedo…

Asiento, hunde su rostro en mi cuello olfateando cada rastro de mi aroma, su agarre se vuelve posesivo en mi cintura y gruñe helandome. 

— Comemos. — murmuró. 

Asiente pasa por mi lado y me giro agarrando su saco y quitándoselo dejándolo en su silla, se gira mirándome con seriedad poniéndome aún más nerviosa. 

— No aguantaré más melocotón. — me agarra del cuello besándome con hambre y amor a la vez, la necesidad de su beso solo me hace sentir una picazón recorrer mi cuello. 

— La comida. — murmuró dándole un beso poniéndome de puntas. 

— Tu Alpha quiere pasar al postre. — ladeo mi rostro. 

— No entiendo, el postre es en la cena tú lo sabes. 

Se acerca más a mí su respiración choca en mi rostro helandome. — Te quiero a ti en cuatro melocotón. — me sonrojo.

— Abdel. 

Masculló alejandolo, niega apretandome a él nuevamente.

— Vamos recibe a tu Alpha como se debe... — junto mis labios. — tuve un día agotador y quiero que mi conejita me relaje. 

— Primero se almuerza y luego vemos lo demás. — escondo mi rostro en su pecho, lo abrazo evitando que me vea sonrojada por millonésima vez.

— Como sea, si no aguanto te tomaré aquí en la mesa. 

— ¡Abdel!. — me separó de él, pasó por su lado sintiendo cómo impacta su mano con mi trasero, chillo acariciando mi nalga que estará roja en solo segundos. 

— Sigue y te olvidas de lo otro. 

— Como digas. — desata su corbata y se sienta en su silla. Me siento al lado de él con una gran sonrisa. 

Comemos amenamente viéndonos una que otra vez, termino mi comida y me recargo en el respaldo de la silla mientras tomo del zumo de naranja. Los ojos intimidantes de Abdel me miran helandome, junto mis manos entre mis piernas nerviosa. 

— Melocotón. —  lo miro tiernamente, palmeó sus piernas y me levanto sentándome en ellas. — No se que haré cuando me tenga que ir a trabajar. 

Paso mis manos por lo ancho de sus hombros, me sostiene con sus fuertes brazos. 

— Tu conejita siempre estará recibiendote para recompensar tu esfuerzo. — besa mis labios. 

— Me darás la bienvenida. — me senté en la mesa quitando los platos. 

— Alpha... — hago un puchero, agarra mis muslos poniéndose en medio de mis piernas. 




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