Eres Mía

Capítulo once

 

Torpe, torpe. 

Abrazo las mantas a mi cuerpo sonriendo al sentir el olor de Abdel en ellas, olfateo las mantas extrañando a mi Alpha y suspiro. 

Miro mi madriguera es demasiado calmada y tranquila, leí de ellas en el libro que compre para Jazmín pero nunca me había imaginado que sería algo tan hermoso como ahora. El ruido de afuera no entra en ella y por fin puedo estar agusto mientras duermo. 

La madriguera que mi Alpha hizo para mi es perfecta. 

Me estiro en la cama, y me levanto sonriente de la cama acomodada en el suelo, las oscuras sábanas y mantas que Abdel puso me calientan mientras él no está algo que me gusta porque mi cuerpo no produce demasiado calor solo en invierno. 

Camino saliendo de mi segura madriguera y subo las escaleras saliendo por la sala, y suspiro con una pequeña sonrisa en mis labios tratando de no estar incómoda por los ruidos de afuera. 

La seguridad que hay fuera solo me da un mal sabor de boca, en solo pensar que alguien entró a la casa o a la manada me asusta. 

Miro por la ventana a algunos de los lobos que hacen guardia y un escalofrío me recorre, los fuertes brazos de Abdel me abrazan y su aroma a testosterona pura y peligrosa me perturba con fuerza. 

— Ya no estás enojada. — niego levemente. 

— Pero si sigues diciendo que no me iré de este lugar y no regresaré. 

— Mi conejita va a estar indefensa y eso no lo puedo dejar pasar. — gruñe erizandome la piel. 

Reposa su mentón en mi hombro mientras me mira lavar los platos sucios. 

— ¿Dónde estabas?. 

— Recorrí la frontera, y ví que todo estuviera bien en la manada. — me giro en sus brazos, agarró su rostro y lo beso. 

— Me entristece no verte cuando despierto. — pasa mechones por detrás de mi oreja, mis mejillas arden en un sonrojo y sonrió tímidamente. 

— Lo siento, debo de asegurar que no haya peligro para ti. — agarra mis muslos cargándome, me deja sentada en la encimera y sonrió tímidamente. — Destruiría todo si algo le pasa a mi bolita de nieve. 

— No creo que sea para tanto…

— Claro que lo es, no me importaría ir al infierno por haber matado a tantos total toque el mismísimo paraíso en tus dulces labios. 

— Yo también quiero sumergirme en el infierno junto a mi Alpha. — hago un leve puchero con mis labios 

— Te llevaré conmigo no te preocupes bola de pelos. — besa mis labios con hambre y sigo su beso con una sonrisa. 

Sus manos moldean mi trasero a su gusto erizandome aún más la piel, un cosquilleo crece en mi cuello y rasco nuevamente mi cuello. 

Se separa de mí y mira mi cuello. 

— Si te sigues rascando te dejará marca. — agarra mi mano alejándola de mi cuello, saca la pomada de su bolsillo y me encojo en mi lugar mientras me pone de su pomada mágica. 

— No puedo soportar eso. — me mira directamente a los ojos.— Tu puedes quitarlo con tu mordida... 

— No quiero que te enojes otra vez Giovanna. — me cruzo de brazos. — Lo vamos a pensar y cuando no haya nada peligroso afuera te marcare. 

Ruedo mis ojos, — Te estás arriesgando cualquiera con dientes que me marque. — le guiño el ojo, bajo del mesón escuchando sus gruñidos y rabietas. 

— Le romperé los dientes a todos, no te preocupes. 

Rió saliendo de la cocina, subo las escaleras y camino tarareando algo, entró al cuarto y sonrió. 

El rico aroma de Abdel me recibe y me lleva por el lugar dando vueltas. 

— Esos años de ballet sirvieron bastante bien. 

— Lo crees. — murmuró parando de dar vueltas, junto mis manos en mi regazo y lo miro. 

— Demasiado. — agarra mi rostro y besó mis labios, me alza dejándome arriba de un mueble poniéndome a su altura. — Qué tal si tomamos un baño. 

Pasa un mechón por detrás de mi oreja, mira mi cabello y pasa una mano por él, me carga sosteniéndome de mis muslos. 

— Pero Alpha el baño se toma separados. — besa mis labios repetidas veces. 

— Este baño se toma juntos.— asiento levemente. 

— Podemos comer algo después del baño. 

— Haremos todo lo que pidas mi melocotón. 

Me siento en la cama cansada por Abdel, ya no vuelvo a tomar un "baño" con él es cansado más que los normales aunque me hizo sentir cosas nuevas pero es cansado. 

— Abdel es de mañana, no puedes esperar en la noche. — niega, miro las rojizas marcas en mi cuerpo y alzó mi rostro cuando Abdel comienza a acariciarlas aplicando pomada. 

— No. — besa mi piel y cierro mis ojos, el frenesí en mi corazón y el calor que se propaga por mi cuerpo solo me nublan la mente. — ¿Aquí?. 




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