Alpha yo quiero tener hijos contigo
Lamo su hermoso rostro limpiando sus saladas lágrimas, su sangre comienza a quitarse dejándome ver con más claridad en donde la lastimaron, gruño de solo ver la herida molesto porque la golpearon.
— Alpha. — sus grandes ojos azulados me hipnotizan.
Lamo su cuello limpiando la sangre que caía de su cabeza hacia su cuerpo, mataré a cada uno de los que quedaron con vida, nadie se salvará de que mi conejita esté lastimada.
— Alpha, todos han sido capturados y llevados a las mazmorras. — me transformó volviendo a mi forma humana, mi conejita me abraza con fuerza.
Escucho ruido y giro mi rostro mirando al chico que custodiaba a mi conejita, gruño abrazándola a mi para protegerla.
— Agarrenlo...
— No... a él no le hagas nada Alpha. — frunzo mi ceño, observó al chico que estrelle contra algunos árboles y gruño.
— ¿Por?.
Se separa de mí y me cruzo de brazos celoso.
— Él hizo que ya no me golpearan. — gruño agarrando su pequeño cuerpo con posesividad nuevamente.
— Dame otra razón, — paso mechones rojizos de su cabello por detrás de su oreja. — y si no me convence tendrá una muerte peor al haberte hablado.
— Tu no eres malo, — escucho a algunos guardias reír y los miró seriamente. — él tiene una familia que cuidar sabes lo que sufrí cuando mis padres murieron. Tiene una hija pequeña y no crecerá junto a su padre.
Maldigo por ser débil a sus pucheros, beso su frente y niego haciéndome el serio enfrente de todos.
— Que lo atiendan, y mantengalo vigilado mañana tendré una plática.
Todos asienten mirando asustados a mi pequeña acalamerada, regreso mi vista a mi dulce algodón cuando nadie está cerca y beso sus deliciosos labios.
— ¿Por qué?. — es lo primero que sale de mis labios, algunos guardias la vieron caminar hacia el bosque por lo que no comprendo el porqué salió.
— Escuché todo y no quería seguir escuchando. — niego levemente.
Aún con sus inseguridades la amo, y quiero quitar cada una de esas malditas inseguridades para que sea feliz.
— Oh, qué haré con mi dulce zibiya.
Agarra mi cuello y acaricia mis mejillas con lentitud.
— Podrías morderme. — miró su puchero.
Niego.
— Mi conejita debe tomar un baño. — me mira negando. — Debo de ver qué lugares están con moretones y la sangre que traes no lo permite.
— Tus baños no me gustan. — la cargo en mis brazos con peligro a no dañarla.
— Este baño no será como los otros. — recuesta su cabeza en mi hombro.
— Lo prometes. — me mira con sus hermosos ojos y sonrió.
— Te prometo que no serán como los otros baños. — besa mi mejilla, la miro cerrar sus ojos y suspiro.
Ra tendrá una muerte dolorosa y muy lenta, el olor de él está en ella y es algo que repudió yo soy el único que puede tocarla. Entramos a casa y camino escaleras arriba, juega con el hilo de mi sudadera y sonrió.
Siempre será mi pequeña hermosa.
Miró su clavícula observando cómo comienza a cara pelarse algunos pedazos de su piel por rascarse tanto.
Siento como sus delgados dedos suben llegando al cuello de la sudadera, mira su pequeña mordida en mi cuello y sonríe tocandola. Me estremezco cuando sus dedos pasan repetidas veces por esa área y niego.
— Pequeña si haces eso me provocaras más de lo que ya estoy.
— Nadie creerá esto Abdel.
— Se harán a la idea. — beso sus deliciosos labios, la meto a la tina llena de agua y quito su ropa sucia llena de lodo.
— Esos hombres te mencionaron porque te llevaban con ellos.
Junta sus labios y mira a otro lugar, paso mis yemas por el contorno de su rostro y la miró detenidamente, recargo un brazo en la tina reposando mi cabeza en este.
— Mi amigo me dijo que alguien me mandó a buscar. — gruño molesto por cómo le ha dicho.
— Que te he dicho sobre conocer gente. — ladea su rostro en un puchero hermoso, sonrió pasando agua por su cabello suave y delicado.
— No debo tratarla bien. — entrecierro mis ojos. — Oh la otra, que la gente no es de fiar.
Asiento, beso su frente sobando su mejilla.
— No sabes si ese chico te lastimara, puede que solo te utilice para salir con vida.
— ¿Y?, para mi es suficiente el que quiera vivir para ir con su familia.
Se cruza de brazos y niego solo viendo su rostro.
— Deja de ser amable con todos cariño.