Eres Mía

Capítulo doce

 

Alpha yo quiero tener hijos contigo

Lamo su hermoso rostro limpiando sus saladas lágrimas, su sangre comienza a quitarse dejándome ver con más claridad en donde la lastimaron, gruño de solo ver la herida molesto porque la golpearon. 

— Alpha. — sus grandes ojos azulados me hipnotizan. 

Lamo su cuello limpiando la sangre que caía de su cabeza hacia su cuerpo, mataré a cada uno de los que quedaron con vida, nadie se salvará de que mi conejita esté lastimada. 

— Alpha, todos han sido capturados y llevados a las mazmorras. — me transformó volviendo a mi forma humana, mi conejita me abraza con fuerza. 

Escucho ruido y giro mi rostro mirando al chico que custodiaba a mi conejita, gruño abrazándola a mi para protegerla.

— Agarrenlo... 

— No... a él no le hagas nada Alpha. — frunzo mi ceño, observó al chico que estrelle contra algunos árboles y gruño. 

— ¿Por?. 

Se separa de mí y me cruzo de brazos celoso.

— Él hizo que ya no me golpearan. — gruño agarrando su pequeño cuerpo con posesividad nuevamente. 

— Dame otra razón, — paso mechones rojizos de su cabello por detrás de su oreja. — y si no me convence tendrá una muerte peor al haberte hablado. 

— Tu no eres malo, — escucho a algunos guardias reír y los miró seriamente. — él tiene una familia que cuidar sabes lo que sufrí cuando mis padres murieron. Tiene una hija pequeña y no crecerá junto a su padre. 

Maldigo por ser débil a sus pucheros, beso su frente y niego haciéndome el serio enfrente de todos. 

— Que lo atiendan, y mantengalo vigilado mañana tendré una plática. 

Todos asienten mirando asustados a mi pequeña acalamerada, regreso mi vista a mi dulce algodón cuando nadie está cerca y beso sus deliciosos labios. 

— ¿Por qué?. — es lo primero que sale de mis labios, algunos guardias la vieron caminar hacia el bosque por lo que no comprendo el porqué salió. 

— Escuché todo y no quería seguir escuchando. — niego levemente. 

Aún con sus inseguridades la amo, y quiero quitar cada una de esas malditas inseguridades para que sea feliz. 

— Oh, qué haré con mi dulce zibiya.

Agarra mi cuello y acaricia mis mejillas con lentitud. 

— Podrías morderme. — miró su puchero. 

Niego.

— Mi conejita debe tomar un baño. — me mira negando. — Debo de ver qué lugares están con moretones y la sangre que traes no lo permite. 

— Tus baños no me gustan. — la cargo en mis brazos con peligro a no dañarla. 

— Este baño no será como los otros. — recuesta su cabeza en mi hombro. 

— Lo prometes. — me mira con sus hermosos ojos y sonrió.

— Te prometo que no serán como los otros baños. — besa mi mejilla, la miro cerrar sus ojos y suspiro. 

Ra tendrá una muerte dolorosa y muy lenta, el olor de él está en ella y es algo que repudió yo soy el único que puede tocarla. Entramos a casa y camino escaleras arriba, juega con el hilo de mi sudadera y sonrió. 

Siempre será mi pequeña hermosa. 

Miró su clavícula observando cómo comienza a cara pelarse algunos pedazos de su piel por rascarse tanto. 

Siento como sus delgados dedos suben llegando al cuello de la sudadera, mira su pequeña mordida en mi cuello y sonríe tocandola. Me estremezco cuando sus dedos pasan repetidas veces por esa área y niego.

— Pequeña si haces eso me provocaras más de lo que ya estoy.

— Nadie creerá esto Abdel. 

— Se harán a la idea. — beso sus deliciosos labios, la meto a la tina llena de agua y quito su ropa sucia llena de lodo. 

— Esos hombres te mencionaron porque te llevaban con ellos. 

Junta sus labios y mira a otro lugar, paso mis yemas por el contorno de su rostro y la miró detenidamente, recargo un brazo en la tina reposando mi cabeza en este. 

— Mi amigo me dijo que alguien me mandó a buscar. — gruño molesto por cómo le ha dicho. 

— Que te he dicho sobre conocer gente. — ladea su rostro en un puchero hermoso, sonrió pasando agua por su cabello suave y delicado. 

— No debo tratarla bien. — entrecierro mis ojos. — Oh la otra, que la gente no es de fiar. 

Asiento, beso su frente sobando su mejilla. 

— No sabes si ese chico te lastimara, puede que solo te utilice para salir con vida. 

— ¿Y?, para mi es suficiente el que quiera vivir para ir con su familia. 

Se cruza de brazos y niego solo viendo su rostro.

— Deja de ser amable con todos cariño. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.