Eres Mía

Capítulo dieciséis

 

No puedo. Abdel... 

Mire nuevamente la ventana con el dolor en mi entrepierna por el celo fuerte que tengo, miro mi conjunto y pongo las orejas de conejo riendo por lo tierno que me hace ver eso. Quité la cola falsa que no se compara a la mía que salió por lo fuertemente excitada que estoy al igual que nerviosa.

Muevo mis pies nerviosa esperando a escuchar un sonido. 

Corrí escaleras abajo cuando escuche el sonido del auto, me paré cruzando mis piernas soportando el dolor que me provocaba el celo. La puerta se abrió invadiendo el lugar con el fuerte olor a testosterona pura de Abdel que me hacía temblar. Me miró lentamente y cerró la puerta sin pensarlo, pasó su lengua por sus labios lamiéndolos. 

— Que sorpresa tan grandiosa, comeré un conejo de melocotones. — mencionó con voz ronca haciéndome temblar. 

— Alpha. — pedí suplicando por el dolor, se quitó su corbata y arremangó sus mangas caminando hacia mi. 

Me carga en sus brazos, pasando sus manos por mi esponjosa colita bajando por mi trasero, suspiro pesadamente, enrosco mis piernas en su cadera mirando sus ojos sin separar los suyos de mi azulada mirada. 

Beso sus labios sintiendo ese calor carcomer mi interior, mi cuerpo se doblega ante los roces de nuestros cuerpos. Sus manos aprietan mis muslos con fuerza cortando mi respiración. 

— Abdel, no voy a soportar más con este dolor. — simplemente asiente dejándome de besar. 

Entramos a la habitación, me tira en la cama tratando de soportar el fuerte olor que desprendo por el celo, se pone encima mío quitando su camisa. Besa mi cuello y gimo por lo bien que se siente que mi cuerpo sea atendido. 

Baja sus dedos rozandolos sobre la tela del conjunto y suspiro cuando hacen a un lado las bragas, baja sus labios besando mi cuerpo hasta llegar a mi entrepierna, besa mis piernas exitandome cada que sus labios bajan, mueve sus dedos sobre mi punto de placer haciéndome perder el sentido. 

Respiro profundamente tirando mi cabeza hacia atrás sintiéndome perdida por completo, su lengua baja por mi piel haciendo que un valor aún más fuerte se quede estancado en mi abdomen bajo. 

Suspiro entrecortada cuando su lengua toca mi hinchada vulva, mi mano pasa a su cabello el cual estiró levemente, muerdo mi labio reteniendo a mi coneja que quiere saltar encima de él para ya no sentir esa presión que solo él me puede curar. 

Agarró las sábanas gimiendo su nombre con fuerza explotando aún sin tener éxito en que esa presión cese. 

— ¿Ya conejita?. — niego con un puchero, observó como el alrededor de sus labios esta humedo y me sonrojo. 

— Por favor... 

— Está bien. — se incorpora palmea su regazo. 

Miro que solo tiene su ropa interior y sonrió sentandome en su regazo quedando en horcajadas, me muevo encima de su dura erección mordiendo mi labio, gruñe apretando mi cadera haciendo mis movimientos más rápido. 

— Con esas coletas te ves muy tierna. — besa mis labios sin dejarme hablar. 

Me separo de sus labios y bajo mi rostro viendo como ahora su ropa interior está húmeda por la humedad que escurre de mi entrepierna. Muerdo mi labio y agarró su erección entre mis manos, Abdel rompe mis bragas como si fueran papel y lo miró con un puchero. 

No dejo de mirar mientras hundo su virilidad en mi interior, jadeo cuando está por completo dentro de mi y me sostengo de sus hombros dando leves saltos, calmando mis instintos que se intensifican por el celo. 

Agarra mi cintura enterrándose en mi interior comenzando a incrementar las leves embestidas que doy siendo más rápidas. 

Gimo recargando mi rostro en su hombro, respiro agitadamente con todas las emociones golpeándome fuertemente mientras que se oprimen en mi vientre bajo. 

— Te dejaré mi semilla y ahora no te daré permiso para que tomes ese medicamento, te quiero con el vientre hinchado lleno de nuestros conejos. 

Asiento dejada por el placer que recorre cada punta de mi cuerpo, lame la marca en mi hombro hago mi rostro a un lado dejando más espacio en mi torso para que deje sus mordidas. 

Me muerde el hombro haciendo que mi cuerpo tiemble y gimo por el gran orgasmo que hace que mi interior se revuelva.

Suspiro nerviosa pensando en lo peor que puede suceder en este momento, la semana había pasado rápido y mi celo había terminado antes de lo esperado algo que hace a Abdel ponerse como loco viendo cosas de maternidad.

Es bueno pero no me gustaría desilusionar a Abdel. 

— No puedo.— me mira, se detiene aún lejos de la Universidad por si cambio de opinión y decido bajar. — Abdel... 

Lo miro. 

— Lo harás, estaré en tu clase y cuidare de ti como siempre quería. Habrá seguridad vigilando y te ayudarán si alguien intenta hacerte algo. Nadie se acercara a ti y los mataré si te amenazan. 

Acaricia mis mejillas tratando de reconfortarme para no sentirme nerviosa. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.