Eres Mía

Capítulo diecisiete

 

Mi hermosa, calabaza

Habíamos regresado a la universidad, en ese momento no había dejado de mirar a todos los que miraban a mi pequeña pelirroja, que caminaba con desconfianza detrás mío agarrando mi camisa. 

Todos bajan su mirada mientras me miran, el miedo sobresale de sus ojos, sonrió de lado y agarro en mis brazos a Giovanna protegiéndola de los demás. 

Cómo Alpha debo de proteger a mi conejita, es débil y cualquiera aprovecharía para hacerle daño. Llegamos a su clase y todos bajan su mirada en cuanto me ven, doy miedo lo se pero ellos solo creen lo que cuentan los demás de mí, y aunque es cierto no les haría daño a los únicos que cuidan de mi coneja. 

La clase comienza y dejó de prestarle atención para solo mirarla a ella, agarro su mano y entrelazo nuestros dedos mirando el sonrojo en sus mejillas. Beso su mano y recargo mi brazo desocupado en la mesa y recargo mi rostro en mi mano mirándola mientras escribe lo que está en la pizarra. 

Podría ser más hermosa. 

No podría decir que estoy triste, hace mucho que quería estar a su lado, oler su aroma, tocarla, protegerla, mirar su belleza, sus pecas apenas visibles que me aprendí de memoria, sus hermosos y brillosos ojos azules que brillan al verme, su hermosa nariz respingada, su sonrisa y sus ricos labios. 

Había aguantado el no besarla por horas por mucho tiempo y ahora lo haré cuando quiera, nadie me lo impedirá. Sonríe tímidamente cuando sabe que no la dejó de mirar, pareciendo nerviosa en ese momento, sonrió queriendo saber si su colita había sobresalido de su piel y me incorporó dejando su mano para que se concentre más en la clase. 

Me mira y entrecierra sus ojos antes de volver su vista al pizarrón. Por unos segundos miró hacia todos lados y acercó más mi silla a la de ella, pasó mi brazo por su cintura sin hacerlo notar y bajo mi mano, se tensa inmediatamente y trata de moverse pero la detengo, tocó su colita esponjosa sobre su vestido de flores y sonrió. 

Paso mi mano escurridiza por la caída del vestido en su espalda que deja un poco a la vista su piel pálida y perfecta, suspira cuando siente mis dedos rozar con su esponjosa colita de nieve. Se aferra a su libreta cerrando sus ojos y suspira con pesadez. 

Escribe algo en su libreta y me lo enseña. "Deja de hacer eso, es inapropiado en este lugar", niego y le sonrió con picardía siguiendo con lo mío. Siento lo erizada que está su piel y carcajeo levemente.

— Esto es todo por hoy, gracias por poner atención y que tengan un buen día. — me detengo en mi toqueteo, todos salen apresurados y sonrió cuando quedamos solos los dos. 

Tiembla en su lugar, suspira profundamente cerrando sus ojos.

— Mi hermosa, calabaza. — murmuró inclinándome hacia su ella. Se aleja negando pero no le hago caso. 

— Lo que hiciste estuvo mal, no debes hacer eso Abdel. — ladeo mi rostro. — Es inapropiado, alguien puede ver eso... 

La callo besándola en su mejilla  por solo segundos cortos. 

— ¿Y?, no me interesa yo solo quiero causar problemas en el ritmo cardíaco de mi conejita, y ahora quiero besar esos labios que no he besado por largas horas. 

Pone su mano en mi pecho deteniendome. 

— Abdel han pasado dos horas desde que me besaste no seas exagerado. — me encojo de hombros y agarró su silla para que no siga alejándose, agarro su cuello con una mano y la miro a los ojos notando su mirada sobre mi pidiéndome silenciosamente que la bese.

Cuando aprendera a no negarse, cuando es lo que más quiere. 

La besó con suavidad queriendo disfrutar por mucho de sus labios que tanto deseo a cada momento. Pone sus manos en mi pecho tratando de alejarme pero no la dejó, en unos segundos donde dejó sus labios los cubre con sus manos, gruñó por eso alejándome sin querer de ella. 

— Veras en casa. — me mira tiernamente antes de salir corriendo. Camino saliendo del salón con su bolso en mis manos observando cómo camina con rapidez. Sonrió cuando la alcanzó y la detengo agarrando con suavidad su mano. — No creas que te escaparas de esta dulce conejita. 

— Y-yo n-no... — baja su vista nerviosa y la observó detenidamente. Observó cómo la gente pasa y la beso rápidamente haciendo que se sonroje. 

Tomó su mano y camino, se esconde detrás de mí tratando de quitar mi mano que cubre por completo su pequeña mano. Salimos y aspiró el aire notando todos los aromas juntos en este algo que solo me causa náuseas. 

— Abdel.. 

— Solo fue un beso. — tocó la punta de su nariz, se pone a mi lado y se aferra a mí mirando con recelo a algunas personas. Y me encanta mucho su faceta de celos porque es cuando menos piensa en sus inseguridades, y deja llevarse solo para defender un lugar que nadie va a quitarle. 

Se sienta en mi regazo desconcentrandome de lo que estaba haciendo, se recarga en mi pecho y pasa mis manos por su cintura para que la abrace. Se acurruca más en mi y la meso en mis brazos besando su hombro.




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