Eres Mía

Capítulo veinte

  Me trae loco

Suspiro mirando el vientre un poco hinchado de Giovanna envolviendome con lo dulce del aroma de sus hormonas. Observó su cabello anaranjado que tanto me tiene perdido y agarró un mechón de esté jugando por un momento mientras ella hace las tareas que le faltan y aunque no quiera que se mueva ella es demasiado terca en hacer las cosas que quiera, no quiere dejar su estudio a un lado al fin y al cabo ella eligió una carrera breve de tres años y ya está en el segundo año, en estos meses poder quitar esa idea de que nadie supiera sobre la existencia de algo nuestro me tenía acabado.

Pero si mi conejita así lo quería debía de cumplir lo que ella mandara, puedo ser un Alpha y tener en mis genes esa superioridad sobre los demás pero con mi conejita yo estoy en el suelo de solo verla.

Me trae loco.

Quiero cuidarla y proteger a nuestros tres pequeños para que crezcan sin que le hagan daño a mi conejita, si ella llora ya no serán mis favoritos. A mi conejita nadie la puede hacer menos, ni hacerla llorar.

Mueren de tan solo intentarlo.

— Vendrá un superior por mis tareas. — asiento, no puedo dejar que salga de la cama debe de mantenerse en reposo.

— El encargado de tu salón vendrá, pero no puedes moverte.

Se gira, sus ojos me miran con escrutinio esperando a que deje mi protectividad a un lado pero eso es imposible cuando llevo años llevando a cabo solo eso en mi. Toda mi vida protegeré a mi coneja, y la cuidaré siempre.

Ella tiene mi corazón desde que éramos niños.

Suspiro cuando su mirada baja, me abraza repentinamente sacándome una sonrisa. La abrazo protegiéndola de cualquiera que se atreva a quitarme este hermoso momento con mi bola de pelos.

— Quiero darme un baño y bajar a hacer algo. — niego gruñendo. — Por favor, no puedo estar siempre acostada debo de moverme.

— No quiero que algo les pase a ustedes cuatro. — escucho su corazón late con fuerza y la acomodo en medio de mis piernas recargandola en mi pecho, la abrazo a mi meneando mi cabeza tratando de encontrar alguna forma para que ella no se mueva.

— Mi Alpha debe de dejar esa paranoia, yo se cuidar a mis crías. — dice con algo de recelo, beso su hombro asintiendo sabiendo que la hago enojar por mi actitud algo que no quiero.

— No movimientos que se te puedan hacer complicados. — me mira con sus mejillas abultadas aguantándose para aceptar lo que le he dicho.

— Está bien.

Murmura, me besa el mentón y brinca de la cama saliendo corriendo. Gruño enojado por lo que ha hecho y salgo de la cama siguiéndola, por mi estatura la alcanzó rápidamente y la agarro en mis brazos deteniendola.

— No. — murmura.

— ¿Qué te dije?, no movimientos bruscos.

Bufa enojada.

— Abdel no me dejas hacer nada, estoy embarazada pero eso no significa que deba de estar solo en la cama.

— No quiero que algo les suceda. — se gira y me agarra del rostro para que mi rostro se incline a ella, la miró atento observando el gesto en sus labios mientras trata de verse seria y paso mis manos por su cintura sonrió mirándola y suspira.

— Esto es imposible, Abdel deja de ser tan protectivo o me cansare de eso. — frunzo mi ceño, ella no se puede cansar de mi eso es imposible. — Me iré de aquí si sigues con esa actitud, entendido.

— No. — entrecierra sus ojos y sus mejillas se vuelven rojas, gruñe levemente enojada. — No puedo dejar que estés haciendo cualquier movimiento, me sentiría mal si algo te sucede mientras andas haciendo todo lo que tu quieres.

— Abdel no es posible, ¡no quiero estar como un vegetal en la cama!. — quita mis manos enojadas, camina sin mirarme enojada y se que se va a esconder en la alacena donde está toda la comida.

Suspiro poniendo mis manos en los bolsillos de mi pantalón, niego levemente y regreso a la habitación para darme un baño esperando para que su enojo se pase.

El maestro de Giovanna se va con sus trabajos ya hechos, paso mis manos por mi rostro preocupado por estar tanto tiempo sin ver a mi bola de pelos, está demasiado enojada que tengo miedo a que eso afecte a los bebés. La alarma de las cámaras comienza a sonar y agarro mi celular viendo como alguien desconocido se mete a la casa, niego enojado a que se quieran llevar a mi conejita y salgo corriendo por ella.

Corro a la alacena mirándola con las mejillas abultadas de toda las galletas que se está comiendo, cierro la puerta detrás mío y la agarro en mis brazos tapando su boca para que no haga ningún ruido.

Abro el gran armario donde dejan algunas cosas las de servicio y la pongo abajo en un pequeño escondite, me inclino y cierro el armario sin no antes darle galletas para que siga comiendo.

Salgo de la alacena y apagó las luces de la casa con mi celular, paso mi celular por debajo de la puerta y camino cerrando la cocina para que nadie entre.




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