Eres Mía

Capítulo veintidós

Tanesha, Theo, Trevon

Agarre el pequeño juguete en mis manos y sonreí al verlo, camino hacia Abdel y se lo muestro con una sonrisa, lo agarra en sus manos y lo pone en la canasta, observó las otras cinco canastas que cargan las chicas que trabajan en la tienda, observó las pequeñas sillas para niños y sonrió, Abdel hace una seña y rápidamente uno de sus guardias agarra tres cajas.

— ¿Qué más quieres, calabaza?. — paso mi mano por su brazo entrelazandolos y entrecierro los ojos.

— No se.

Me mira seriamente solo por estar rodeados de personas y asiente.

— Qué te parece si compramos cunas para esos tres conejitos. — me sonrojo inevitablemente y bajo mi rostro. — Haremos todo lo que mi Luna diga.

— Está bien.

Entrelazo nuestros dedos y caminamos hacia el área de las cunas, miro los colores y las diferentes que hay, observó todas las cunas mirandolas neutrales algo que funciona solo para nuestro dos niños, pero no hay nada para una niña.

— Debemos comprar una para nuestra hija ella necesita sobresalir de sus hermanos.

Sonrió por su comentario y rápidamente una chica aparece a nuestro.

— Alpha estas cunas solo son económicas, muchos las pintan y decoran pero tenemos otras más extravagantes para personas de su calibre.

Frunzo mi labios, niego por eso ya que Abdel está acostumbrado a comentarios como esos pero a mi me parece una burla para personas que no tienen dinero, yo no era alguien de lujos solo miraba de lejos pero Abdel obligaba a que todos me dieran cosas iguales de lindas algo que me hacia enojar y dejaba de hablarle, pero eramos niños.

— No, no, no. Me gustaría mejor decorarlas a mi gusto. — la chica frunce el ceño y miró a Abdel con un puchero.

— Ya escucharon todo lo que pida mi Luna debe de hacerse. — mira a la chica seriamente y ella baja su mirada. — Quiero tres de esas y que sean sin color mi conejita las decorara.

Les dice a Eduardo el cual he conocido mejor, nunca pensé que conocería al segundo al mando de Abdel en poco tiempo pero también no pensé estar embarazada.

— Entendido, yo me quedaré y asegurare de que todo sea empacado. — Abdel asiente y me lleva de la mano sin mirar a nadie, me despido de Eduardo y salimos del lugar.

Me detengo en medio camino y miro a Abdel con un puchero.

— Estoy cansada.

— Mi conejita está cansada. — asiento, me carga en sus brazos con extremada delicadeza. — Iremos a descansar a casa y ya no saldremos.

— Tengo mis pies hinchados por caminar tanto. — miro mis pies que están con unas pantuflas que él me puso cuando me queje de los zapatos que tenía puestos.

— Yo me encargare de darte un masaje cuando estemos en casa, no dejaré que mi conejita sufra. — besa mi puchero y sonrió, me deja en el asiento del copiloto y me cubre con una manta asegurandose que no tenga frio.

Pellizca mis mejillas cuando entra al coche y suspiró recordandome que estoy gorda, he aumentado de peso en el quinto mes de embarazo y eso me tiene mal.

— No estas gorda, cariño. — agarra mis manos calentandolas, lo miro triste y acaricia mi rostro. — Estas igual de hermosa que antes.

— Siempre dices eso, Alpha. — niega y besa mi mejilla antes de comenzar a manejar.

Cierro mis ojos  por lo bien que se siente, siento como sus dedos se mueven con delicadeza haciendo que el masaje sea más satisfactorio, abro mis ojos relajada sintiéndome bien por tenerlo a él siempre a mi lado.

— No quieres descansar.

Niega con una sonrisa, besa mis labios alegremente y suspiro lentamente por sentirme bien al ser consentida por mi Alpha.

— ¿No tienes hambre calabaza?. — niego.

— Estoy bien.

Asiente, deja de sobar mis pies y se acuesta a mi lado acariciando mi hinchado vientre que pareciera estallar en cualquier instante. Cierro mis ojos al sentir la delicadeza con la que acaricia mi vientre y jadeo inconscientemente.

— Cuando nazcan estos bebés yo cuidaré de ellos, tu solo descansaras y mejoraras por lo que te hicieron pasar por ocho meses.

— No me gusta que nazcan antes que los bebés que solo son uno, me da miedo que algo les suceda por eso. — niega, siento mis ojos húmedos y limpia las lágrimas que apenas comenzaban a salir.

— Yo me encargare de que estén bien, todos estarán bien bajo mi cargo. — aprieta mi nariz siendo cariñoso para que deje de llorar por las hormonas del embarazo.

— Siempre estaré bien a tu lado.

Besa mis labios suavemente, me abraza a él y me guiña su ojo tapandome para que no sienta frío mientras duermo.

— Podemos salir a jugar con la nieve.

— Después de que descanses podemos salir un rato. — asiento con una sonrisa y cierro mis ojos para dormir rápidamente y hacer que el tiempo pase con más rapidez.




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