Eres Mía

Capítulo veinticuatro

Nota:

Falta poco para llegar al final.

Oh, zanahorias

Me escondo detrás de Abdel en cuanto llegamos a la casa por el aroma demasiado fuerte que alguien emana, Abdel tapa mi nariz para que no huela ese aroma tan penetrante. Escuchamos como alguien gruñía mientras nos acercábamos un poco más hacia la sala, mire como el padre de Abdel protegía a Esmeralda y Ingrid, Jazmín corre hacia nosotros seguida de Javadd que siempre la cuida, rió cuando Javadd la abraza haciendo que esa persona que nunca antes había visto voltee.

— Hija. — agarro el brazo de Abdel. Esa persona trata de acercarse pero Abdel lo detiene.

— Si la tocas te mato. Esta embarazada. — esas palabras parece que no le gustaron en lo absoluto, pero él no tiene nada que hacer aquí. Y no tiene porque enojarse, él no es nada mío.

Agarra del cuello a Abdel completamente enojado y siento mis lagrimas, esto no me gusta, Abdel se deshace de su agarre y me abraza al darse cuenta de mi cambio de humor. 

— Vamos te llevare a que descanses para dormir. — agarra mi mano y dejamos a todos atrás, Jazmín nos sigue como siempre ya que no le gusta estar con otras personas, a crecido y he visto cómo la esta haciendo a un lado su familia, algo que no me agrada.

— No me gusta esa persona, Abdel. 

Me acaricia lentamente besando mi frente, me acuesta en la cama y le dice algo a Jazmín antes de acercarse a mí y sentarse en la cama. Besa mi frente y acaricia mi hombro llenando la habitación de su rico aroma que siempre me relaja.

— ¿Quieres dormir?. — asiento algo cansada, miro la oscuridad en su mirada y sonrió antes de besar sus labios. Alguien entra por la puerta y me alejo de Abdel mirando a Jazmín.

— Mamá dijo que no tiene tiempo porque va a llevar a Ingrid a hacerse unos chequeos. 

Miro a Abdel.

— Esta bien. — miro su mirada de enojo y algo no le gusta del todo.

— Yo me puedo quedar con ella. — me mira Abdel y asiento con una pequeña sonrisa.

— Yo dormiré no tienes de que temer, solo déjale a esa persona en claro que él no es mi padre. — se mira indeciso pero asiente besando mi frente.

Abrí mis ojos cuando sentí un suave picoteo en mi brazo, mire a la persona que hacia eso y sonríe recibiendo un dulce beso de él.

— Duermes demasiado, conejita. — me siento en la cama y recargo mi espalda entre todas las almohadas. Pone sus manos sobre mi vientre sintiendo las patadas leves que dan.

— Esa persona ya se fue. — niega, entrecierro mis ojos mirándolo.

— Tiene fotos donde tú estas, hay una foto que yo tengo y es la misma que él tiene. La mía es una copia que saque de la que tu tenías en tu cuarto de pequeña, nadie más la tenía. — miro la foto en el buró de al lado y la agarro en mis manos, soy yo con un peluche mi pelo esta completamente recogido, y es el único día que no recuerdo.

No tengo recuerdo alguno de la foto, y aún no conocía a Abdel la foto en la que lo conocí la llevo a nuestra casa, obligo a que una de sus nanas le tomaran una foto conmigo. Ese día reí demasiado y siempre lo recuerdo.

— Aparte hay otras dos que nos enseño, una de recién nacida y otra con su Luna fallecida. — lo miro rápidamente.

— Esta solo, y buscando a su hija. — asiente, trago duramente sintiendo ese nudo en mi garganta. — Puedo verlo, y tratar de saber su historia. — besa mis labios y asiente.

— Pero no puedes salir de cama, has estado cansada y es mejor que estes aquí.

Sale por un momento dejándome sola, planeo mis palabras para no sonar de una mala manera, él perdió a su familia y de alguna extraña manera estoy vinculada.

— No puedes decir nada al respecto, no quiero que se altere le afectara a su embarazo. — lo miro seriamente. — Una distancia de dos metros mínimo, nada de toques ni abrazos si ella no lo consiente, la tocas y te mato. — me mira con la misma mirada asesina, no me importa nada de lo que pueda suceder. Ella siempre estará a salvo conmigo y si él intenta hacerle algo nada estará bien.

— Te estas sobrepasando, es mi hija tengo mas derecho.

— Ella no te reconoce, y la llevo conociendo desde que ella tenía ocho. La he cuidado desde que la vi por primera vez y tú al ser su padre no te da derecho a manejar esta situación. — mi padre se interpone entre los dos. — Es mía, entendido.

— Si hubiera matado a mi hermano desde un inicio, tu no tuvieras conocimiento de ella, ninguno de los dos sabría del otro y ella estaría con alguien diferente y de mi agrado.

Gruño, esto solo acabara de una manera.

— Abdel, Alpha superior. — dice respetando las formalidades.

Bufo exasperado.

Siento el aroma a melocotones de mi dulce conejita y doy la vuelta, la he atrapado como siempre, camino hacia un mueble en donde esta sentada tratando de esconderse.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.