❝SIN RECUERDO ALGUNO❞
Muevo ligeramente mi cabeza, intentando recuperar mi consciencia.
«Rayos, me duele todo, ¿qué fue lo que me sucedió?»
Con mi ceño fruncido y mis ojos cerrados, me remuevo en la cama.
«¿En dónde estoy?»
Como si la pregunta fuera un detonante, abro abruptamente mis ojos y me siento en la mitad de la cama, para poder mirar todo mi alrededor.
Veo cada esquina de la habitación en la que me encontraba.
Era mí habitación. Pero, ¿cómo demonios había llegado aquí?
Con confusión, sigo mirando a mi alrededor, sintiendo una extraña e inexplicable sensación dentro de mi pecho.
—Levántate, cariño. —habló Bianca, fuera de mi habitación— Ya es demasiado tarde para que sigas durmiendo, dormilona.
Agarro de inmediato mi celular y lo prendo.
Era sábado y eran la una de la tarde.
«Pero, ¿qué?»
Jamás me había despertado tan tarde. Era demasiado extraño, porque nunca dormía por más de cuatro horas seguidas.
Sin mencionar que tampoco recordaba cuándo me había acostado.
Vuelvo a fruncir el ceño, confundida.
Algo estaba sucediendo.
No sabía qué, pero puedo jurar que algo dentro de mí me lo está advirtiendo, pero como no recordaba y no sabía qué era, no podía estar muy segura. Solo era una sensación. Algo que crecía en mi interior y sabía que no se iría tan rápido.
Con cuidado y con calma me levanto de la cama, dispuesta a ir al baño.
Antes de entrar, me detengo frente al espejo y miro mi rostro de forma detallada.
No había nada fuera de lo común. No tenía nada nuevo en mí que pudiera explicar esta sensación. Pero, «sabía que algo no estaba bien».
Unos golpes en mi puerta desviaron mi atención.
Un segundo después, Ámbar abrió la puerta de mi habitación y entró. Aún sosteniendo la puerta y sin entrar del todo, esboza una sonrisa en mi dirección.
—Buenos días, Cali, ¿cómo estás?
—Buenos días, Ám. —sonrío— Todo bien, recién me despierto. Aún estoy un poco adormilada. Pero, ¿sabes cómo llegué aquí? —pregunto, levantando mi mano hacia mi cabeza— No recuerdo mucho, por no decir nada. —admito.
La escucho dejar escapar un pequeño aliento. Su mirada se desvió de mis ojos y su sonrisa se desvaneció un poco, sin embargo, me respondió.
—Sí, fue papá quién te trajo. Te habías dormido en el sofá. ¿No recuerdas mucho? —pregunta, dejando escapar una corta carcajada— Te noqueó completamente la noche de películas, ¿cierto?
Frunzo mi ceño, pero rápidamente me recompongo.
—Sí, pero ¿qué puedo decir? No todas las películas son para mí. —carcajeo— Bueno, me estaba por dar una ducha, ¿nos vemos después? —pregunto, caminando hacia el baño.
—Sip. —respondió y con una sonrisa, salió de mi habitación, cerrando la puerta.
Ámbar me mintió.
No estaba muy segura, pero cuando respondió a mi pregunta, podría jurar que su voz no era la misma. Además, el hecho de que desviara su mirada de la mía, me hizo sospechar aún más. Ámbar era una persona que siempre mantenía el contacto visual cuando hablaba con otra persona. Sin embargo, esta vez, no lo hizo y su acción me hizo pensar que no estaba diciéndome la verdad, o al menos, estaba omitiendo información.
Aún pensando en lo que sucedió, camino hacia el baño y cierro la puerta detrás de mí.
«No lo entiendo, ¿por qué me mentiría?»
Con un suspiro, me quito toda la ropa y prendo el grifo. Sin darle importancia a la temperatura, me adentro a la ducha, dejando que el agua golpeara mi cuerpo. Dejo escapar un aliento cuando siento el agua fría, pero de igual forma, me quedo bajo el agua y cierro fuertemente mis ojos.
Recuesto mi cabeza contra la pared y dejo que mis pensamientos me invadan.
No era la primera vez que esta extraña sensación aparecía en mi pecho después de despertar. No fueron demasiadas veces, pero recuerdo muy bien cuando sucedió. Nunca he podido comprender lo que significaba, pero siempre causaban una inquietud en mi interior. Sin embargo, la sensación siempre desaparecía con el pasar de los días y por una cosa u otra, termino olvidándolo.
Pero esta vez no quería olvidarlo. Quería saber lo que sucedía. Pero, ¿cómo podría saberlo sin preguntarle a alguien? Ámber me mintió, ¿qué me garantiza que los demás no lo harán también?
Con un nuevo suspiro, retomo mi ducha.
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Termino de secar mi cuerpo y agarro mi ropa interior para comenzar a ponérmela.
—Oye, Cal, iremos a la heladería con Ámbar. —me informa Noah, entrando a mi habitación y acercándose a la puerta del baño— ¿Te esperamos para que puedas acompañarnos?
Abro mi boca, dispuesta a aceptar, sin embargo, la extraña pero mala sensación que había sentido en un principió volvió a aparecer, obligándome a pensar en su pregunta.
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Editado: 11.11.2024