❝DESCUBRIENDO LA VERDAD❞
Su celular continúa sonando, pero no me atrevo a agarrarlo.
Giro mi cabeza en dirección a Bianca, quién de inmediato negó con la cabeza, pidiéndome que por favor no atendiera.
Viendo que no hacía el amago de responder, Zaid decidió hacerlo, pero lo programó para que yo también pudiera escucharlo.
—Joder, Zaid, ¿por qué has demorado en responder? —preguntó con una voz profunda y grave que hizo que mi respiración se detuviera por un segundo.
—Lo lamento, no fue mi intención. —se disculpa, con su mirada fija en mí.
—¿La has encontrado? —pregunta con desesperación, mientras escuchaba como caminaba de forma rápida— Por favor, dime que por lo menos pudiste encontrar alguna pista, porque ahí no he tenido ninguna suerte. —se lamenta, dejando escapar un bufido.
Aprieto mis labios y se me acelera «aún más» el corazón.
Como dijo Zaid, Ronan no permitió que ninguno durmiera hasta encontrarme, y su orden también la estaba obedeciendo, quizás mejor que cualquier otra persona.
La desesperación y el anhelo en su voz eran muy evidentes, causando que todo mi interior se removiera y por primera vez, supiera el verdadero significado de sentir mariposas en el estómago, aunque en mi caso no eran mariposas, sino una manada de animales salvajes que con solo escuchar la voz de Ronan, se alborotaban.
Levanto mi mano y agarro el celular de las manos de Zaid, quién no hizo nada para impedir que lo sujetara. Bajo mi mirada hacia la pantalla y sin importarme la mirada que Bianca me dedicaba, me concentro en encontrar las palabras adecuadas para decir.
Era la primera vez que hablaría con él, «¿qué demonios digo?»
—¿Sucede algo, Zaid? —pregunta, deteniendo su andar— Zaid, ¿estás ahí?
Acerco mejor el celular a mi boca, mientras seguía pensando en qué decir, pero absolutamente nada aparecía en mi cabeza.
«¿Por qué me era tan complicado hablar cuando usualmente hablaba hasta más no poder?»
Con una profunda respiración, respondo a mi propia pregunta.
No era cualquier persona con la que hablaría.
Era mi compañero y por primera vez temía decir algo y no darle una buena impresión.
De repente, me siento muy insegura de mí misma y decido devolverle el celular a Zaid, pero él rápidamente se aleja un poco, negándose a aceptar su celular. Lo miro con súplica, pero él simplemente esboza una pequeña sonrisa y me anima con su mirada.
—¿Qué demonios está sucediendo ahí? —exigió saber, con una voz más dura— Zaid, no estoy para bromas, ¿qué pasa?
Vuelvo a bajar mi mirada hacia la pantalla y suspiro.
Sacudo un poco mi cabeza, intentando que cualquier pensamiento negativo desaparezca y solo abro mi boca, dispuesta a hablar con él.
—Hola, Ronan.
La sala quedó en silencio y puedo jurar que del otro lado, Ronan dejó de respirar por unos segundos cuando escuchó mi voz.
—¿Calista? —preguntó despacio, saboreando mi nombre cómo solo él lograba hacerlo.
Lamo mi labio inferior. —Sí.
—No sabes el placer que siento de escuchar tu voz por fin. —admitió— ¿Te encuentras bien? ¿No te han hecho daño, cierto?
Giro inconscientemente mi mirada hacia mi brazo en dónde ahora se veía que tenía una herida que se extendía desde mi codo hasta mi hombro, por culpa de la rama que anteriormente me arañó.
Cuando abro mi boca, dispuesta a responder que estaba bien, Zaid dejó escapar un gemido y se acercó rápidamente hacia mí para poder ver mejor la herida.
—¿Quién te lastimó, Luna? —preguntó, alertando a Ronan de inmediato.
—¿Cómo que está herida? Zaid, carajo, ¿qué le sucedió?
—No, nada. —negué, restándole importancia— En serio, solo es una pequeña herida. Fue mi culpa.
—Hay una herida en su brazo. —le informó, ignorando mis palabras— Se la hizo recientemente. Ronan, ¿qué hacemos? ¿Te envío la ubicación o vamos hacia dónde estás?
—¡No, dije que no se la llevarán a ninguna parte! ¿Qué no están entendiendo? —gritó Bianca con desprecio— Por favor, Calista, huye. —me suplicó, con su mirada fija en la mía— Aléjate de ellos, cariño. —murmuró.
—Pero, ¿qué? Haz callar a esa señora, Zaid. —ordenó, retomando su andar, pero esta vez supe que estaba caminando con más rapidez— Asegúrate de que nadie salga de esa casa y pásame la ubicación. Estoy de camino, preciosa. —su voz cambió a una más suave y calmada cuando su atención se centró en mí— Solo quédate dónde estás, ¿bien?
No dije nada, pero no porque no quisiera, sino porque no había escuchado nada de lo que dijo. Toda mi atención estaba fija en la mirada de Bianca. Era como si me tuviera hipnotizada. Su voz, aunque me había hablado en un murmuro, en mi cabeza pareciera que me estuviera gritando, pero no solamente era su voz, sino que también sentía una gran fuerza que me obligaba a obedecer sus palabras.
—Zaid, ¿qué está pasando? —preguntó Ronan al no escuchar mi voz.
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Editado: 11.11.2024